Galhard
Gal
30-10-2024, 01:12 PM
Galhard observaba la genuina alegría en los ojos de Asradi mientras disfrutaba del vino. Su reacción le hizo sonreír y, sin pensarlo, soltó una risa suave y sincera. Verla tan animada, en un estado de auténtico disfrute, le hacía sentirse en paz, como si el mundo se hubiese detenido brevemente para darles ese instante de respiro.
—¡Entonces acepto la responsabilidad de convertirte en toda una experta en vinos! —respondió Galhard con un toque de humor, alzando nuevamente su copa en un gesto cómplice. —Verás, uno de los secretos para disfrutarlo es saber no solo el sabor, sino también los recuerdos y las emociones que te evoca. Y si algún día terminas siendo una conocedora, diré con orgullo que fui el causante.—
Mientras el ambiente festivo continuaba a su alrededor, Galhard saboreó su propio vino con calma, dejando que el calor del licor se deslizara por su garganta. Aquel momento tenía un valor especial. Cada risa, cada mirada de complicidad, y hasta el vino especiado parecían amalgamarse en un recuerdo que no quería dejar escapar. Era consciente de que, como marines, el deber los llamaría tarde o temprano a dejar atrás esos instantes de paz; pero justo por eso le daba tanto valor al presente, a esos pequeños y aparentemente insignificantes detalles que parecían entrelazarlos.
—Sabes, Asradi, nunca pensé que una fiesta en Kilombo terminaría siendo tan... memorable. A veces uno olvida lo importante que es relajarse y dejarse llevar. Y sin duda, tengo que agradecerte por ser parte de este recuerdo. —Se giró hacia ella, manteniendo la mirada un instante más de lo habitual, como si quisiera grabar ese instante en su memoria.
La brisa nocturna comenzaba a refrescar, haciendo que las luces de la fiesta brillaran aún más bajo el cielo estrellado. Galhard observó a los amigos y camaradas que se movían alrededor, algunos ya ebrios y riendo sin control, otros bailando enérgicamente bajo la música animada, mientras él y Asradi compartían aquel instante más íntimo, ajenos al resto.
—Si te soy sincero —prosiguió, su voz volviéndose un poco más baja y reflexiva—, estos momentos me recuerdan por qué vale la pena todo lo que hacemos. Cuando estoy rodeado de gente en la que confío y con quienes puedo ser yo mismo... se vuelve un motivo en sí mismo para seguir adelante, incluso en los días más duros. Como si la vida nos diera estos instantes de paz para que no olvidemos que, después de todo, siempre hay algo hermoso por lo que luchar.
Hizo una pausa, dándole un nuevo sorbo a su copa, dejando que el silencio se asentara, mientras el murmullo de la fiesta seguía de fondo. Luego, con una sonrisa divertida, señaló la copa de Asradi y añadió:
—Y ahora dime, ¿en qué lugar del mundo encontraste un vino que superara este? Porque si no, tendremos que hacer de este un brindis tradicional en cada misión o encuentro que tengamos. —
—¡Entonces acepto la responsabilidad de convertirte en toda una experta en vinos! —respondió Galhard con un toque de humor, alzando nuevamente su copa en un gesto cómplice. —Verás, uno de los secretos para disfrutarlo es saber no solo el sabor, sino también los recuerdos y las emociones que te evoca. Y si algún día terminas siendo una conocedora, diré con orgullo que fui el causante.—
Mientras el ambiente festivo continuaba a su alrededor, Galhard saboreó su propio vino con calma, dejando que el calor del licor se deslizara por su garganta. Aquel momento tenía un valor especial. Cada risa, cada mirada de complicidad, y hasta el vino especiado parecían amalgamarse en un recuerdo que no quería dejar escapar. Era consciente de que, como marines, el deber los llamaría tarde o temprano a dejar atrás esos instantes de paz; pero justo por eso le daba tanto valor al presente, a esos pequeños y aparentemente insignificantes detalles que parecían entrelazarlos.
—Sabes, Asradi, nunca pensé que una fiesta en Kilombo terminaría siendo tan... memorable. A veces uno olvida lo importante que es relajarse y dejarse llevar. Y sin duda, tengo que agradecerte por ser parte de este recuerdo. —Se giró hacia ella, manteniendo la mirada un instante más de lo habitual, como si quisiera grabar ese instante en su memoria.
La brisa nocturna comenzaba a refrescar, haciendo que las luces de la fiesta brillaran aún más bajo el cielo estrellado. Galhard observó a los amigos y camaradas que se movían alrededor, algunos ya ebrios y riendo sin control, otros bailando enérgicamente bajo la música animada, mientras él y Asradi compartían aquel instante más íntimo, ajenos al resto.
—Si te soy sincero —prosiguió, su voz volviéndose un poco más baja y reflexiva—, estos momentos me recuerdan por qué vale la pena todo lo que hacemos. Cuando estoy rodeado de gente en la que confío y con quienes puedo ser yo mismo... se vuelve un motivo en sí mismo para seguir adelante, incluso en los días más duros. Como si la vida nos diera estos instantes de paz para que no olvidemos que, después de todo, siempre hay algo hermoso por lo que luchar.
Hizo una pausa, dándole un nuevo sorbo a su copa, dejando que el silencio se asentara, mientras el murmullo de la fiesta seguía de fondo. Luego, con una sonrisa divertida, señaló la copa de Asradi y añadió:
—Y ahora dime, ¿en qué lugar del mundo encontraste un vino que superara este? Porque si no, tendremos que hacer de este un brindis tradicional en cada misión o encuentro que tengamos. —