Alistair
Mochuelo
29-10-2024, 01:11 AM
Recibir un visto bueno de la Skypian sobre su ofrecimiento a acompañarla hasta su habitación para ver su colección de diales era música para sus oídos; su propia curiosidad por esos pequeños y versátiles instrumentos no tendría que ahogarse en la espera del próximo encuentro con la chica, sino que podría permitirse saciarla esa misma noche cuando regresara con ella, antes de pegar ojo, ¿Qué mas podía pedir? Un gusto culposo con un artilugio que desconocía, una velada encantadora con una mujer que conectaba con su propia alma mucho mejor de lo que esperaba en tan poco tiempo, y una noche estrellada cubriéndolos para dar fondo a un recuerdo que sería tan longevo como la extensión de los cuatro mares.
El intercambio de miradas fue intenso en medio de la casi inexistente distancia que hubo entre los dos por unos segundos, cuando Hato reaccionó al susurro que el Lunarian le dijo. Quería capturar ese momento y guardarlo para siempre, su atención incapaz de moverse de esos ojos esmeralda que no dejaban de brillar, hechizantes hasta hacerle olvidar el pasar del tiempo cada vez que podía permitirse observarlos fijamente. La reacción femenina fue cuanto menos adorable, y provocaba en él un agradable calor en el interior de su pecho que cada vez quería ver más facetas de la chica, conocerla tan a fondo que pudiera entender su alma y su corazón incluso mejor de lo que entendía la propia. Verdaderamente, ese rojo adornando sus mejillas junto a sus ademanes con su cabello la hacían ver increíblemente adorable, y tal y como le había dicho a la Skypian: Adoraba verla con ese tinte natural en sus facciones. Le fue imposible contener una suave risa que salió cuando ella dio aquel suave golpe sobre su pecho. — Es la verdad, amaría verte seguido así. — Comentó, incesante en su ataque al corazón de la chica. Era simplemente irresistible decirle uno tras otro comentario de halago.
Hato nuevamente compartió sus ambiciones con el Lunarian, esta vez mencionando algo que superaba todo lo anterior. ¿Había escuchado bien? ¡Quería hacer una máquina voladora! Cada vez encontraba una manera nueva de sonsacarle una sorpresa capaz de hechizarlo más. ¿Qué podía ser mas atractivo para un inventor que surcaba los cielos que una máquina capaz de compartir el don del vuelo con otros? Imaginar la posibilidad de compartir la maravillosa vista desde lo alto podía convertirse en una realidad si la chica conseguía lo que se proponía. — ¡Eso suena maravilloso, Hato! Yo podría ayudarte con todo lo que sé para que puedas lograr que ese globo vuele y se mantenga en el aire. Siempre que estés de acuerdo, por supuesto. — Ofrecía su ayuda, pero no se impondría para que ella no se sintiera obligada a aceptar; entendía que algunos inventores preferían guardar proyectos personales para que fueran de su exclusiva autoría, o mas bien, para poder decir orgullosos que lo habían conseguido con sus propias habilidades. Pero ahora que conocía a la chica, no dudaría en darle una mano en todo lo que pudiera siempre que la Skypian aceptase su ayuda.
Notar que su gesto fue bien recibido tras atraparla entre sus brazos le sonsacó una sonrisa, pudiendo disfrutar esos instantes como si nada más importara en el mundo. Y es que, para ser completamente honesto, todo lo que estaba a su alrededor dejó de existir por un momento, estando su completa atención en la chica que se dedicó a recorrer su pecho hasta llegar a su cuello, rodeándolo con sus manos.
La respuesta de Hato provocó en él un pequeño latido a destiempo, una muestra de cuán emocionalmente intenso fue escucharla corresponder a su deseo de ver el mundo entero al lado del otro. Produjo en él genuina felicidad, pura e inalterada. Fue un momento especial, único en su naturaleza, y que provocó un fuerte deseo de cerrar la poca distancia que aún permanecía entre ellos con una acción que significaría un todo o nada en su vida.
Una acción que por un momento se vio aplazada por el tirón que la chica realizaba sobre su cabeza, y mucho antes de lo que pudo procesar cómo intentar ayudarle, la Skypian se abalanzó sobre él, atrapando su torso con sus piernas y comenzando a cumplir justamente el pensamiento que Alistair consideró hacer instantes atrás: Un beso que gradualmente creció en intensidad, disfrutando del tacto fresco que la chica imponía mientras las manos femeninas exploraban su rostro y cuello en tempo con el movimiento de sus labios.
Sin llegar a separarse de ese momento apasionado, el Lunarian se inclinó ligeramente para atrás y pasó a sujetar el cuerpo de la chica por debajo de sus muslos, de modo que el esfuerzo que ella realizara para sostener esa postura fuese mínimo y fuera compartido con los brazos de él; así podría estar el tiempo que quisiera sobre él, o al menos tanto como su tolerancia pulmonar se lo permitiera.
La sorpresa que acompañó al beso había provocado que el chico no tuviera tiempo más que para reunir una pequeña bocanada de aire, por lo que al igual que ella, su pecho empezó a inflarse y vaciarse en busca de recuperar el aliento, pero indispuesto a separarse de los labios femeninos. Momentos después, cuando ella se bajara, su atención no pudo escapar de ella -y no tenía planes de hacerlo incluso si pudiera-. Todos los sucesos habían sido un carrusel emocional, un vaivén de sorpresas una tras otra que borraron cualquier capacidad del chico para adaptarse a la situación. Fue tomado por sorpresa. desarmado, y le encantó.
— A mi también me gustas, Hato. — Fueron las palabras que salieron de su boca, guiadas completamente por su instinto. Un flechazo, aunque en realidad fuese mas adecuado describirlo como una explosión de sentimiento que provenía de su interior. En ese corto intercambio, la chica había tomado el corazón del revolucionario para sí misma. Era un momento que no cambiaría por nada en el mundo. Ella había jugado muy bien sus cartas, y el premio era todo suyo para tomarlo.
— Pero no tienes que disculparte. No hay nada que perdonar. — Contestó, negando suave con la cabeza mientras la sonrisa atemporal del chico la encaraba directamente, casi dedicándosela. También era cierto que, por mucho que el chico fuese risueño por su naturaleza, la sonrisa de tonto que tenía dibujada en el rostro ahora mismo era por y para Hato. Y no acababa allí, pues a sus palabras les faltaba una segunda parte por expresar.
Su mano nuevamente se colocó en la cintura baja de la chica, tirando suave de ella contra él para cerrar distancia mientras que una de las manos del chico buscó el mentón femenino, sujetándolo con delicadeza y levantándolo para que el rostro de la chica viera al masculino de frente. Lo anterior le había hecho perder cualquier duda restrictiva que pudiera rondar por su cabeza, robándole en el acto un corto beso que no se comparaba con el anterior. Era intencional; la estaba provocando con un contacto fugaz de labios, esperando que quisiera más y atento a saciar ese deseo que buscaba crear. — Al contrario. Esa mitad Shandia me tiene intrigado, así que si alguna vez ese lado tuyo quiere decir algo más... Déjalo rugir, y le recibiré de brazos abiertos. — Sonreía, pero había un deje desafiante en él. Habiendo visto su lado mas tierno y su lado mas directo, su anticipación tan solo crecía descontroladamente.
Un segundo beso corto siguió al primero, tan breve como el anterior del Lunarian. Solo que, a diferencia del mencionado, este segundo fue acompañado con caricias de la mano que antes había atrapado el mentón femenino, ahora paseando con delicadeza por la mejilla de la chica y su cuello, aplicando suave presión con las yemas de sus dedos por el contorno de su piel, disfrutando y haciéndole disfrutar del contraste de temperaturas entre ambos. Y al finalizar el beso, intercambiaría una larga mirada en sus ojos esmeralda sin detener las caricias. — Gracias por invitarme esta noche, Hato. De verdad. —
El intercambio de miradas fue intenso en medio de la casi inexistente distancia que hubo entre los dos por unos segundos, cuando Hato reaccionó al susurro que el Lunarian le dijo. Quería capturar ese momento y guardarlo para siempre, su atención incapaz de moverse de esos ojos esmeralda que no dejaban de brillar, hechizantes hasta hacerle olvidar el pasar del tiempo cada vez que podía permitirse observarlos fijamente. La reacción femenina fue cuanto menos adorable, y provocaba en él un agradable calor en el interior de su pecho que cada vez quería ver más facetas de la chica, conocerla tan a fondo que pudiera entender su alma y su corazón incluso mejor de lo que entendía la propia. Verdaderamente, ese rojo adornando sus mejillas junto a sus ademanes con su cabello la hacían ver increíblemente adorable, y tal y como le había dicho a la Skypian: Adoraba verla con ese tinte natural en sus facciones. Le fue imposible contener una suave risa que salió cuando ella dio aquel suave golpe sobre su pecho. — Es la verdad, amaría verte seguido así. — Comentó, incesante en su ataque al corazón de la chica. Era simplemente irresistible decirle uno tras otro comentario de halago.
Hato nuevamente compartió sus ambiciones con el Lunarian, esta vez mencionando algo que superaba todo lo anterior. ¿Había escuchado bien? ¡Quería hacer una máquina voladora! Cada vez encontraba una manera nueva de sonsacarle una sorpresa capaz de hechizarlo más. ¿Qué podía ser mas atractivo para un inventor que surcaba los cielos que una máquina capaz de compartir el don del vuelo con otros? Imaginar la posibilidad de compartir la maravillosa vista desde lo alto podía convertirse en una realidad si la chica conseguía lo que se proponía. — ¡Eso suena maravilloso, Hato! Yo podría ayudarte con todo lo que sé para que puedas lograr que ese globo vuele y se mantenga en el aire. Siempre que estés de acuerdo, por supuesto. — Ofrecía su ayuda, pero no se impondría para que ella no se sintiera obligada a aceptar; entendía que algunos inventores preferían guardar proyectos personales para que fueran de su exclusiva autoría, o mas bien, para poder decir orgullosos que lo habían conseguido con sus propias habilidades. Pero ahora que conocía a la chica, no dudaría en darle una mano en todo lo que pudiera siempre que la Skypian aceptase su ayuda.
Notar que su gesto fue bien recibido tras atraparla entre sus brazos le sonsacó una sonrisa, pudiendo disfrutar esos instantes como si nada más importara en el mundo. Y es que, para ser completamente honesto, todo lo que estaba a su alrededor dejó de existir por un momento, estando su completa atención en la chica que se dedicó a recorrer su pecho hasta llegar a su cuello, rodeándolo con sus manos.
La respuesta de Hato provocó en él un pequeño latido a destiempo, una muestra de cuán emocionalmente intenso fue escucharla corresponder a su deseo de ver el mundo entero al lado del otro. Produjo en él genuina felicidad, pura e inalterada. Fue un momento especial, único en su naturaleza, y que provocó un fuerte deseo de cerrar la poca distancia que aún permanecía entre ellos con una acción que significaría un todo o nada en su vida.
Una acción que por un momento se vio aplazada por el tirón que la chica realizaba sobre su cabeza, y mucho antes de lo que pudo procesar cómo intentar ayudarle, la Skypian se abalanzó sobre él, atrapando su torso con sus piernas y comenzando a cumplir justamente el pensamiento que Alistair consideró hacer instantes atrás: Un beso que gradualmente creció en intensidad, disfrutando del tacto fresco que la chica imponía mientras las manos femeninas exploraban su rostro y cuello en tempo con el movimiento de sus labios.
Sin llegar a separarse de ese momento apasionado, el Lunarian se inclinó ligeramente para atrás y pasó a sujetar el cuerpo de la chica por debajo de sus muslos, de modo que el esfuerzo que ella realizara para sostener esa postura fuese mínimo y fuera compartido con los brazos de él; así podría estar el tiempo que quisiera sobre él, o al menos tanto como su tolerancia pulmonar se lo permitiera.
La sorpresa que acompañó al beso había provocado que el chico no tuviera tiempo más que para reunir una pequeña bocanada de aire, por lo que al igual que ella, su pecho empezó a inflarse y vaciarse en busca de recuperar el aliento, pero indispuesto a separarse de los labios femeninos. Momentos después, cuando ella se bajara, su atención no pudo escapar de ella -y no tenía planes de hacerlo incluso si pudiera-. Todos los sucesos habían sido un carrusel emocional, un vaivén de sorpresas una tras otra que borraron cualquier capacidad del chico para adaptarse a la situación. Fue tomado por sorpresa. desarmado, y le encantó.
— A mi también me gustas, Hato. — Fueron las palabras que salieron de su boca, guiadas completamente por su instinto. Un flechazo, aunque en realidad fuese mas adecuado describirlo como una explosión de sentimiento que provenía de su interior. En ese corto intercambio, la chica había tomado el corazón del revolucionario para sí misma. Era un momento que no cambiaría por nada en el mundo. Ella había jugado muy bien sus cartas, y el premio era todo suyo para tomarlo.
— Pero no tienes que disculparte. No hay nada que perdonar. — Contestó, negando suave con la cabeza mientras la sonrisa atemporal del chico la encaraba directamente, casi dedicándosela. También era cierto que, por mucho que el chico fuese risueño por su naturaleza, la sonrisa de tonto que tenía dibujada en el rostro ahora mismo era por y para Hato. Y no acababa allí, pues a sus palabras les faltaba una segunda parte por expresar.
Su mano nuevamente se colocó en la cintura baja de la chica, tirando suave de ella contra él para cerrar distancia mientras que una de las manos del chico buscó el mentón femenino, sujetándolo con delicadeza y levantándolo para que el rostro de la chica viera al masculino de frente. Lo anterior le había hecho perder cualquier duda restrictiva que pudiera rondar por su cabeza, robándole en el acto un corto beso que no se comparaba con el anterior. Era intencional; la estaba provocando con un contacto fugaz de labios, esperando que quisiera más y atento a saciar ese deseo que buscaba crear. — Al contrario. Esa mitad Shandia me tiene intrigado, así que si alguna vez ese lado tuyo quiere decir algo más... Déjalo rugir, y le recibiré de brazos abiertos. — Sonreía, pero había un deje desafiante en él. Habiendo visto su lado mas tierno y su lado mas directo, su anticipación tan solo crecía descontroladamente.
Un segundo beso corto siguió al primero, tan breve como el anterior del Lunarian. Solo que, a diferencia del mencionado, este segundo fue acompañado con caricias de la mano que antes había atrapado el mentón femenino, ahora paseando con delicadeza por la mejilla de la chica y su cuello, aplicando suave presión con las yemas de sus dedos por el contorno de su piel, disfrutando y haciéndole disfrutar del contraste de temperaturas entre ambos. Y al finalizar el beso, intercambiaría una larga mirada en sus ojos esmeralda sin detener las caricias. — Gracias por invitarme esta noche, Hato. De verdad. —