Ray
Kuroi Ya
28-10-2024, 06:33 PM
La mala suerte de su brigada en los viajes empezaba a ser ya digna de estudio. No bastaba con la descomunal tormenta que había hecho que el barco en el que se desplazaban desde Kilombo a Loguetown naufragase, acabando en Tequila Wolf y teniendo que recurrir a Stan Stanman para volver sino que ahora otra tempestad de similares proporciones se había desatado complicando una travesía que, en cualquier otra circunstancia, habría sido extremadamente corta y plácida. Tan solo tenían que ir desde el puerto de Oykot hasta un peñón situado al lado de la isla. Pero ni aún así se libraban.
La diferencia fue que en esta ocasión no dependían de los navegantes que la Marina había puesto a su disposición, sino que era Camille quien estaba a los mandos del navío. La oni era pese a su juventud una avezada navegante, capaz de manejar un barco en casi cualquier circunstancia. Por suerte para todos, aunque no sin muchas dificultades, fue capaz de gobernar el vehículo y conseguir completar el viaje sin incidentes más allá de algunos daños que Octojin no tardaría demasiado en reparar seguramente.
Como no había otra cosa que hacer, el joven peliblanco dedicó gran parte del viaje a entrenar. Debajo de cubierta, en uno de los camarotes, comenzó a moverse y a golpear con los puños como si se enfrentase a un enemigo imaginario, ejecutando esquivas para los golpes que el inexistente oponente le lanzaba en su mente. Entrenar abstraía su mente en momentos de preocupación, además de que le serviría para entrar en calor y rendir mejor físicamente cuando llegaran al islote.
Lo que les traía allí era una tarea que Ray calificaba como de vital importancia, pues se trataba de luchar contra una de las mayores lacras existentes en el mundo: la esclavitud. El joven nunca había entendido que una persona pudiera llegar a considerar a otra de su propiedad ni que pudiese hacer con ella lo que quisiera sin afrontar ninguna consecuencia. Privar así de libertad a alguien... No se podía consentir. Era además la primera vez que la brigada al completo se iba de misión, incluyendo a la nueva incorporación a la misma: Alexandra. La joven semigyojin se había alistado hacía muy poco, y nada más llegar al Cuartel General había sido asignada a su brigada. Todos la habían recibido con los brazos abiertos y la habían convertido en su protegida, y ahora les acompañaba en una misión fuera de la base por primera vez.
- No te preocupes. - Dijo Ray a la novata con voz calmada y una sonrisa de confianza en su rostro. - No dejaremos que te pase nada.
Una vez en la orilla del peñón se abrió una disyuntiva. Intentar aprovechar la oscuridad pese a la escasa visibilidad para tratar de pillar a los traficantes desprevenidos o esperar al alba para investigar de una forma más segura. Octojin no tardó en proponer ir en ese mismo momento, y Camille apoyó su idea. Atlas, por su parte, pese a mostrarse de acuerdo, quiso saber la opinión de Alexandra.
El peliblanco estaba completamente de acuerdo con sus compañeros. Al amparo de la oscuridad podrían acercarse mucho más, y él era el espía perfecto para lanzarse el primero a sondear los alrededores. Podía volar, no hacía el menor ruido al moverse y su Haki le permitía detectar presencias mucho antes de que estas fueran visibles. Así que esgrimió estos argumentos y comentó a sus compañeros que se adelantaría. Estarían en contacto mediante Den Den Mushi en todo momento, pero alguien tenía que comenzar la investigación.
De ese modo, el joven marine adoptó su forma híbrida y, al amparo de la oscuridad, comenzó a volar bajo hacia el peñón. Oculto siempre tras las sombras de salientes de roca y desplazándose a poca altura y en el más absoluto silencio, sondeó tanto con sus ojos como con sus antenas y su Haki todo a su alrededor, tratando de descubrir la localización de los gyojins que habían venido a rescatar y de los esclavistas a los que debían capturar.
La diferencia fue que en esta ocasión no dependían de los navegantes que la Marina había puesto a su disposición, sino que era Camille quien estaba a los mandos del navío. La oni era pese a su juventud una avezada navegante, capaz de manejar un barco en casi cualquier circunstancia. Por suerte para todos, aunque no sin muchas dificultades, fue capaz de gobernar el vehículo y conseguir completar el viaje sin incidentes más allá de algunos daños que Octojin no tardaría demasiado en reparar seguramente.
Como no había otra cosa que hacer, el joven peliblanco dedicó gran parte del viaje a entrenar. Debajo de cubierta, en uno de los camarotes, comenzó a moverse y a golpear con los puños como si se enfrentase a un enemigo imaginario, ejecutando esquivas para los golpes que el inexistente oponente le lanzaba en su mente. Entrenar abstraía su mente en momentos de preocupación, además de que le serviría para entrar en calor y rendir mejor físicamente cuando llegaran al islote.
Lo que les traía allí era una tarea que Ray calificaba como de vital importancia, pues se trataba de luchar contra una de las mayores lacras existentes en el mundo: la esclavitud. El joven nunca había entendido que una persona pudiera llegar a considerar a otra de su propiedad ni que pudiese hacer con ella lo que quisiera sin afrontar ninguna consecuencia. Privar así de libertad a alguien... No se podía consentir. Era además la primera vez que la brigada al completo se iba de misión, incluyendo a la nueva incorporación a la misma: Alexandra. La joven semigyojin se había alistado hacía muy poco, y nada más llegar al Cuartel General había sido asignada a su brigada. Todos la habían recibido con los brazos abiertos y la habían convertido en su protegida, y ahora les acompañaba en una misión fuera de la base por primera vez.
- No te preocupes. - Dijo Ray a la novata con voz calmada y una sonrisa de confianza en su rostro. - No dejaremos que te pase nada.
Una vez en la orilla del peñón se abrió una disyuntiva. Intentar aprovechar la oscuridad pese a la escasa visibilidad para tratar de pillar a los traficantes desprevenidos o esperar al alba para investigar de una forma más segura. Octojin no tardó en proponer ir en ese mismo momento, y Camille apoyó su idea. Atlas, por su parte, pese a mostrarse de acuerdo, quiso saber la opinión de Alexandra.
El peliblanco estaba completamente de acuerdo con sus compañeros. Al amparo de la oscuridad podrían acercarse mucho más, y él era el espía perfecto para lanzarse el primero a sondear los alrededores. Podía volar, no hacía el menor ruido al moverse y su Haki le permitía detectar presencias mucho antes de que estas fueran visibles. Así que esgrimió estos argumentos y comentó a sus compañeros que se adelantaría. Estarían en contacto mediante Den Den Mushi en todo momento, pero alguien tenía que comenzar la investigación.
De ese modo, el joven marine adoptó su forma híbrida y, al amparo de la oscuridad, comenzó a volar bajo hacia el peñón. Oculto siempre tras las sombras de salientes de roca y desplazándose a poca altura y en el más absoluto silencio, sondeó tanto con sus ojos como con sus antenas y su Haki todo a su alrededor, tratando de descubrir la localización de los gyojins que habían venido a rescatar y de los esclavistas a los que debían capturar.