Silver
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29-10-2024, 06:41 PM
Observando el salón mientras los interesados terminaban de examinar sus piezas, Syxel mantuvo su postura serena y la expresión segura, dejando claro que no estaba allí para conformarse con cualquier propuesta. Los destellos de las luces acentuaban la delicadeza de cada obra, y la satisfacción apenas perceptible en el semblante del mayordomo dejaba ver que la colección había causado un impacto.
Sin levantar la vista de las esculturas, el hombre hizo un comentario casual pero afilado. La ironía de sus palabras bastó para que Silver comprendiera que sus interlocutores estaban al tanto del origen de las piezas y, al parecer, lo aprobaban. Esbozó una sonrisa apenas perceptible, intuyendo que estos clientes valoraban la franqueza disfrazada de cortesía. Continuó, esta vez con la vista fija en Syxel y una ligera inclinación de cabeza hacia Don Leroy, que parecía expectante. El capitán mantuvo la compostura y calculó su respuesta. Era el momento de la verdad, y estaba al tanto de que cualquier atisbo de inseguridad o sobrevaloración podría entorpecer el acuerdo. Se acercó un paso más al mayordomo y respondió, mesurando sus palabras con precisión.
—Una colección como esta merece estar en manos que sepan apreciar su valor —dijo, dejando el tono cortés de lado—. Así que no perdamos tiempo en juegos o regateos innecesarios.
Ambos hombres mantuvieron sus rostros serenos, pero Silver captó un leve destello de aprobación en el mayordomo. El hombre del esmoquin observó a su acompañante, y, tras un asentimiento casi imperceptible, Don Leroy aceptó la oferta con un sutil gesto. El trato estaba cerrado.
Syxel mantuvo una expresión de respeto, transmitiendo satisfacción en el acuerdo. Con un movimiento discreto, el mayordomo se acercó y, tras una reverencia, sacó de su bolsillo un pequeño Den Den Mushi de tonos oscuros, sorprendentemente parecido a él en gestos y apariencia.
—Don Leroy agradece la transacción y espera que, en futuras ocasiones, no dude usted en volver a colaborar —dijo, con un ligero destello de seriedad. Luego, alargó el Den Den Mushi—. Este es un canal exclusivo que nuestro señor utiliza para casos especiales. Manténgalo cerca por si deseamos ponernos en contacto en algún momento.
Con gesto calmado, aceptó el Den Den Mushi, entendiendo la importancia de este gesto y la oportunidad que ofrecía. Sin prisa, el capitán dedicó una última mirada a Maurice, quien le devolvió una inclinación de cabeza y un gesto de aprobación.
Con la transacción concluida y sus piezas ya aseguradas, Syxel se tomó el resto de la noche para observar el entorno y entablar conversación con aquellos que, a su parecer, podían servirle en futuros negocios. Manteniendo una charla educada y cordial con otras figuras de relevancia, buscaba nuevas conexiones, consciente de que, aunque esta noche había sido un éxito, sus ambiciones en este nuevo mundo apenas comenzaban.
Sin levantar la vista de las esculturas, el hombre hizo un comentario casual pero afilado. La ironía de sus palabras bastó para que Silver comprendiera que sus interlocutores estaban al tanto del origen de las piezas y, al parecer, lo aprobaban. Esbozó una sonrisa apenas perceptible, intuyendo que estos clientes valoraban la franqueza disfrazada de cortesía. Continuó, esta vez con la vista fija en Syxel y una ligera inclinación de cabeza hacia Don Leroy, que parecía expectante. El capitán mantuvo la compostura y calculó su respuesta. Era el momento de la verdad, y estaba al tanto de que cualquier atisbo de inseguridad o sobrevaloración podría entorpecer el acuerdo. Se acercó un paso más al mayordomo y respondió, mesurando sus palabras con precisión.
—Una colección como esta merece estar en manos que sepan apreciar su valor —dijo, dejando el tono cortés de lado—. Así que no perdamos tiempo en juegos o regateos innecesarios.
Ambos hombres mantuvieron sus rostros serenos, pero Silver captó un leve destello de aprobación en el mayordomo. El hombre del esmoquin observó a su acompañante, y, tras un asentimiento casi imperceptible, Don Leroy aceptó la oferta con un sutil gesto. El trato estaba cerrado.
Syxel mantuvo una expresión de respeto, transmitiendo satisfacción en el acuerdo. Con un movimiento discreto, el mayordomo se acercó y, tras una reverencia, sacó de su bolsillo un pequeño Den Den Mushi de tonos oscuros, sorprendentemente parecido a él en gestos y apariencia.
—Don Leroy agradece la transacción y espera que, en futuras ocasiones, no dude usted en volver a colaborar —dijo, con un ligero destello de seriedad. Luego, alargó el Den Den Mushi—. Este es un canal exclusivo que nuestro señor utiliza para casos especiales. Manténgalo cerca por si deseamos ponernos en contacto en algún momento.
Con gesto calmado, aceptó el Den Den Mushi, entendiendo la importancia de este gesto y la oportunidad que ofrecía. Sin prisa, el capitán dedicó una última mirada a Maurice, quien le devolvió una inclinación de cabeza y un gesto de aprobación.
Con la transacción concluida y sus piezas ya aseguradas, Syxel se tomó el resto de la noche para observar el entorno y entablar conversación con aquellos que, a su parecer, podían servirle en futuros negocios. Manteniendo una charla educada y cordial con otras figuras de relevancia, buscaba nuevas conexiones, consciente de que, aunque esta noche había sido un éxito, sus ambiciones en este nuevo mundo apenas comenzaban.