Asradi
Völva
28-10-2024, 07:56 PM
Era verdad que, quizás, había comenzado increpándole de alguna manera un tanto directa. Pero es que no podía con las injusticias y ver a toda esa gente protestando por algo por lo que tenían derecho, le removía las entrañas. Era lo de siempre: gente honrada y trabajadora siendo explotada o abusada por los que más poder tenían. En este caso, su jefe. Asradi frunció levemente el ceño cuando el gordinflón comenzó a increpar. ¿Fenómenos de circo? ¿En serio había dicho eso? Por inercia, fue Lemon el que pareció adelantarse sintiéndose insultado. La sirena, por su parte, suspiró cuando el revolucionario dió un paso hacia delante. Incluso una de sus manos atrapó, suavemente, la ropa de Caretas cuando se fue a por el del bigote y se colocó, a la defensiva, delante de ella.
“... Sino a esa cosa con cola”.
— . . . — La mano que, hasta ahora, tenía sobre la ropa de Lemon, comenzó a estrujar la tela de manera mucho más fuerte.
Los labios de Asradi se apretaron ligeramente, y su mirada azul se tornó de un gris más suave, como si se tratase de un cambiante océano. Esa cosa con cola. Era verdad que, teóricamente, ya debería estar habituada a esa clase de tratos despectivos. Había recibido vejaciones e insultos por la raza a la que pertenecía. Había visto ese mismo trato también a otros de su especie, a otros gyojin. La extremidad de la sirena tembló ligeramente antes de ir soltando, poco a poco, la prenda de ropa de Caretas.
Tras eso, el enmascarado se encendió a tal punto que terminó arremetiendo no solo contra uno de los guardaespaldas sino también contra la puerta, derribándola con un notorio estruendo. Por supuesto, el resto de trabajadores no perdieron el tiempo y fueron tras él, comenzando a reclamar el interior del restaurante.
Quien no se adelantó tanto fue la sirena, sino que se fue aproximando más tranquilamente hacia donde el dueño del establecimiento se encontraba, ahora con las manos en la cabeza y clamando de que les iban a pagar todos los daños y desperfectos. En el más completo de los silencios, se quedó al lado del histérico panzudo y poco a poco fue mirándole de reojo.
— Esta cosa con cola... — Comenzó a decir, entornando levemente la mirada. De hecho, a medida que hablaba, sus dientes se iban afilando o, más bien, iban mostrando su verdadera naturaleza de sirena tiburón. — … Puede hacer que tu restaurante no termine tan destrozado. — Hizo un gesto con el mentón hacia delante, señalando donde Lemon y algunos de los empleados comenzaban a hacer alboroto. Sobre todo comenzando a beberse, de gratis, las carísimas botellas del bar.
Para, acto seguido, continuar.
— … O podemos dejar que te vacíen el bar y la caja registradora. Y lo que sea que tengas guardado en tu oficina, ¿hm? — La sonrisa de Asradi se estrechó de manera suave antes de, ahora sí, adelantarse hacia el interior del restaurante.
Oteó el lugar hasta que vió a Lemon, al cual sonrió abiertamente.
— Voy a buscar donde guarda el dinero. Imagino que algo tendrá escondido en algún lugar. — Le hizo un gesto suave a dos de los camareros que se habían unido a la manifestación, para que la guiasen por el interior del loca.
Como Asradi se llamaba que iba a buscar esas propinas aunque fuese arrancándole el bigote de cuajo a ese tipo.
“... Sino a esa cosa con cola”.
— . . . — La mano que, hasta ahora, tenía sobre la ropa de Lemon, comenzó a estrujar la tela de manera mucho más fuerte.
Los labios de Asradi se apretaron ligeramente, y su mirada azul se tornó de un gris más suave, como si se tratase de un cambiante océano. Esa cosa con cola. Era verdad que, teóricamente, ya debería estar habituada a esa clase de tratos despectivos. Había recibido vejaciones e insultos por la raza a la que pertenecía. Había visto ese mismo trato también a otros de su especie, a otros gyojin. La extremidad de la sirena tembló ligeramente antes de ir soltando, poco a poco, la prenda de ropa de Caretas.
Tras eso, el enmascarado se encendió a tal punto que terminó arremetiendo no solo contra uno de los guardaespaldas sino también contra la puerta, derribándola con un notorio estruendo. Por supuesto, el resto de trabajadores no perdieron el tiempo y fueron tras él, comenzando a reclamar el interior del restaurante.
Quien no se adelantó tanto fue la sirena, sino que se fue aproximando más tranquilamente hacia donde el dueño del establecimiento se encontraba, ahora con las manos en la cabeza y clamando de que les iban a pagar todos los daños y desperfectos. En el más completo de los silencios, se quedó al lado del histérico panzudo y poco a poco fue mirándole de reojo.
— Esta cosa con cola... — Comenzó a decir, entornando levemente la mirada. De hecho, a medida que hablaba, sus dientes se iban afilando o, más bien, iban mostrando su verdadera naturaleza de sirena tiburón. — … Puede hacer que tu restaurante no termine tan destrozado. — Hizo un gesto con el mentón hacia delante, señalando donde Lemon y algunos de los empleados comenzaban a hacer alboroto. Sobre todo comenzando a beberse, de gratis, las carísimas botellas del bar.
Para, acto seguido, continuar.
— … O podemos dejar que te vacíen el bar y la caja registradora. Y lo que sea que tengas guardado en tu oficina, ¿hm? — La sonrisa de Asradi se estrechó de manera suave antes de, ahora sí, adelantarse hacia el interior del restaurante.
Oteó el lugar hasta que vió a Lemon, al cual sonrió abiertamente.
— Voy a buscar donde guarda el dinero. Imagino que algo tendrá escondido en algún lugar. — Le hizo un gesto suave a dos de los camareros que se habían unido a la manifestación, para que la guiasen por el interior del loca.
Como Asradi se llamaba que iba a buscar esas propinas aunque fuese arrancándole el bigote de cuajo a ese tipo.