Silver
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28-10-2024, 04:52 PM
Silver se quedó inmóvil un segundo, contemplando el cuerpo de Peel que yacía a sus pies, inerte y ensangrentado, como testamento de la batalla que acababan de librar. Su respiración era pesada, cada inhalación un recordatorio del esfuerzo que lo había llevado hasta ese punto. Su enemigo había caído, sí, pero su verdadera recompensa aún corría peligro. Un intenso rugido metálico resonaba desde el balandro atracado, un ruido que aumentaba con cada segundo y que activó su instinto de supervivencia y su codicia a partes iguales. No iba a permitir que nada ni nadie le robara ese premio, no después de todo lo que había hecho para alcanzarlo.
Con un último vistazo al cuerpo, guardó sus espadas y corrió hacia el balandro. Subió a bordo con un rápido impulso, ignorando el dolor que ardía en sus heridas y se adentró en el interior de la embarcación. La oscuridad de la bodega lo envolvió, y un hedor a aceite y metal oxidado impregnaba el ambiente, dándole la bienvenida a una escena alarmante. La plataforma temblaba bajo un mecanismo en marcha, sus vibraciones transmitiéndose a la estructura del barco. Sobre ella, los bustos y esculturas se reunían bajo una cúpula que casi había completado su cierre, con una delgada luz roja parpadeante que se reflejaba en el rostro de cada una de las figuras, como si éstas fueran a desaparecer en las sombras.
La maquinaria en funcionamiento era un último obstáculo, uno que no había anticipado. Bajó la mirada, notando cómo la compuerta bajo la plataforma se abría con lentitud, dejando que el agua helada del puerto comenzara a filtrarse por ella. La intención estaba clara: sumergir todo el cargamento y arrastrarlo hasta el fondo del mar, a salvo de cualquier saqueador. Mientras estudiaba la situación, el pitido agudo del dispositivo era cada vez más insistente, como un recordatorio de que el tiempo se le escapaba entre los dedos.
Sin apenas detenerse, se deslizó entre las cajas y barriles, avanzando con rapidez hacia la plataforma. A medida que se acercaba, observó de cerca la plataforma y sus componentes, buscando cualquier punto vulnerable donde pudiera intervenir antes de que el mecanismo completara su tarea. Si lograba identificar algún soporte o sección débil, un rápido golpe de sus espadas podría desactivar el sistema de elevación. En caso de que eso no funcionara, destruiría la cúpula misma para asegurarse de que al menos una parte del botín quedara fuera de su alcance.
A pocos metros de la plataforma, algo llamó su atención en un rincón de la bodega: un par de cuerdas enrolladas, gruesas y fuertes. Silver las agarró sin dudar, evaluando posibles alternativas en fracciones de segundo. Si lograba amarrarlas alrededor de la plataforma, quizás podría frenar su descenso, o al menos ralentizarlo lo suficiente para intervenir. Sujetó las cuerdas, amarrándolas al soporte de la estructura de la plataforma con manos expertas y rápidas. No iba a ser una solución definitiva, pero con suerte le daría el tiempo necesario para actuar. A tan solo unos pasos del dispositivo parpadeante, tensó la cuerda y se preparó para lo inevitable. Si el amarre resistía, aprovecharía el tiempo ganado para acercarse a la cúpula, tal vez hasta romper parte de su contorno para rescatar algo del botín.
Con un último vistazo al cuerpo, guardó sus espadas y corrió hacia el balandro. Subió a bordo con un rápido impulso, ignorando el dolor que ardía en sus heridas y se adentró en el interior de la embarcación. La oscuridad de la bodega lo envolvió, y un hedor a aceite y metal oxidado impregnaba el ambiente, dándole la bienvenida a una escena alarmante. La plataforma temblaba bajo un mecanismo en marcha, sus vibraciones transmitiéndose a la estructura del barco. Sobre ella, los bustos y esculturas se reunían bajo una cúpula que casi había completado su cierre, con una delgada luz roja parpadeante que se reflejaba en el rostro de cada una de las figuras, como si éstas fueran a desaparecer en las sombras.
La maquinaria en funcionamiento era un último obstáculo, uno que no había anticipado. Bajó la mirada, notando cómo la compuerta bajo la plataforma se abría con lentitud, dejando que el agua helada del puerto comenzara a filtrarse por ella. La intención estaba clara: sumergir todo el cargamento y arrastrarlo hasta el fondo del mar, a salvo de cualquier saqueador. Mientras estudiaba la situación, el pitido agudo del dispositivo era cada vez más insistente, como un recordatorio de que el tiempo se le escapaba entre los dedos.
Sin apenas detenerse, se deslizó entre las cajas y barriles, avanzando con rapidez hacia la plataforma. A medida que se acercaba, observó de cerca la plataforma y sus componentes, buscando cualquier punto vulnerable donde pudiera intervenir antes de que el mecanismo completara su tarea. Si lograba identificar algún soporte o sección débil, un rápido golpe de sus espadas podría desactivar el sistema de elevación. En caso de que eso no funcionara, destruiría la cúpula misma para asegurarse de que al menos una parte del botín quedara fuera de su alcance.
A pocos metros de la plataforma, algo llamó su atención en un rincón de la bodega: un par de cuerdas enrolladas, gruesas y fuertes. Silver las agarró sin dudar, evaluando posibles alternativas en fracciones de segundo. Si lograba amarrarlas alrededor de la plataforma, quizás podría frenar su descenso, o al menos ralentizarlo lo suficiente para intervenir. Sujetó las cuerdas, amarrándolas al soporte de la estructura de la plataforma con manos expertas y rápidas. No iba a ser una solución definitiva, pero con suerte le daría el tiempo necesario para actuar. A tan solo unos pasos del dispositivo parpadeante, tensó la cuerda y se preparó para lo inevitable. Si el amarre resistía, aprovecharía el tiempo ganado para acercarse a la cúpula, tal vez hasta romper parte de su contorno para rescatar algo del botín.