Teruyoshi
Teru
29-10-2024, 04:11 AM
Antes de que Teruyoshi pudiera darse cuenta, aquella aburrida isla estaba cobrando vidilla por momentos. El mink no solo había sido interrumpido por una mujer, a la cual parecía haberle robado el hombre sobre el que Teruyoshi estaba sentado, sino que también apareció en escena un tipo de lo más peculiar, quien hizo una entrada de lo más llamativa haciendo resonar sus espadas antes de lanzarle una especie de advertencia.
- ¿Qué tenemos aquí? - pensó Teruyoshi mientras sujetaba a su presa contra el suelo, dedicándole la atención que buscaba al recién llegado. El mink gato clavó su mirada esmeralda en el tipo que acababa de llegar al mismo tiempo que emulaba su gesto de cabeza. - ¿Acaso es una especie de pollo a medio desplumar… - siguió para sí cuando vió que el tipo tenía unas enormes alas negras. - ¿O es un búho raro que viene de fiesta? - acabó mientras ladeaba la cabeza hacia el hombro contrario mientras se fijaba en aquella peculiar mirada.
Teruyoshi nunca había visto a nadie como el rubio, por lo que su curiosidad felina rápidamente cambió de objetivo, olvidando incluso por un momento al tipo que había estado amenazando. La atención del gato era tan voluble como su carácter.
- No sabía que era un ladrón hasta ahora mismo - contestó Teruyoshi con su peculiar tono de voz calmado. - Simplemente me insultó… y no me gusta que me insulten - continuó con total naturalidad mientras se levantaba, movimiento que acompañó con un agarre sobre sobre la solapa de la chaqueta del ladrón para auparlo consigo. El hombre al comprender que allí no iba a tener ayuda había empezado a farfullar palabras ininteligibles. - No, no, no… - dijo devolviéndole la atención al hombre. - No hace falta que digas nada, porque ya has aprendido la lección, ¿verrrdad? - continuó mientras lo elevaba un poco más, quedando así cara a cara. El tipo tenía el rostro compungido por la angustia y el dolor, el cual se acentuaba por el color que comenzaba a adoptar el golpe. Iba a necesitar hielo.
- Ahora, devuélvele a la señorita sus pertenencias y larrrgate - acabó mientras lo soltaba de repente haciéndolo caer al suelo.
El tipo una vez libre no dudó en obedecer al mink. Tras rebuscar entre sus ropajes, sacó una bolsa que lanzó a los pies de la mujer que había aparecido antes, y echó a correr aprovechando su libertad. Teruyoshi tuvo el instinto primario de abalanzarse sobre él una última vez, pero las torpes palabras de agradecimiento de la humana lo interrumpieron.
- Mu… Muchas gracias, señ.. ehh… Señor Don Gato - dijo al fin con evidente esfuerzo.
La chica estaba claramente nerviosa, incluso incómoda por estar rodeada de tanto bicho raro, por lo que, una vez tuvo de nuevo sus pertenencias, también se fue a toda prisa.
- De nada… supongo - dijo encogiéndose de hombros Teruyoshi antes de devolver la atención a su nuevo acompañante.
- Y a ti, ¿te gusta que te insulten? - preguntó como si nada mientras se acercaba a él y comenzaba a observarlo de nuevo. Sus iris verticales iban de un rasgo a otro, curiosos. El mink nunca había estado con un humano más alto que él… pero claro, tampoco había visto a un humano con alas negras y el pelo a dos colores. - Tío, ¿tú qué eres? - continuó preguntando de forma directa, sin darle tiempo a responder a la primera, soltando su lengua como siempre. - Esas alas son casi tan bonitas como mi pelaje, ¿te las cuidas todos los días cómo yo? - prosiguió mientras se ponía tras él para verle mejor las alas. - ¿Puedo tocarlas?¿Son suaves? - siguió dejándose llevar por la emoción, mientras alargaba sus zarpas con la intención de tocarlas, si este se dejaba, para comprobar como eran al tacto, sin pensar que quizás estaba violando el espacio personal del tipo. Aunque solo sería un pequeño tacto y seguiría hablando. - ¿Eres un primo lejano que vive en los cielos o algo así? - insistió mientras las pupilas iban aumentando poco a poco de la excitación hasta que sus ojos se convirtieron prácticamente en dos perlas negras. - Menos mal que he dado con un prrrimo - como si este le hubiese dicho que sí y aún no le había dado tiempo para hablar - porque ya no sabía qué hacer en este lugar del demonio. Me habían dicho que aquí podrrría apostar y pasarlo bien, pero de momento solo he dado con rrrateros con la lengua muy sucia - continuó casi sin respirar. - Dime, dime que sabes de un sitio donde no me vaya a volver loco de aburrrrimiento - acabó al fin tras volver a ponerse frente a él, clavando su mirada en en la de él.
- ¿Qué tenemos aquí? - pensó Teruyoshi mientras sujetaba a su presa contra el suelo, dedicándole la atención que buscaba al recién llegado. El mink gato clavó su mirada esmeralda en el tipo que acababa de llegar al mismo tiempo que emulaba su gesto de cabeza. - ¿Acaso es una especie de pollo a medio desplumar… - siguió para sí cuando vió que el tipo tenía unas enormes alas negras. - ¿O es un búho raro que viene de fiesta? - acabó mientras ladeaba la cabeza hacia el hombro contrario mientras se fijaba en aquella peculiar mirada.
Teruyoshi nunca había visto a nadie como el rubio, por lo que su curiosidad felina rápidamente cambió de objetivo, olvidando incluso por un momento al tipo que había estado amenazando. La atención del gato era tan voluble como su carácter.
- No sabía que era un ladrón hasta ahora mismo - contestó Teruyoshi con su peculiar tono de voz calmado. - Simplemente me insultó… y no me gusta que me insulten - continuó con total naturalidad mientras se levantaba, movimiento que acompañó con un agarre sobre sobre la solapa de la chaqueta del ladrón para auparlo consigo. El hombre al comprender que allí no iba a tener ayuda había empezado a farfullar palabras ininteligibles. - No, no, no… - dijo devolviéndole la atención al hombre. - No hace falta que digas nada, porque ya has aprendido la lección, ¿verrrdad? - continuó mientras lo elevaba un poco más, quedando así cara a cara. El tipo tenía el rostro compungido por la angustia y el dolor, el cual se acentuaba por el color que comenzaba a adoptar el golpe. Iba a necesitar hielo.
- Ahora, devuélvele a la señorita sus pertenencias y larrrgate - acabó mientras lo soltaba de repente haciéndolo caer al suelo.
El tipo una vez libre no dudó en obedecer al mink. Tras rebuscar entre sus ropajes, sacó una bolsa que lanzó a los pies de la mujer que había aparecido antes, y echó a correr aprovechando su libertad. Teruyoshi tuvo el instinto primario de abalanzarse sobre él una última vez, pero las torpes palabras de agradecimiento de la humana lo interrumpieron.
- Mu… Muchas gracias, señ.. ehh… Señor Don Gato - dijo al fin con evidente esfuerzo.
La chica estaba claramente nerviosa, incluso incómoda por estar rodeada de tanto bicho raro, por lo que, una vez tuvo de nuevo sus pertenencias, también se fue a toda prisa.
- De nada… supongo - dijo encogiéndose de hombros Teruyoshi antes de devolver la atención a su nuevo acompañante.
- Y a ti, ¿te gusta que te insulten? - preguntó como si nada mientras se acercaba a él y comenzaba a observarlo de nuevo. Sus iris verticales iban de un rasgo a otro, curiosos. El mink nunca había estado con un humano más alto que él… pero claro, tampoco había visto a un humano con alas negras y el pelo a dos colores. - Tío, ¿tú qué eres? - continuó preguntando de forma directa, sin darle tiempo a responder a la primera, soltando su lengua como siempre. - Esas alas son casi tan bonitas como mi pelaje, ¿te las cuidas todos los días cómo yo? - prosiguió mientras se ponía tras él para verle mejor las alas. - ¿Puedo tocarlas?¿Son suaves? - siguió dejándose llevar por la emoción, mientras alargaba sus zarpas con la intención de tocarlas, si este se dejaba, para comprobar como eran al tacto, sin pensar que quizás estaba violando el espacio personal del tipo. Aunque solo sería un pequeño tacto y seguiría hablando. - ¿Eres un primo lejano que vive en los cielos o algo así? - insistió mientras las pupilas iban aumentando poco a poco de la excitación hasta que sus ojos se convirtieron prácticamente en dos perlas negras. - Menos mal que he dado con un prrrimo - como si este le hubiese dicho que sí y aún no le había dado tiempo para hablar - porque ya no sabía qué hacer en este lugar del demonio. Me habían dicho que aquí podrrría apostar y pasarlo bien, pero de momento solo he dado con rrrateros con la lengua muy sucia - continuó casi sin respirar. - Dime, dime que sabes de un sitio donde no me vaya a volver loco de aburrrrimiento - acabó al fin tras volver a ponerse frente a él, clavando su mirada en en la de él.