Asradi
Völva
29-10-2024, 08:33 PM
Asradi se había olvidado por completo de la batalla que se estaba suscitando y ahora todos su sentidos estaban puestos en Tofun Por fortuna, había logrado detener el sangrado, aunque el estado del tontatta todavía era grave.
— Gracias, Umi. — Fue el tono suave el que empleó hacia el enorme ser marino, que le habia cumplido con la petición a las mil maravillas. Con esas espinas de erizo marino, pudo lograr sacar las balas que se habían quedado en el cuerpo de Tofun y luego desinfectarle del todo las heridas. Mientras hacía esto, tanto Alistair como Lobo se habían acercado a ella. Ambos necesitaban tratamiento también.
— Ahora voy con vosotros. — Les miró preocupada y con una sonrisa de disculpa. Ellos no revestían gravedad, tras echarles un primer vistazo, al menos no de forma física. Aunque sí sonrió un poco más, agradecida, cuando Airgid se aproximó para ofrecerle ayuda. Un suspiro salió de la sirena. Era doctora, sí, pero había cosas que se le escapaban a su control y, de hecho, ni tan siquiera era cirujana como tal. Lo suyo era hacer medicamentos, pero también debía sabe cómo y cuando emplearlos.
— Por favor, Airgid. — Se lo agradecía enormemente. — Puedes desinfectarles los cortes que puedan tener con eso. — Le señaló un tarro de madera con un espeso ungüento verde amarronado. La verdad es que no tenía la mejor pinta, visualmente hablando, pero era un efectivo antiséptico.
Tras eso, Asradi se afanó de nuevo en Tofun. De todas maneras, no se le había pasado desapercibida la expresión de Alistair. Había coincidido con el lunarian en el pasado y ella era lo suficientemente empática como para saber que algo no andaba bien con el rayito de luz que era Alistair. Solo había tenido que mirarle a los ojos. Luego tendría una conversación con él.
Las horas posteriores no fueron, definitivamente, una fiesta para la sirena. Después de que todos hubiesen sido tratados de sus heridas, Asradi había pasado todo ese tiempo posterior con Tofun. Incluso más de una vez, seguramente, la habrían pillado durmiendo, agotada, y apoyada en la improvisada camilla que habían dispuesto para Tofun en el Baratie. No había sido recomendable moverlo hasta que estuviese estabilizado.
Aunque la sirena se había perdido, mayoritariamente, la fiesta, se sentía más satisfecha mientras cuidaba a los heridos y esperaba a que Tofun despertase y se fuese recuperando poco a poco de sus heridas. Eso sí: siempre bajo su estrecha vigilancia.
— Gracias, Umi. — Fue el tono suave el que empleó hacia el enorme ser marino, que le habia cumplido con la petición a las mil maravillas. Con esas espinas de erizo marino, pudo lograr sacar las balas que se habían quedado en el cuerpo de Tofun y luego desinfectarle del todo las heridas. Mientras hacía esto, tanto Alistair como Lobo se habían acercado a ella. Ambos necesitaban tratamiento también.
— Ahora voy con vosotros. — Les miró preocupada y con una sonrisa de disculpa. Ellos no revestían gravedad, tras echarles un primer vistazo, al menos no de forma física. Aunque sí sonrió un poco más, agradecida, cuando Airgid se aproximó para ofrecerle ayuda. Un suspiro salió de la sirena. Era doctora, sí, pero había cosas que se le escapaban a su control y, de hecho, ni tan siquiera era cirujana como tal. Lo suyo era hacer medicamentos, pero también debía sabe cómo y cuando emplearlos.
— Por favor, Airgid. — Se lo agradecía enormemente. — Puedes desinfectarles los cortes que puedan tener con eso. — Le señaló un tarro de madera con un espeso ungüento verde amarronado. La verdad es que no tenía la mejor pinta, visualmente hablando, pero era un efectivo antiséptico.
Tras eso, Asradi se afanó de nuevo en Tofun. De todas maneras, no se le había pasado desapercibida la expresión de Alistair. Había coincidido con el lunarian en el pasado y ella era lo suficientemente empática como para saber que algo no andaba bien con el rayito de luz que era Alistair. Solo había tenido que mirarle a los ojos. Luego tendría una conversación con él.
Las horas posteriores no fueron, definitivamente, una fiesta para la sirena. Después de que todos hubiesen sido tratados de sus heridas, Asradi había pasado todo ese tiempo posterior con Tofun. Incluso más de una vez, seguramente, la habrían pillado durmiendo, agotada, y apoyada en la improvisada camilla que habían dispuesto para Tofun en el Baratie. No había sido recomendable moverlo hasta que estuviese estabilizado.
Aunque la sirena se había perdido, mayoritariamente, la fiesta, se sentía más satisfecha mientras cuidaba a los heridos y esperaba a que Tofun despertase y se fuese recuperando poco a poco de sus heridas. Eso sí: siempre bajo su estrecha vigilancia.