La escena en la cueva estaba teñida de tensión y expectación. Octojin, Ray y Balagus aguardaban listos, cada uno en sus posiciones asignadas y con la estrategia bien definida. A pesar de sus reticencias iniciales, Octojin y Ray habían comprendido el valor del sacrificio de Balagus. La disposición del oni de servir como cebo era un riesgo colosal, pero su confianza en sus compañeros le permitía aceptar la responsabilidad sin dudar. Al ubicarse en el centro de la caverna y avanzar cojeando hacia la criatura, Balagus captó la atención del monstruo, sus movimientos valientes le daban a sus aliados el espacio necesario para atacar desde las sombras.
El impacto de los ataques fue notablemente efectivo: Ray y Octojin aprovecharon la distracción proporcionada por Balagus y lanzaron sus ofensivas con precisión. Los ataques de ambos marines surgieron con sigilo y potencia, golpeando al monstruo desde distintas direcciones y obligándolo a replegarse momentáneamente, aunque su furia no disminuía. Gracias a la valentía de Balagus, que había concentrado la atención de la bestia en sí mismo, Ray y Octojin consiguieron ejecutar sus movimientos sin ser percibidos del todo por el monstruo, lo que les dio una ventaja crucial en este primer asalto.
La criatura, el temido Terror de Goza, se mantenía en una posición defensiva, sus músculos tensos y su inmensa coraza de hielo cubriéndole como una armadura natural. Con cada golpe que recibía, gruñía con una mezcla de ira y resistencia, sus sonidos graves y feroces resonando en la cueva. Sin embargo, los ataques de Octojin, reforzados por el poder del agua y el dominio del karate gyojin, lograron impactar con tanta fuerza que pequeñas fisuras comenzaron a aparecer en la coraza helada de la bestia. Al sentir los devastadores golpes de Ray y Balagus, la criatura emitió un rugido que retumbó en las paredes de la cueva, desmoronando fragmentos de arena y polvo del techo, como si el propio lugar estuviera a punto de colapsar. El hacha de Balagus le había causado un corte en su rostro que añadía una cicatriz y un torrente de sangre en su gélida piel para volver mas temeroso aun. La temperatura del ambiente aumentó ligeramente, sugiriendo que el monstruo, momentáneamente debilitado, estaba perdiendo parte de su dominio gélido.
Pero el Terror de Goza no había ganado su fama por rendirse fácilmente ante sus cazadores. Ahora, sin su armadura, era mucho mas ágil y fuerte. Avanzó hacia ellos, arrastrando consigo una ola de agua gélida que barrió la cueva. Con un movimiento rápido y brutal, lanzó un potente puñetazo con su mano derecha hacia Octojin, mientras dirigía otro con su izquierda hacia Ray, sus enormes extremidades empujaban el aire con violencia. Al mismo tiempo, su cabeza se abalanzó hacia el centro, enfocando a Balagus. La criatura abrió su gigantesca boca, dejando ver una monstruosa dentadura, y emitió un rugido cargado de un aliento helado y putrefacto, que chocó contra el rostro del oni con la fuerza de una ventisca mortal, dejando claro que la lucha estaba lejos de terminar.
El impacto de los ataques fue notablemente efectivo: Ray y Octojin aprovecharon la distracción proporcionada por Balagus y lanzaron sus ofensivas con precisión. Los ataques de ambos marines surgieron con sigilo y potencia, golpeando al monstruo desde distintas direcciones y obligándolo a replegarse momentáneamente, aunque su furia no disminuía. Gracias a la valentía de Balagus, que había concentrado la atención de la bestia en sí mismo, Ray y Octojin consiguieron ejecutar sus movimientos sin ser percibidos del todo por el monstruo, lo que les dio una ventaja crucial en este primer asalto.
La criatura, el temido Terror de Goza, se mantenía en una posición defensiva, sus músculos tensos y su inmensa coraza de hielo cubriéndole como una armadura natural. Con cada golpe que recibía, gruñía con una mezcla de ira y resistencia, sus sonidos graves y feroces resonando en la cueva. Sin embargo, los ataques de Octojin, reforzados por el poder del agua y el dominio del karate gyojin, lograron impactar con tanta fuerza que pequeñas fisuras comenzaron a aparecer en la coraza helada de la bestia. Al sentir los devastadores golpes de Ray y Balagus, la criatura emitió un rugido que retumbó en las paredes de la cueva, desmoronando fragmentos de arena y polvo del techo, como si el propio lugar estuviera a punto de colapsar. El hacha de Balagus le había causado un corte en su rostro que añadía una cicatriz y un torrente de sangre en su gélida piel para volver mas temeroso aun. La temperatura del ambiente aumentó ligeramente, sugiriendo que el monstruo, momentáneamente debilitado, estaba perdiendo parte de su dominio gélido.
Pero el Terror de Goza no había ganado su fama por rendirse fácilmente ante sus cazadores. Ahora, sin su armadura, era mucho mas ágil y fuerte. Avanzó hacia ellos, arrastrando consigo una ola de agua gélida que barrió la cueva. Con un movimiento rápido y brutal, lanzó un potente puñetazo con su mano derecha hacia Octojin, mientras dirigía otro con su izquierda hacia Ray, sus enormes extremidades empujaban el aire con violencia. Al mismo tiempo, su cabeza se abalanzó hacia el centro, enfocando a Balagus. La criatura abrió su gigantesca boca, dejando ver una monstruosa dentadura, y emitió un rugido cargado de un aliento helado y putrefacto, que chocó contra el rostro del oni con la fuerza de una ventisca mortal, dejando claro que la lucha estaba lejos de terminar.