Tofun
El Largo
30-10-2024, 07:57 PM
Rocket se movió con rapidez entre las callejuelas empapadas de Loguetown, dirigiéndose a un puesto de ropa en medio del bullicio. Allí encontró lo que buscaba: dos pelucas idénticas que harían maravillas para despistar a los marines. Después de regatear un poco con el vendedor, consiguió ambas pelucas por un buen precio, cerrando el trato en 50,000 Berries. La sonrisa del comerciante reflejaba satisfacción, aunque Rocket se retiró pensando que había obtenido una ganga.
Al dirigirse hacia la taberna, la lluvia seguía cayendo en una constante llovizna, cubriendo el suelo de charcos y obligando a los transeúntes a resguardarse bajo las capas y sombreros que les protegían de las gotas. La taberna estaba a rebosar de gente que buscaba refugio, creando un ambiente cálido y ruidoso en comparación con el clima gris y húmedo del exterior. Rocket se movió entre la multitud, con la capucha baja, y localizó rápidamente a un camarero que parecía estar al tanto de los murmullos y rumores locales.
Después de una breve conversación, el camarero, astuto y avispado, le dejó claro que provocar un alboroto en estos tiempos tan inestables no sería nada barato. Con los marines en la ciudad, y el ambiente cada vez más tenso, si Rocket quería un "follón" que distrajera a los presentes y desviara la atención, tendría que desembolsar una cifra considerable. Al final, cerraron el trato en 500,000 Berries. Rocket pagó consciente de que aunque el precio era alto, esta distracción le daría una valiosa ventaja.
Con el follón asegurado para unos minutos más adelante, Rocket salió de la taberna y se dirigió hacia la zona donde se encontraba la casa de Tadao. La calle que conducía a la casa estaba algo más tranquila, y la llovizna, aunque constante, ayudaba a ocultar su silueta entre las sombras de las construcciones. Observó el edificio: un bloque sencillo de viviendas sin nada particularmente distintivo, con un balcón en el segundo piso y un tejado accesible. Desde su posición, también pudo ver a los cuatro marines que, entre miradas suspicaces y expresiones de alerta, se dirigían hacia la entrada principal del edificio. Rocket avanzó sigilosamente hacia la parte trasera del bloque, utilizando los estrechos callejones que le permitían mantenerse fuera de la vista de los marines. Percibió sus hakis, y el de muchos otros ciudadanos de Loguetown, no había ninguno superior al suyo salvo por una potente presencia situada en el puerto sur, alguien mas fuerte que el.
Al llegar a la pared posterior del edificio, evaluó la estructura y comprobó que el ascenso sería relativamente sencillo gracias a unas repisas y salientes que facilitarían la escalada. Con movimientos ágiles y precisos, se elevó por la pared, asegurando cada paso para evitar resbalones a causa de la lluvia. Al alcanzar el tejado, Rocket se movió rápidamente hacia la terraza, asegurándose de que no hubiera nadie vigilando desde las calles. Desde allí, se deslizó hasta el balcón de Tadao, donde lo vio de espaldas, ajeno a la situación. Al tocar la ventana, el joven dio un leve sobresalto, y Rocket, con un dedo en los labios, le indicó que guardara silencio.
De fondo se comenzaba a escuchar un follón en una de las tabernas cercanas, dos supuestos borrachos comenzaban a discutir por algún motivo y parecía que mas gente comenzaba a unirse a la trifulca. Los marines, parecían haber utilizado un Den Den Mushi para avisar y habían comenzado a ascender el edificio, sin hacer ruido, intentando no revelar su asalto a la viviendo del joven Tadao.
La habitación de Tadao era un caos organizado. Cada centímetro estaba ocupado por herramientas, piezas sueltas de metal y bocetos esparcidos sobre mesas y estantes. En una esquina, una mesa abarrotada con artefactos medio desmontados y frascos llenos de líquidos de colores inciertos; en otra, un esquema detallado de diferentes dispositivos cubría toda la pared, con notas garabateadas a mano y fórmulas a medio hacer. Por el suelo, varios cables serpenteaban entre los muebles, conectando dispositivos que parpadeaban de vez en cuando, algunos haciendo zumbidos o emitiendo leves destellos de luz azul.
Alrededor de la habitación, Tadao había instalado diversos mecanismos de seguridad. Uno de ellos era una pequeña esfera brillante, camuflada en una estantería, que se activaba en cuanto alguien cruzaba cierta línea invisible cerca de la ventana.
Ver cómo un mapache picaba en tu ventana y te mandaba callar cuando vives en un tercer piso, en un día lluvioso, sabiendo además que la Marina anda tras tu prototipo... bueno, era cuanto menos una situación confusa. La cara de Tadao tardó unos segundos en recolocarse tras el susto inicial, pero cuando lo hizo, se acercó a la ventana con calma, con una expresión de curiosidad que no disimulaba del todo.
— Vaya… — Murmuró, mientras sus ojos recorrían al extraño encapuchado.
Sin abrir todavía, Tadao pisó ligeramente una baldosa cerca de la ventana, una baldosa que parecía fuera de lugar en un cuarto abarrotado de cosas. Con un suave "clic", la esfera metálica en la estantería se activó, emitiendo un sonido como el de un zumbido. De repente, una ráfaga de aire se disparó justo desde el marco de la ventana, liberando una nube de polvo verde. Era un sedante leve que se disipaba rápido, pero lo suficiente para marear a cualquiera que intentara entrar sin permiso. Rocket sintió el cosquilleo en los ojos y la leve sensación de mareo que empezaba a nublar su visión, lo cual le dejó aturdido durante unos segundos, apenas lo suficiente para que Tadao pudiera evaluar al extraño sin peligro.
Con Rocket un poco atontado por la nube, Tadao entrecerró los ojos y abrió la ventana rápidamente. Agarró a Rocket con la derecha y lo metió hacia dentro mientras lo apuntaba con el cañón de una extraña arma moderna similar a una pistola sostenida en su mano izquierda. De pie, observando al intruso, esbozó una sonrisa curiosa.
— ¿Y tú quién eres, eh? — Sus ojos escudriñaban al desconocido con cierta sospecha. — No pareces de la Marina… pero tampoco pareces un repartidor. ¿Eres del gobierno? ¡Identifícate!
Parecía que el joven Tadao se manejaba mucho mejor de lo que aparentaba, no obstante para los ojos de un tirador experto como Rocket Tadao daba muestras de que empuñaba el arma con inexperiencia, como si nunca hubiese disparado una.
Al dirigirse hacia la taberna, la lluvia seguía cayendo en una constante llovizna, cubriendo el suelo de charcos y obligando a los transeúntes a resguardarse bajo las capas y sombreros que les protegían de las gotas. La taberna estaba a rebosar de gente que buscaba refugio, creando un ambiente cálido y ruidoso en comparación con el clima gris y húmedo del exterior. Rocket se movió entre la multitud, con la capucha baja, y localizó rápidamente a un camarero que parecía estar al tanto de los murmullos y rumores locales.
Después de una breve conversación, el camarero, astuto y avispado, le dejó claro que provocar un alboroto en estos tiempos tan inestables no sería nada barato. Con los marines en la ciudad, y el ambiente cada vez más tenso, si Rocket quería un "follón" que distrajera a los presentes y desviara la atención, tendría que desembolsar una cifra considerable. Al final, cerraron el trato en 500,000 Berries. Rocket pagó consciente de que aunque el precio era alto, esta distracción le daría una valiosa ventaja.
Con el follón asegurado para unos minutos más adelante, Rocket salió de la taberna y se dirigió hacia la zona donde se encontraba la casa de Tadao. La calle que conducía a la casa estaba algo más tranquila, y la llovizna, aunque constante, ayudaba a ocultar su silueta entre las sombras de las construcciones. Observó el edificio: un bloque sencillo de viviendas sin nada particularmente distintivo, con un balcón en el segundo piso y un tejado accesible. Desde su posición, también pudo ver a los cuatro marines que, entre miradas suspicaces y expresiones de alerta, se dirigían hacia la entrada principal del edificio. Rocket avanzó sigilosamente hacia la parte trasera del bloque, utilizando los estrechos callejones que le permitían mantenerse fuera de la vista de los marines. Percibió sus hakis, y el de muchos otros ciudadanos de Loguetown, no había ninguno superior al suyo salvo por una potente presencia situada en el puerto sur, alguien mas fuerte que el.
Al llegar a la pared posterior del edificio, evaluó la estructura y comprobó que el ascenso sería relativamente sencillo gracias a unas repisas y salientes que facilitarían la escalada. Con movimientos ágiles y precisos, se elevó por la pared, asegurando cada paso para evitar resbalones a causa de la lluvia. Al alcanzar el tejado, Rocket se movió rápidamente hacia la terraza, asegurándose de que no hubiera nadie vigilando desde las calles. Desde allí, se deslizó hasta el balcón de Tadao, donde lo vio de espaldas, ajeno a la situación. Al tocar la ventana, el joven dio un leve sobresalto, y Rocket, con un dedo en los labios, le indicó que guardara silencio.
De fondo se comenzaba a escuchar un follón en una de las tabernas cercanas, dos supuestos borrachos comenzaban a discutir por algún motivo y parecía que mas gente comenzaba a unirse a la trifulca. Los marines, parecían haber utilizado un Den Den Mushi para avisar y habían comenzado a ascender el edificio, sin hacer ruido, intentando no revelar su asalto a la viviendo del joven Tadao.
La habitación de Tadao era un caos organizado. Cada centímetro estaba ocupado por herramientas, piezas sueltas de metal y bocetos esparcidos sobre mesas y estantes. En una esquina, una mesa abarrotada con artefactos medio desmontados y frascos llenos de líquidos de colores inciertos; en otra, un esquema detallado de diferentes dispositivos cubría toda la pared, con notas garabateadas a mano y fórmulas a medio hacer. Por el suelo, varios cables serpenteaban entre los muebles, conectando dispositivos que parpadeaban de vez en cuando, algunos haciendo zumbidos o emitiendo leves destellos de luz azul.
Alrededor de la habitación, Tadao había instalado diversos mecanismos de seguridad. Uno de ellos era una pequeña esfera brillante, camuflada en una estantería, que se activaba en cuanto alguien cruzaba cierta línea invisible cerca de la ventana.
Ver cómo un mapache picaba en tu ventana y te mandaba callar cuando vives en un tercer piso, en un día lluvioso, sabiendo además que la Marina anda tras tu prototipo... bueno, era cuanto menos una situación confusa. La cara de Tadao tardó unos segundos en recolocarse tras el susto inicial, pero cuando lo hizo, se acercó a la ventana con calma, con una expresión de curiosidad que no disimulaba del todo.
— Vaya… — Murmuró, mientras sus ojos recorrían al extraño encapuchado.
Sin abrir todavía, Tadao pisó ligeramente una baldosa cerca de la ventana, una baldosa que parecía fuera de lugar en un cuarto abarrotado de cosas. Con un suave "clic", la esfera metálica en la estantería se activó, emitiendo un sonido como el de un zumbido. De repente, una ráfaga de aire se disparó justo desde el marco de la ventana, liberando una nube de polvo verde. Era un sedante leve que se disipaba rápido, pero lo suficiente para marear a cualquiera que intentara entrar sin permiso. Rocket sintió el cosquilleo en los ojos y la leve sensación de mareo que empezaba a nublar su visión, lo cual le dejó aturdido durante unos segundos, apenas lo suficiente para que Tadao pudiera evaluar al extraño sin peligro.
Con Rocket un poco atontado por la nube, Tadao entrecerró los ojos y abrió la ventana rápidamente. Agarró a Rocket con la derecha y lo metió hacia dentro mientras lo apuntaba con el cañón de una extraña arma moderna similar a una pistola sostenida en su mano izquierda. De pie, observando al intruso, esbozó una sonrisa curiosa.
— ¿Y tú quién eres, eh? — Sus ojos escudriñaban al desconocido con cierta sospecha. — No pareces de la Marina… pero tampoco pareces un repartidor. ¿Eres del gobierno? ¡Identifícate!
Parecía que el joven Tadao se manejaba mucho mejor de lo que aparentaba, no obstante para los ojos de un tirador experto como Rocket Tadao daba muestras de que empuñaba el arma con inexperiencia, como si nunca hubiese disparado una.