Atlas
Nowhere | Fénix
28-10-2024, 08:47 PM
Esos malditos ricachones siempre tienen un as bajo la manga, ¿verdad? Además tienen la mala costumbre de que ese as nunca implique comprometer su integridad física o su reputación. Dinero, maldito y bendito a la vez. Pero vamos con lo que a ti te interesa: TU dinero. Bueno, mejor dicho las obras de arte que pretendes sustraer para hacer tu propia fortuna y, ya que estamos, establecer algún que otro contacto si es posible.
Te deslizas con maestría entre cajas, armarios, listones de madera, barriles y demás elementos que obstaculizan tu recorrido. Mientras tanto, la cúpula continúa moviéndose y amenaza con precipitarse hacia el orificio abierto en la cubierta. Al mismo tiempo, el agua continúa entrando y ya alcanza tus tobillos. A tu lado puedes ver cómo trozos de tela, comida y provisiones de todo tipo flotan sobre el creciente nivel de agua. Al mismo tiempo y en paralelo al aumento del nivel del agua por debajo de ti, cualquiera diría que el techo cada vez está más cerca. No creo que hayas crecido tanto en apenas unos segundos, por lo que permíteme deducir que el balandro se hunde poco a poco como consecuencia de la entrada indiscriminada de agua. Y tú con él.
Sea como sea, localizas un par de cuerdas en la zona e improvisas un remedio rápido para, al menos, ganar tiempo e intentar rescatar todo lo posible del botín. Las sogas no tardan en tensarse y el sonido de los trenzados a punto de ceder se hace patente. Aun así, al menos inicialmente parecen ser lo suficientemente resistentes como para que puedas ganar unos segundos para pensar. No está fácil la cosa, desde luego, pero si te fijas los bustos que hay en el interior de la cúpula no son tantos ni tan grandes. Si intentas romper la cúpula con tus espadas verás que está hecha de un material plástico tremendamente resistente: no consigues cortarla y tiene pinta de que a golpes será difícil de romper, por no decir imposible. En cualquier caso, no parece que esté sujeta al suelo de manera definitiva, por lo que quizás podrías valerte de tu fuerza arrastrarla al exterior y llevártela. Es una idea, pero puedes hacer lo que quieras.
En cualquier caso, una vez en el exterior puedes comprobar que el área sigue totalmente despejada de fuerzas del orden. Aunque te hayan podido parecer horas, apenas llevas unos minutos en la zona. Muchos sucesos en muy poco tiempo, lo sé. Lo que sí atinas a percibir son las voces de los vecinos indicando a alguien por dónde debe ir. Las voces de mando con aire marcial sugieren que la Marina está al caer. No sé si estás para plantar cara a muchos más enemigos en estos momentos. Menos mal que has recorrido todos los callejones de la zona portuaria y seguro que sabes dónde y cómo esconderte para que no te pillen, pero yo de ti abandonaría la zona cuanto antes. Ten en cuenta que tienes que llevar contigo esa cosa.
Las impolutas puertas giratorias del Casino Missile te miren con la soberbia con la que un terrateniente con ínfulas miraría a uno de sus temporeros. Unos anchos escalones de mármol perfectamente pulido —en concreto catorce— conducen desde tu posición a las puertas, que se encuentran flanqueadas por cuatro gorilas que escrutan hasta la saciedad a todo el que pasa cerca. Lo hacen independientemente de que quiera entrar o no. Argus te dijo que la subasta —o como quieras llamarlo— era esta noche, pero no te dio invitación ni nada —tampoco tenía, la verdad—. Me imagino que habrás podido liberar el contenido de la cúpula, ¿no?, porque si no no sé para qué has venido hasta aquí. En cualquier caso, tu nombre no figura en ninguna lista y los tipos no tienen pista de ser de los que dejan pasar a cualquiera. A lo mejor te los tienes que ganar un poco de alguna forma para que te cedan paso. Espero con ansias saber cómo te has desenvuelto estas últimas veinticuatro horas.
De cualquier modo, en la zona del puerto ha habido bastante ajetreo durante el último día. No hay taberna o esquina en la que no se hable del incidente del puerto. Al parecer, un barco se hundió y quedó otro lleno de armas, el cual incautó la Marina. Al menos eso dicen las habladurías populares. Un tipo con un extraño sombrero se encontraba en el suelo, muerto, así como otros cuantos que habían muerto por herida de bala. El populacho piensa que ese tipo los mató a todos, pero que alguno de ellos consiguió herirle de muerte antes. Aun así, se rumorea que la Marina está rastreando todos los alrededores en busca de algún posible tercer actor que haya podido pasar inadvertido en medio de tanta confusión.
Te deslizas con maestría entre cajas, armarios, listones de madera, barriles y demás elementos que obstaculizan tu recorrido. Mientras tanto, la cúpula continúa moviéndose y amenaza con precipitarse hacia el orificio abierto en la cubierta. Al mismo tiempo, el agua continúa entrando y ya alcanza tus tobillos. A tu lado puedes ver cómo trozos de tela, comida y provisiones de todo tipo flotan sobre el creciente nivel de agua. Al mismo tiempo y en paralelo al aumento del nivel del agua por debajo de ti, cualquiera diría que el techo cada vez está más cerca. No creo que hayas crecido tanto en apenas unos segundos, por lo que permíteme deducir que el balandro se hunde poco a poco como consecuencia de la entrada indiscriminada de agua. Y tú con él.
Sea como sea, localizas un par de cuerdas en la zona e improvisas un remedio rápido para, al menos, ganar tiempo e intentar rescatar todo lo posible del botín. Las sogas no tardan en tensarse y el sonido de los trenzados a punto de ceder se hace patente. Aun así, al menos inicialmente parecen ser lo suficientemente resistentes como para que puedas ganar unos segundos para pensar. No está fácil la cosa, desde luego, pero si te fijas los bustos que hay en el interior de la cúpula no son tantos ni tan grandes. Si intentas romper la cúpula con tus espadas verás que está hecha de un material plástico tremendamente resistente: no consigues cortarla y tiene pinta de que a golpes será difícil de romper, por no decir imposible. En cualquier caso, no parece que esté sujeta al suelo de manera definitiva, por lo que quizás podrías valerte de tu fuerza arrastrarla al exterior y llevártela. Es una idea, pero puedes hacer lo que quieras.
En cualquier caso, una vez en el exterior puedes comprobar que el área sigue totalmente despejada de fuerzas del orden. Aunque te hayan podido parecer horas, apenas llevas unos minutos en la zona. Muchos sucesos en muy poco tiempo, lo sé. Lo que sí atinas a percibir son las voces de los vecinos indicando a alguien por dónde debe ir. Las voces de mando con aire marcial sugieren que la Marina está al caer. No sé si estás para plantar cara a muchos más enemigos en estos momentos. Menos mal que has recorrido todos los callejones de la zona portuaria y seguro que sabes dónde y cómo esconderte para que no te pillen, pero yo de ti abandonaría la zona cuanto antes. Ten en cuenta que tienes que llevar contigo esa cosa.
Las impolutas puertas giratorias del Casino Missile te miren con la soberbia con la que un terrateniente con ínfulas miraría a uno de sus temporeros. Unos anchos escalones de mármol perfectamente pulido —en concreto catorce— conducen desde tu posición a las puertas, que se encuentran flanqueadas por cuatro gorilas que escrutan hasta la saciedad a todo el que pasa cerca. Lo hacen independientemente de que quiera entrar o no. Argus te dijo que la subasta —o como quieras llamarlo— era esta noche, pero no te dio invitación ni nada —tampoco tenía, la verdad—. Me imagino que habrás podido liberar el contenido de la cúpula, ¿no?, porque si no no sé para qué has venido hasta aquí. En cualquier caso, tu nombre no figura en ninguna lista y los tipos no tienen pista de ser de los que dejan pasar a cualquiera. A lo mejor te los tienes que ganar un poco de alguna forma para que te cedan paso. Espero con ansias saber cómo te has desenvuelto estas últimas veinticuatro horas.
De cualquier modo, en la zona del puerto ha habido bastante ajetreo durante el último día. No hay taberna o esquina en la que no se hable del incidente del puerto. Al parecer, un barco se hundió y quedó otro lleno de armas, el cual incautó la Marina. Al menos eso dicen las habladurías populares. Un tipo con un extraño sombrero se encontraba en el suelo, muerto, así como otros cuantos que habían muerto por herida de bala. El populacho piensa que ese tipo los mató a todos, pero que alguno de ellos consiguió herirle de muerte antes. Aun así, se rumorea que la Marina está rastreando todos los alrededores en busca de algún posible tercer actor que haya podido pasar inadvertido en medio de tanta confusión.