Drake Longspan
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28-10-2024, 11:32 PM
La luz de la tarde se filtraba entre los árboles, proyectando sombras alargadas en el suelo del bosque y envolviendo a los tres aventureros en un cálido resplandor. La tensión había dado paso a una calma satisfactoria tras la recuperación del Loto Coralino. Ahora, mientras se adentraban de nuevo en el bosque, se sentía en el ambiente un alivio profundo, como un eco suave de triunfo.
Chipper, el pequeño tontatta de ojos vivaces, se acurrucó en el hombro de Panda mientras el grupo avanzaba. Aún podía oler la bruma de la cascada en su pelaje, y a pesar de su natural precaución, se sintió orgulloso del resultado de la misión. Se secó la naricilla, aún un poco húmeda y picante por el resfriado, y miró hacia la skypean, que caminaba algo más adelante. La forma en que había saltado al risco, enfrentado al reptil y conseguido la planta con esa mezcla de valor y determinación, le recordaba que él no estaba acostumbrado a aventuras tan arriesgadas, pero sus nuevos compañeros parecían estar siempre listos para cualquier cosa.
— Wachús! — Chipper volvió a estornudar, sacudiendo ligeramente las orejas. Mientras se frotaba la nariz con una mano diminuta, lanzó una mirada de fingido reproche hacia Akari
— ¿Tú también tienes que lanzarte como si no hubiera otra opción?
Miró a Panda, recordando cómo el oso había intentado convencer al reptil de que se mantuviera a raya, sin duda había funcionado. A decir verdad, Panda lo había impresionado con esa tranquila autoridad que parecía irradiar cuando hablaba con los animales. Chipper, normalmente desconfiado de cualquier criatura con colmillos afilados, había tenido el impulso de saltar al río en cuanto vio asomar las escamas del reptil. Sin embargo, había sido precisamente el carácter amable y confiado de Panda lo que le había dado la idea para quedarse y esperar.
Con un suspiro, el tontatta se permitió relajarse un poco y saborear el momento. Desvió la mirada hacia la bolsa de Akari, donde sabía que estaba guardado el Loto Coralino. Aquella flor no solo era hermosa; era rara y, como él sabía, invaluable para quienes sabían utilizarla en medicina. Por eso Akari había arriesgado tanto, y aunque Chipper aún era de la opinión de que todo aquello había sido una locura, en el fondo no podía dejar de admirar la determinación de su amiga.
El sonido de la cascada había quedado atrás, sustituido por el susurro de las hojas al ser mecidas por el viento. El bosque los rodeaba de nuevo con su calma acogedora, y un ligero olor a musgo y tierra húmeda invadía el ambiente. Chipper, sintiendo el confort de la tierra firme bajo los pies de Panda, dejó salir una pequeña sonrisa.
— Bueno, misión cumplida. Aunque, para ser honesto, pensé que alguien terminaría rodando por esas rocas resbaladizas. No es que no confiara en ustedes, pero… bueno, sí, no confiaba del todo. ¡La prudencia también tiene su valor!
Chipper se acomodó en el hombro de Panda mientras sentía el familiar balanceo de su amigo al caminar. Con el peso del cansancio y la emoción aún en sus huesos, pensó en lo que haría una vez volvieran al pueblo. La idea de descansar, quizá con un poco de bambú de su mochila, el cuál mordisqueó a escondidas.
Mientras caminaban, notó que la atención de Panda seguía fija en Akari y sus alas, lo que le sacó una sonrisa. Observando a sus dos compañeros, se dio cuenta de que, a pesar de la diferencia de tamaños y naturalezas, los tres formaban un equipo peculiar y, en cierto modo, complementario. Sabía que, de haber estado solo, no se habría atrevido a acercarse ni a la orilla de la cascada, mucho menos a enfrentar al reptil. Pero la presencia de Panda y Akari le había dado el impulso para sobrellevar sus propios miedos.
Finalmente, con el Loto Coralino a salvo y la misión cumplida, el trío comenzó a divisar los primeros rastros del camino que los llevaría de regreso.
Chipper suspiró, pensando en los desafíos que les esperarían en la aldea y más allá. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, no sentía la carga de la aventura como algo solitario o incierto.
— Vamos, lentos. Si seguimos a este paso, el bambú se acabará antes de que lleguemos.
Y así, con la confianza de que cualquier reto futuro sería más llevadero con sus nuevos amigos, el tontatta, el panda y la chica alada avanzaron juntos, dejándose llevar por el susurro del bosque y la promesa de futuras aventuras...
Chipper, el pequeño tontatta de ojos vivaces, se acurrucó en el hombro de Panda mientras el grupo avanzaba. Aún podía oler la bruma de la cascada en su pelaje, y a pesar de su natural precaución, se sintió orgulloso del resultado de la misión. Se secó la naricilla, aún un poco húmeda y picante por el resfriado, y miró hacia la skypean, que caminaba algo más adelante. La forma en que había saltado al risco, enfrentado al reptil y conseguido la planta con esa mezcla de valor y determinación, le recordaba que él no estaba acostumbrado a aventuras tan arriesgadas, pero sus nuevos compañeros parecían estar siempre listos para cualquier cosa.
— Wachús! — Chipper volvió a estornudar, sacudiendo ligeramente las orejas. Mientras se frotaba la nariz con una mano diminuta, lanzó una mirada de fingido reproche hacia Akari
— ¿Tú también tienes que lanzarte como si no hubiera otra opción?
Miró a Panda, recordando cómo el oso había intentado convencer al reptil de que se mantuviera a raya, sin duda había funcionado. A decir verdad, Panda lo había impresionado con esa tranquila autoridad que parecía irradiar cuando hablaba con los animales. Chipper, normalmente desconfiado de cualquier criatura con colmillos afilados, había tenido el impulso de saltar al río en cuanto vio asomar las escamas del reptil. Sin embargo, había sido precisamente el carácter amable y confiado de Panda lo que le había dado la idea para quedarse y esperar.
Con un suspiro, el tontatta se permitió relajarse un poco y saborear el momento. Desvió la mirada hacia la bolsa de Akari, donde sabía que estaba guardado el Loto Coralino. Aquella flor no solo era hermosa; era rara y, como él sabía, invaluable para quienes sabían utilizarla en medicina. Por eso Akari había arriesgado tanto, y aunque Chipper aún era de la opinión de que todo aquello había sido una locura, en el fondo no podía dejar de admirar la determinación de su amiga.
El sonido de la cascada había quedado atrás, sustituido por el susurro de las hojas al ser mecidas por el viento. El bosque los rodeaba de nuevo con su calma acogedora, y un ligero olor a musgo y tierra húmeda invadía el ambiente. Chipper, sintiendo el confort de la tierra firme bajo los pies de Panda, dejó salir una pequeña sonrisa.
— Bueno, misión cumplida. Aunque, para ser honesto, pensé que alguien terminaría rodando por esas rocas resbaladizas. No es que no confiara en ustedes, pero… bueno, sí, no confiaba del todo. ¡La prudencia también tiene su valor!
Chipper se acomodó en el hombro de Panda mientras sentía el familiar balanceo de su amigo al caminar. Con el peso del cansancio y la emoción aún en sus huesos, pensó en lo que haría una vez volvieran al pueblo. La idea de descansar, quizá con un poco de bambú de su mochila, el cuál mordisqueó a escondidas.
Mientras caminaban, notó que la atención de Panda seguía fija en Akari y sus alas, lo que le sacó una sonrisa. Observando a sus dos compañeros, se dio cuenta de que, a pesar de la diferencia de tamaños y naturalezas, los tres formaban un equipo peculiar y, en cierto modo, complementario. Sabía que, de haber estado solo, no se habría atrevido a acercarse ni a la orilla de la cascada, mucho menos a enfrentar al reptil. Pero la presencia de Panda y Akari le había dado el impulso para sobrellevar sus propios miedos.
Finalmente, con el Loto Coralino a salvo y la misión cumplida, el trío comenzó a divisar los primeros rastros del camino que los llevaría de regreso.
Chipper suspiró, pensando en los desafíos que les esperarían en la aldea y más allá. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, no sentía la carga de la aventura como algo solitario o incierto.
— Vamos, lentos. Si seguimos a este paso, el bambú se acabará antes de que lleguemos.
Y así, con la confianza de que cualquier reto futuro sería más llevadero con sus nuevos amigos, el tontatta, el panda y la chica alada avanzaron juntos, dejándose llevar por el susurro del bosque y la promesa de futuras aventuras...