Umibozu
El Naufragio
29-10-2024, 05:20 PM
El frenesí del combate terminaría pronto. Ninguno de los bandos parecía querer dar su brazo a torcer y estaba poniendo todo el empeño posible en tumbar al otro. Mientras tanto yo contenía mis ansias de unirme a la refriega porque eso significaría destrozar notablemente el barco restaurante. Tenía un tamaño descomunal para ser un barco, pero no dejaba de ser una embarcación y yo un bicho de un tamaño nada desdeñable. Mientras tanto, Timsy hacía las veces de comentarista narrando los golpes y porrazos. Tratando de llamar mi atención iba señalando aquí y allá mientras se desternillaba de los impactos más cómicos. Todos parecían haberse vuelto en una suerte de campeonato de cabezazos.
-¿Sí-lurk? – la sirena me increpó con su genuina amabilidad. Era fascinante como alguien aparentemente tan dulce podía demostrar un carácter como el que había hecho gala hacía unos instantes al gritarle al tontatta - ¡Voy-lurk!
Sin esperar más indicaciones me sumergí en busca de lo indicado. Junto a mí vino Timsy. Arriba en la superficie quedaron los gritos y ruidos del combate. Poco a poco fueron dejando paso a un silencio y presión en los tímpanos que me resultaban tan familiares como gratificantes. Era mi elemento y como tal, me sentía a gusto y seguro en él. Encendí la luz de mi apéndice para tener mejor visibilidad. El East Blue no era excesivamente profundo, pero a medida que uno descendía en la columna de agua los rayos de sol iban siendo menos intensos.
-¡Mumi! ¡Aquí hay un erizo!
El alevín de pez bruja inició un desespinado del pobre animal. Ignoraba si le dolería o si como las medusas su sistema nervioso era tan primitivo y simple que casi podría considerarse inexistente.
-Nos lo llevamos entero-lurk – comenté con voz apremiante. No sabía como estaría la situación por arriba en la superficie y quizás hicieran más de un par de púas. No estaría de más tener reservas suficientes.
Cuando llegué todo parecía haber terminado. La situación era algo lamentable. Todos derrotados y demacrados. La supremacía de los revolucionarios había vuelto a imponerse y arrollar a los enemigos. Cada vez me gustaba más ese grupo. Cierto era que parecía un circo lleno de especímenes y personalidades a cada cual más extravagante, pero cuando debíamos cerrar filas lo hacíamos a las mil maravillas. En la unidad residía la fuerza.
-¡Eh pequeño. Yo también quiero-lurk! – le dije al vikingo extendiendo mi brazo para introducirlo al interior de la sala y tratar de conseguir algo de comida. Todo aquello me había despertado el apetito. Con un acto tan sencillo, arranqué la puerta y generé un boquete considerable a modo de entrada apta para voluminosos.
-¿No hubiera sido más sencillo que lo trajera yo?
Me encogí de hombros y comencé a tantear la sala con la extremidad. Tenía hambre.
-¿Sí-lurk? – la sirena me increpó con su genuina amabilidad. Era fascinante como alguien aparentemente tan dulce podía demostrar un carácter como el que había hecho gala hacía unos instantes al gritarle al tontatta - ¡Voy-lurk!
Sin esperar más indicaciones me sumergí en busca de lo indicado. Junto a mí vino Timsy. Arriba en la superficie quedaron los gritos y ruidos del combate. Poco a poco fueron dejando paso a un silencio y presión en los tímpanos que me resultaban tan familiares como gratificantes. Era mi elemento y como tal, me sentía a gusto y seguro en él. Encendí la luz de mi apéndice para tener mejor visibilidad. El East Blue no era excesivamente profundo, pero a medida que uno descendía en la columna de agua los rayos de sol iban siendo menos intensos.
-¡Mumi! ¡Aquí hay un erizo!
El alevín de pez bruja inició un desespinado del pobre animal. Ignoraba si le dolería o si como las medusas su sistema nervioso era tan primitivo y simple que casi podría considerarse inexistente.
-Nos lo llevamos entero-lurk – comenté con voz apremiante. No sabía como estaría la situación por arriba en la superficie y quizás hicieran más de un par de púas. No estaría de más tener reservas suficientes.
Cuando llegué todo parecía haber terminado. La situación era algo lamentable. Todos derrotados y demacrados. La supremacía de los revolucionarios había vuelto a imponerse y arrollar a los enemigos. Cada vez me gustaba más ese grupo. Cierto era que parecía un circo lleno de especímenes y personalidades a cada cual más extravagante, pero cuando debíamos cerrar filas lo hacíamos a las mil maravillas. En la unidad residía la fuerza.
-¡Eh pequeño. Yo también quiero-lurk! – le dije al vikingo extendiendo mi brazo para introducirlo al interior de la sala y tratar de conseguir algo de comida. Todo aquello me había despertado el apetito. Con un acto tan sencillo, arranqué la puerta y generé un boquete considerable a modo de entrada apta para voluminosos.
-¿No hubiera sido más sencillo que lo trajera yo?
Me encogí de hombros y comencé a tantear la sala con la extremidad. Tenía hambre.