Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
29-10-2024, 10:03 PM
(Última modificación: 30-10-2024, 02:32 AM por Mayura Pavone.
Razón: actualizo para agregar mis stats corregidos.
)
La situación había cambiado de un momento de relajación en el bote mercante rumbo a Demontooth a un escenario donde cada movimiento contaba. Estaba rodeado de marines, y aunque ninguno parecía sospechar su identidad o notar su recompensa, sabía que un paso en falso podría llevarlo a la celda más cercana. Por dentro, sin embargo, el Pavo Real del Océano mantenía sus sentidos en alerta.
— Mayura Pavone —murmuró en un tono suave cuando le pidieron su nombre, como si no tuviera nada que ocultar. Ante la siguiente pregunta, comentó que provenía de una isla de la Gran Ruta Maritima, un lugar lo suficientemente ambiguo para evitar preguntas adicionales. Al pedirle que indicara un testigo de sus últimas actividades, hizo una pausa calculada antes de responder con un gesto despreocupado. — Lamentablemente, mis compañeros de viaje parecen haber tomado diferentes direcciones al llegar a la isla. — Su tono de voz era calmado, casi indiferente, y sus palabras medidamente elegantes, permaneciendo en silencio mientras el marinero del cuaderno anotaba cada una de sus respuestas.
Mientras el marinero continuaba con las preguntas mecánicas, Mayura aprovechó para observar a su alrededor. La oscuridad era su aliada, cubriéndolo parcialmente y permitiéndole estudiar a cada uno de los soldados que lo rodeaban. Fue entonces cuando notó al hombre corpulento esposado, con rastros de sangre en su ropa. Por la expresión de los marines, parecía que este misterioso personaje era la verdadera razón por la que habían interceptado el bote. El hecho de que siguiera el procedimiento sin resistencia sugería experiencia en estas situaciones, y la actitud de los marines dejaba en claro que había algo más en juego.
Cuando el marine del cuaderno se dirigió a su superior, el alto oficial que los supervisaba, Mayura se mantuvo observando sin parecer interesado, aunque notó los constantes gestos en su dirección. “Interesante…” pensó, permitiéndose un ligero y controlado desdén hacia la falta de modales de aquellos que se suponía debían mostrar respeto. La situación, si bien incómoda, aún no parecía dirigida específicamente hacia él, y eso le permitía un margen de maniobra.
Al sentarse en el banco, mantuvo su postura erguida, cuidando que cada uno de sus movimientos reflejara calma y elegancia, como si fuera un espectador y no parte del grupo sospechoso. Su mente trabajaba rápido, evaluando posibilidades. ¿Debería intentar escapar? ¿O quizá era más prudente esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos? El tiempo que llevaba viajando le había enseñado a medir cuándo actuar y cuándo mantenerse a la sombra, y esta noche parecía más adecuada para lo segundo.
Cuando el joven marine se acercó al grupo para anunciar que pronto serían liberados, Mayura se permitió esbozar una pequeña sonrisa. La posibilidad de alojarse en la posada La bella durmiente era una oportunidad interesante, no solo por la comodidad temporal que representaba, sino también por la posibilidad de mezclarse con otros viajeros y escuchar rumores útiles. Además, no podía evitar notar la camaradería entre los marines, especialmente los golpes en la espalda al joven novato. Detalles que, aunque triviales, contribuían a su análisis de la situación.
Pero algo aún no cuadraba. Sus ojos se posaron nuevamente en el hombre esposado, y una idea comenzó a formarse en su mente. ¿Qué había hecho aquel tipo para merecer semejante despliegue de seguridad? Y, más importante aún, ¿cómo podía aprovechar la distracción que él representaba?
Mientras esperaba pacientemente, Mayura se inclinó hacia el hombre que tenía sentado a su derecha, uno de los otros pasajeros del bote. Con voz baja y confidencial, murmuró: — No parece una situación común, ¿verdad? ¿Sabe usted algo sobre ese hombre o de la situación? — Su tono era casual, como si hablara por pura curiosidad, pero esperaba obtener alguna información útil de su improvisado compañero. Cualquier detalle podía ser clave para entender mejor el escenario.
La situación parecía estar a punto de resolverse, y los marines pronto permitirían a los pasajeros irse a descansar. Aun así, Mayura se mantuvo en guardia, dejando que la noche ocultara sus verdaderas intenciones. Era cierto, aquel hombre ensangrentado le había servido de distracción, pero había algo en la atmósfera que le decía que el espectáculo aún no había concluido. Después de todo, el verdadero espectáculo apenas estaba comenzando, y Mayura estaba más que dispuesto a protagonizarlo.
— Mayura Pavone —murmuró en un tono suave cuando le pidieron su nombre, como si no tuviera nada que ocultar. Ante la siguiente pregunta, comentó que provenía de una isla de la Gran Ruta Maritima, un lugar lo suficientemente ambiguo para evitar preguntas adicionales. Al pedirle que indicara un testigo de sus últimas actividades, hizo una pausa calculada antes de responder con un gesto despreocupado. — Lamentablemente, mis compañeros de viaje parecen haber tomado diferentes direcciones al llegar a la isla. — Su tono de voz era calmado, casi indiferente, y sus palabras medidamente elegantes, permaneciendo en silencio mientras el marinero del cuaderno anotaba cada una de sus respuestas.
Mientras el marinero continuaba con las preguntas mecánicas, Mayura aprovechó para observar a su alrededor. La oscuridad era su aliada, cubriéndolo parcialmente y permitiéndole estudiar a cada uno de los soldados que lo rodeaban. Fue entonces cuando notó al hombre corpulento esposado, con rastros de sangre en su ropa. Por la expresión de los marines, parecía que este misterioso personaje era la verdadera razón por la que habían interceptado el bote. El hecho de que siguiera el procedimiento sin resistencia sugería experiencia en estas situaciones, y la actitud de los marines dejaba en claro que había algo más en juego.
Cuando el marine del cuaderno se dirigió a su superior, el alto oficial que los supervisaba, Mayura se mantuvo observando sin parecer interesado, aunque notó los constantes gestos en su dirección. “Interesante…” pensó, permitiéndose un ligero y controlado desdén hacia la falta de modales de aquellos que se suponía debían mostrar respeto. La situación, si bien incómoda, aún no parecía dirigida específicamente hacia él, y eso le permitía un margen de maniobra.
Al sentarse en el banco, mantuvo su postura erguida, cuidando que cada uno de sus movimientos reflejara calma y elegancia, como si fuera un espectador y no parte del grupo sospechoso. Su mente trabajaba rápido, evaluando posibilidades. ¿Debería intentar escapar? ¿O quizá era más prudente esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos? El tiempo que llevaba viajando le había enseñado a medir cuándo actuar y cuándo mantenerse a la sombra, y esta noche parecía más adecuada para lo segundo.
Cuando el joven marine se acercó al grupo para anunciar que pronto serían liberados, Mayura se permitió esbozar una pequeña sonrisa. La posibilidad de alojarse en la posada La bella durmiente era una oportunidad interesante, no solo por la comodidad temporal que representaba, sino también por la posibilidad de mezclarse con otros viajeros y escuchar rumores útiles. Además, no podía evitar notar la camaradería entre los marines, especialmente los golpes en la espalda al joven novato. Detalles que, aunque triviales, contribuían a su análisis de la situación.
Pero algo aún no cuadraba. Sus ojos se posaron nuevamente en el hombre esposado, y una idea comenzó a formarse en su mente. ¿Qué había hecho aquel tipo para merecer semejante despliegue de seguridad? Y, más importante aún, ¿cómo podía aprovechar la distracción que él representaba?
Mientras esperaba pacientemente, Mayura se inclinó hacia el hombre que tenía sentado a su derecha, uno de los otros pasajeros del bote. Con voz baja y confidencial, murmuró: — No parece una situación común, ¿verdad? ¿Sabe usted algo sobre ese hombre o de la situación? — Su tono era casual, como si hablara por pura curiosidad, pero esperaba obtener alguna información útil de su improvisado compañero. Cualquier detalle podía ser clave para entender mejor el escenario.
La situación parecía estar a punto de resolverse, y los marines pronto permitirían a los pasajeros irse a descansar. Aun así, Mayura se mantuvo en guardia, dejando que la noche ocultara sus verdaderas intenciones. Era cierto, aquel hombre ensangrentado le había servido de distracción, pero había algo en la atmósfera que le decía que el espectáculo aún no había concluido. Después de todo, el verdadero espectáculo apenas estaba comenzando, y Mayura estaba más que dispuesto a protagonizarlo.