Alistair
Mochuelo
29-10-2024, 09:56 PM
Su gesto cercano, tan esporádico como cargado de emoción, había sido correspondido por la chica y poco más podía pedir para hacer del día el mejor en mucho tiempo. Conocer a alguien con intereses similares, poder aprender tanto como en un futuro podría enseñar, e incluso brindar un apoyo emocional a un ciclo doloroso para ambos; había sido un encuentro completamente azaroso, gobernado enteramente por las fuerzas invisibles que llevaban la causalidad del todo, y seguramente le daría unos profundos y sinceros agradecimientos a las mencionadas fuerzas si tuviese alguna forma, o si supiera que le escucharían en primer lugar.
¡Que había soltado un sonidito por la sorpresa! Seguramente le picaría amistosamente en una próxima ocasión con eso, pero por ahora, tan solo podía disfrutar de la instancia que había dejado atrás cada deje de emoción negativa capaz de invocar, reemplazándose con un aire jovial y enérgico entre una criatura perteneciente a los océanos y otra perteneciente a los cielos. Todavía tenían mucho, pero mucho que compartirse. Y sabía que ninguno de los dos rechazaría el prospecto, recibiéndolo en brazos abiertos en cambio. Incluso cuando los cuerpos de ambos tomaron distancia del otro al finalizar ese fugaz momento, la enorme sonrisa de tonto en el rostro de Alistair no se desvaneció en lo absoluto.
Incluso en media broma, el comentario de Asra le dió algo en qué pensar: Era cierto que el método sugerido era usado desde antaño, clásico de las tribus menos tecnológicas, métodos rudimentarios que a veces probaban ser sorprendentemente eficientes. ¿Quizá podía encontrar más y más respuestas visitando comunidades así y conviviendo con ellos? Definitivamente valía la pena intentarlo; lo peor que podía pasar era que recibiera una negativa, el resto era desde ese punto para arriba. — De hecho... Es un muy buen punto. Puede que esté intentando observar muy por fuera de la caja y buscando en sus etiquetas, cuando la respuesta puede ser tan simple como abrirla y observar lo que hay dentro. — Una metáfora que, en esencia, era otra forma de admitir que lo estaba pensando de más. Podía ser que sus soluciones estuvieran frente a su nariz todo este tiempo, y no las notaba por ver mas allá de lo necesario.
Los buenos deseos posteriores no pasaron desapercibidos, y como era de esperar de él, hinchó el pecho con el orgullo y no demoró su respuesta. — ¡Así será, no lo dudes! A lo primero y lo segundo. Puede que haya problemas en el camino, y espero que solo me estalle en la cara una o dos veces, pero estoy seguro que eventualmente llegaré a un prototipo armado y funcional que conseguirá ser de utilidad a muchas personas. — Soltó una carcajada pequeña, feliz ante la idea. — Y si no fuera el caso, siempre puedo intentar con algo más. ¡Lo importante es no dejar de hacer el mejor esfuerzo! — Era así de tozudo, para bien y para mal, pero más para bien.
Su cabeza se inclinó un poco hacia su hombro cuando ella empezó a rebuscar en sus pertenencias, llevándose una sorpresa confusa cuando le entregó un par de bolsitas. Conociéndola, estaba seguro que se trataba de algo bueno que le sería de utilidad, pero el total desconocimiento de su contenido le impedía escapar de esa mirada inundada en duda. — ¿Qué son? — Orégano y eucalipto. Su mirada se iluminó al momento, pues podía sacar bastantes utilidades provechosas de las plantas puntualmente para el pequeño experimento que le había comentado a Asra. — Pero, ¿estas segura? ¿No te harán falta después? — Preguntó inicialmente, aunque no tardó en reemplazar su expresión de duda por su habitual sonrisa, dedicándosela. — Gracias, de verdad. ¡Te prometo que les sacaré el mayor provecho posible! — Su mirada bajó un segundo a las pequeñas bolsitas, dedicándoles su atención por un segundo para luego, con algunos movimientos diestros y un par de nudos bien puestos, cerrarlas a la vez que las colgó de su cinturón, asegurándose de que tolerarían hasta el agitado movimiento de un vuelo del Lunarian.
Su mano ahora fue al hombro de la chica, acompañando sus siguientes palabras. — Si alguna vez necesitas cualquier cosa y puedes hacérmelo saber, no dudes en decírmelo y haré tanto como pueda para ayudarte con ese algo, ¿si? No como un pago de una deuda, sino... Como una mano a una amiga de corazón. — Las últimas silabas se acompañaron con un tono dulce y honesto, queriendo comunicar el sentimiento de la forma más genuina posible. A pesar de no ser más de un día, sentía una cercanía especial con la chica, la clase de persona a la que ofrecía su hombro sin falta y con quien sabía que podía contar cuando las cosas pasasen a peores. La clase de personas que nunca se van de tu vida, y si lo hicieran, dejan tras ellos una marca permanente para bien.
Sí, definitivamente había sido un día maravilloso. Tanto como para no notar todo el tiempo que habían pasado charlando, compartiendo ideas, y demás. Tanto como para no notar que, agotado, el sol ya quería esconderse mas allá del horizonte, marcando el paso del tiempo hacia la tarde y amenazando con pronto empezar a oscurecer.
¡Que había soltado un sonidito por la sorpresa! Seguramente le picaría amistosamente en una próxima ocasión con eso, pero por ahora, tan solo podía disfrutar de la instancia que había dejado atrás cada deje de emoción negativa capaz de invocar, reemplazándose con un aire jovial y enérgico entre una criatura perteneciente a los océanos y otra perteneciente a los cielos. Todavía tenían mucho, pero mucho que compartirse. Y sabía que ninguno de los dos rechazaría el prospecto, recibiéndolo en brazos abiertos en cambio. Incluso cuando los cuerpos de ambos tomaron distancia del otro al finalizar ese fugaz momento, la enorme sonrisa de tonto en el rostro de Alistair no se desvaneció en lo absoluto.
Incluso en media broma, el comentario de Asra le dió algo en qué pensar: Era cierto que el método sugerido era usado desde antaño, clásico de las tribus menos tecnológicas, métodos rudimentarios que a veces probaban ser sorprendentemente eficientes. ¿Quizá podía encontrar más y más respuestas visitando comunidades así y conviviendo con ellos? Definitivamente valía la pena intentarlo; lo peor que podía pasar era que recibiera una negativa, el resto era desde ese punto para arriba. — De hecho... Es un muy buen punto. Puede que esté intentando observar muy por fuera de la caja y buscando en sus etiquetas, cuando la respuesta puede ser tan simple como abrirla y observar lo que hay dentro. — Una metáfora que, en esencia, era otra forma de admitir que lo estaba pensando de más. Podía ser que sus soluciones estuvieran frente a su nariz todo este tiempo, y no las notaba por ver mas allá de lo necesario.
Los buenos deseos posteriores no pasaron desapercibidos, y como era de esperar de él, hinchó el pecho con el orgullo y no demoró su respuesta. — ¡Así será, no lo dudes! A lo primero y lo segundo. Puede que haya problemas en el camino, y espero que solo me estalle en la cara una o dos veces, pero estoy seguro que eventualmente llegaré a un prototipo armado y funcional que conseguirá ser de utilidad a muchas personas. — Soltó una carcajada pequeña, feliz ante la idea. — Y si no fuera el caso, siempre puedo intentar con algo más. ¡Lo importante es no dejar de hacer el mejor esfuerzo! — Era así de tozudo, para bien y para mal, pero más para bien.
Su cabeza se inclinó un poco hacia su hombro cuando ella empezó a rebuscar en sus pertenencias, llevándose una sorpresa confusa cuando le entregó un par de bolsitas. Conociéndola, estaba seguro que se trataba de algo bueno que le sería de utilidad, pero el total desconocimiento de su contenido le impedía escapar de esa mirada inundada en duda. — ¿Qué son? — Orégano y eucalipto. Su mirada se iluminó al momento, pues podía sacar bastantes utilidades provechosas de las plantas puntualmente para el pequeño experimento que le había comentado a Asra. — Pero, ¿estas segura? ¿No te harán falta después? — Preguntó inicialmente, aunque no tardó en reemplazar su expresión de duda por su habitual sonrisa, dedicándosela. — Gracias, de verdad. ¡Te prometo que les sacaré el mayor provecho posible! — Su mirada bajó un segundo a las pequeñas bolsitas, dedicándoles su atención por un segundo para luego, con algunos movimientos diestros y un par de nudos bien puestos, cerrarlas a la vez que las colgó de su cinturón, asegurándose de que tolerarían hasta el agitado movimiento de un vuelo del Lunarian.
Su mano ahora fue al hombro de la chica, acompañando sus siguientes palabras. — Si alguna vez necesitas cualquier cosa y puedes hacérmelo saber, no dudes en decírmelo y haré tanto como pueda para ayudarte con ese algo, ¿si? No como un pago de una deuda, sino... Como una mano a una amiga de corazón. — Las últimas silabas se acompañaron con un tono dulce y honesto, queriendo comunicar el sentimiento de la forma más genuina posible. A pesar de no ser más de un día, sentía una cercanía especial con la chica, la clase de persona a la que ofrecía su hombro sin falta y con quien sabía que podía contar cuando las cosas pasasen a peores. La clase de personas que nunca se van de tu vida, y si lo hicieran, dejan tras ellos una marca permanente para bien.
Sí, definitivamente había sido un día maravilloso. Tanto como para no notar todo el tiempo que habían pasado charlando, compartiendo ideas, y demás. Tanto como para no notar que, agotado, el sol ya quería esconderse mas allá del horizonte, marcando el paso del tiempo hacia la tarde y amenazando con pronto empezar a oscurecer.