Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
29-10-2024, 05:52 AM
Ragn cerró el grueso y desgastado diario que siempre llevaba consigo, un cuaderno encuadernado en cuero oscuro, marcado por el paso del tiempo y las jornadas en el mar. Cada hoja estaba llena de anotaciones, trazos que iban desde líneas ordenadas hasta frases entrecortadas y dibujos esbozados con su mano grande y fuerte, revelando, a pesar de su corpulencia, un lado introspectivo y meticuloso. Desde que había comenzado a viajar, el diario se había convertido en un confidente de sus pensamientos, reflexiones y memorias. Y aunque no era muy dado a compartir lo que escribía, sabía que ese viejo cuaderno contenía fragmentos de su historia, partes de sí mismo que ni él mismo alcanzaba a comprender del todo. Mientras miraba la última página en la que había escrito, recordando el cansancio que había sentido esa mañana, escuchó el chapoteo de algo que se movía velozmente en el agua. Sin sorpresa, Ragn levantó la vista a tiempo para ver a Asradi saltar ágilmente sobre la barandilla de proa y caer en la cubierta, dejando un rastro de agua marina sobre la madera mientras avanzaba con esos saltitos que le daban un aire inconfundiblemente alegre. Su aparición era siempre un contraste refrescante para el gigantón, que en ese momento no pudo evitar sonreír levemente. Asradi le llamó con una energía contagiosa, mientras se acercaba cargando una red llena de pequeños tesoros marinos que agitaba delante de él.
La sirena le mostró la bolsa con crustáceos, almejas y erizos marinos aún vivos. Su entusiasmo era tan evidente que Ragn notó cómo le animaba el rostro y las palabras, y no pudo evitar sentir algo de curiosidad. — Serrr buen materrrial. — Contestó poniendo el ojo en la mercancía. Ragn tomó la bolsa con cuidado, observando su contenido. Era una redecilla resistente, llena de pequeñas criaturas que aún se movían. El olor a mar le golpeó enseguida, pero él lo recibió con una sonrisa, casi divertida. Había cocinado todo tipo de alimentos, y le complacía tener el desafío de algo nuevo y fresco. Observó a Asradi, quien, con esa expresión de pura satisfacción, lo miraba como si acabara de traerle un trofeo. — Ponerrr a cossinarrr prrrronto. Ayerrr llenarrr desspensa con víverres. Messclanzo alguna cossa ... Poderrr salirrr buen mejunje. —Comentó con su voz profunda y serena, mientras examinaba los erizos. Era evidente que ella había elegido cuidadosamente las piezas, y cada una era perfecta para un festín marino. —Crrreo que tenerrrr idea. — Él asintió y, con curiosidad, tomó uno de los erizos, abriéndolo con destreza. Alzó una porción del contenido cremoso y anaranjado, notando el aroma salado y mineral que emanaba. Se llevó el bocado a la boca y sintió de inmediato la explosión de sabores, era potente, intenso, y sí, como ella decía, "brutal". Le recordaba el mar en su forma más pura, un sabor limpio y a la vez profundo.
—Tenerrr rrasón. Serrrr saborrr ... Prrrofundo. —Le afirmóMirándola con aprobación, observando su reacción. Después de su intercambio, Ragn guardó el resto de los mariscos en la cocina improvisada del barco (Tenía una al aire libre, una mesa con algunos objetos y comidas). Se sentó de nuevo en su rincón, abriendo el diario para añadir unas pocas líneas antes de que las tareas del día lo absorbieran por completo. Su letra era firme y algo inclinada, marcada por una calma inusual en alguien de su tamaño.
Luego de escribir la última frase, levantó la mirada. Aunque su vida era una cadena constante de huidas, sentía que en aquel barco había encontrado un grupo que lo aceptaba sin preguntas, sin necesidad de justificar su pasado. Qué bonito era todo ... Salvo para la rubia, que apareció gritando ayuda como si no hubiera un mañana. Sostenía un cacho de pez que tenía unos colores muy peculiares. — No crrreeer ... ¡NO! — Parecía que se estaba lamentando, pero lo que estaba haciendo es celebrar. Del brazo derecho de Ragn emanó rápidamente un gasecillo de un color indeterminado que se filtró por las escamas del gran pez. Era un gas que ayudaba a dormir con relativa facilidad. — Trilobetus Morian. — Dijo sin fallo esta vez en el habla. Cada vez sucedía más, el que no pronunciara de manera tan horrenda, le salía sin pensar. Aquel era un pez extrañísimo en aquellas aguas, pero Airgid lo había conseguido pescar de ... Alguna extraña manera. El vikingo puso los brazos en jarra. — ¿Cómo hasserrr? — Miró a la rubia de manera brusca. Se sentía un poco mal por no haberlo podido cazar él. Lo cual tampoco tenía mucho sentido, ya que con la caña que tenía jamás hubiera podido atrapar semejante animalito.
La sirena le mostró la bolsa con crustáceos, almejas y erizos marinos aún vivos. Su entusiasmo era tan evidente que Ragn notó cómo le animaba el rostro y las palabras, y no pudo evitar sentir algo de curiosidad. — Serrr buen materrrial. — Contestó poniendo el ojo en la mercancía. Ragn tomó la bolsa con cuidado, observando su contenido. Era una redecilla resistente, llena de pequeñas criaturas que aún se movían. El olor a mar le golpeó enseguida, pero él lo recibió con una sonrisa, casi divertida. Había cocinado todo tipo de alimentos, y le complacía tener el desafío de algo nuevo y fresco. Observó a Asradi, quien, con esa expresión de pura satisfacción, lo miraba como si acabara de traerle un trofeo. — Ponerrr a cossinarrr prrrronto. Ayerrr llenarrr desspensa con víverres. Messclanzo alguna cossa ... Poderrr salirrr buen mejunje. —Comentó con su voz profunda y serena, mientras examinaba los erizos. Era evidente que ella había elegido cuidadosamente las piezas, y cada una era perfecta para un festín marino. —Crrreo que tenerrrr idea. — Él asintió y, con curiosidad, tomó uno de los erizos, abriéndolo con destreza. Alzó una porción del contenido cremoso y anaranjado, notando el aroma salado y mineral que emanaba. Se llevó el bocado a la boca y sintió de inmediato la explosión de sabores, era potente, intenso, y sí, como ella decía, "brutal". Le recordaba el mar en su forma más pura, un sabor limpio y a la vez profundo.
—Tenerrr rrasón. Serrrr saborrr ... Prrrofundo. —Le afirmóMirándola con aprobación, observando su reacción. Después de su intercambio, Ragn guardó el resto de los mariscos en la cocina improvisada del barco (Tenía una al aire libre, una mesa con algunos objetos y comidas). Se sentó de nuevo en su rincón, abriendo el diario para añadir unas pocas líneas antes de que las tareas del día lo absorbieran por completo. Su letra era firme y algo inclinada, marcada por una calma inusual en alguien de su tamaño.
Cita:I dag tok Asradi med seg en marin skatt, en prøve av havet som hun bærer med seg, og som for henne virker mer naturlig enn selve luften. Denne gaven er ikke bare mat; Det er en påminnelse om forbindelsen han har med dypet, et bånd som resten av oss bare kan forestille oss."-
Luego de escribir la última frase, levantó la mirada. Aunque su vida era una cadena constante de huidas, sentía que en aquel barco había encontrado un grupo que lo aceptaba sin preguntas, sin necesidad de justificar su pasado. Qué bonito era todo ... Salvo para la rubia, que apareció gritando ayuda como si no hubiera un mañana. Sostenía un cacho de pez que tenía unos colores muy peculiares. — No crrreeer ... ¡NO! — Parecía que se estaba lamentando, pero lo que estaba haciendo es celebrar. Del brazo derecho de Ragn emanó rápidamente un gasecillo de un color indeterminado que se filtró por las escamas del gran pez. Era un gas que ayudaba a dormir con relativa facilidad. — Trilobetus Morian. — Dijo sin fallo esta vez en el habla. Cada vez sucedía más, el que no pronunciara de manera tan horrenda, le salía sin pensar. Aquel era un pez extrañísimo en aquellas aguas, pero Airgid lo había conseguido pescar de ... Alguna extraña manera. El vikingo puso los brazos en jarra. — ¿Cómo hasserrr? — Miró a la rubia de manera brusca. Se sentía un poco mal por no haberlo podido cazar él. Lo cual tampoco tenía mucho sentido, ya que con la caña que tenía jamás hubiera podido atrapar semejante animalito.