Tofun
El Largo
30-10-2024, 08:57 PM
El choque del Gyojin contra el Terror de Goza reverberó una vez más en las cavernas, creando una sinfonía aterradora de ecos que hizo temblar las paredes heladas. Sin embargo, para sorpresa de la gigantesca bestia, el más pequeño de los dos guerreros marinos, Octojin, logró salir victorioso de este enfrentamiento. La criatura rugió, un sonido tan aterrador que parecía sacudir el mismo suelo, pero no tuvo tiempo para contemplaciones ni para lamentarse.
Ray, ágil como siempre, había anticipado el ataque de la bestia y, con una maniobra casi acrobática, logró esquivar su golpe. Aprovechando la oportunidad, se lanzó hacia adelante, dirigiendo un poderoso puñetazo a la cabeza del monstruo, impactando con una fuerza que resonó en la cueva como un trueno. El golpe fue un éxito rotundo, dejando a la bestia aturdida y desconcertada, con la cabeza girando levemente hacia un lado, justo a tiempo para que Balagus ejecutara su propio ataque.
Con determinación, Balagus se lanzó hacia adelante, elevando su hacha con la intención de realizar un golpe doble. Su primer movimiento fue un ascendente, buscando alcanzar el punto más vulnerable de la bestia. Sin embargo, el Terror de Goza no estaba dispuesto a dejarse abatir tan fácilmente. Con un rugido desmedido que reverberó en la cueva, la criatura, antes de recibir el segundo, expulsó una potente corriente de aire gélido hacia el frente, una ráfaga tan fría que pareció congelar el mismo aliento de los guerreros.
Como si eso no fuera suficiente, al mismo tiempo la bestia realizó un movimiento rápido, creando con su propio cuerpo una ola acuática que se levantó por encima de la cabeza de Ray, la cual pronto comenzaría a congelarse gracias a su aliento helado. La escena era aterradora, dejando claro que el combate estaba lejos de haber terminado y que el Terror de Goza aún guardaba sorpresas en su interior.
Con cada golpe recibido, la ira del Terror de Goza se intensificaba. Ahora, liberada de su armadura, la bestia avanzó hacia sus oponentes rompiendo el mismo hielo que había creado. Sin permitir que el asombro la distrajera, lanzó un total de ocho puñetazos hacia los valientes guerreros, su objetivo claro: hacer que sus atacantes pagaran por la osadía de desafiarla. Los puñetazos eran más veloces y destructivos que antes, una exhibición de poder que hacía temblar el suelo bajo los pies de sus enemigos. La cueva resonaba con el eco de sus ataques. El Terror de Goza no solo quería vengarse; quería demostrar que aún era la depredadora en esta cueva.
Ray podría sentir una pequeña presencia curiosa en la entrada de la cueva llamó su atención. Aunque en medio del combate no era común distraerse, si alguien se atreviera a desviar su atención hacia esa dirección, podría distinguir una figura encapuchada, apenas visible entre las sombras, como si estuviera observando el enfrentamiento con interés. Mientras tanto, la cueva a su alrededor se transformaba debido al frío extremo que emanaba de la bestia; las paredes heladas comenzaron a cubrirse de escarcha, y el aire se volvió más denso, cargado de un vapor que serpenteaba hacia arriba, convirtiendo el lugar en lo que se parecía a una helada prisión. ¿Podrían nuestros protagonistas salir de ella?
Ray, ágil como siempre, había anticipado el ataque de la bestia y, con una maniobra casi acrobática, logró esquivar su golpe. Aprovechando la oportunidad, se lanzó hacia adelante, dirigiendo un poderoso puñetazo a la cabeza del monstruo, impactando con una fuerza que resonó en la cueva como un trueno. El golpe fue un éxito rotundo, dejando a la bestia aturdida y desconcertada, con la cabeza girando levemente hacia un lado, justo a tiempo para que Balagus ejecutara su propio ataque.
Con determinación, Balagus se lanzó hacia adelante, elevando su hacha con la intención de realizar un golpe doble. Su primer movimiento fue un ascendente, buscando alcanzar el punto más vulnerable de la bestia. Sin embargo, el Terror de Goza no estaba dispuesto a dejarse abatir tan fácilmente. Con un rugido desmedido que reverberó en la cueva, la criatura, antes de recibir el segundo, expulsó una potente corriente de aire gélido hacia el frente, una ráfaga tan fría que pareció congelar el mismo aliento de los guerreros.
Como si eso no fuera suficiente, al mismo tiempo la bestia realizó un movimiento rápido, creando con su propio cuerpo una ola acuática que se levantó por encima de la cabeza de Ray, la cual pronto comenzaría a congelarse gracias a su aliento helado. La escena era aterradora, dejando claro que el combate estaba lejos de haber terminado y que el Terror de Goza aún guardaba sorpresas en su interior.
Con cada golpe recibido, la ira del Terror de Goza se intensificaba. Ahora, liberada de su armadura, la bestia avanzó hacia sus oponentes rompiendo el mismo hielo que había creado. Sin permitir que el asombro la distrajera, lanzó un total de ocho puñetazos hacia los valientes guerreros, su objetivo claro: hacer que sus atacantes pagaran por la osadía de desafiarla. Los puñetazos eran más veloces y destructivos que antes, una exhibición de poder que hacía temblar el suelo bajo los pies de sus enemigos. La cueva resonaba con el eco de sus ataques. El Terror de Goza no solo quería vengarse; quería demostrar que aún era la depredadora en esta cueva.
Ray podría sentir una pequeña presencia curiosa en la entrada de la cueva llamó su atención. Aunque en medio del combate no era común distraerse, si alguien se atreviera a desviar su atención hacia esa dirección, podría distinguir una figura encapuchada, apenas visible entre las sombras, como si estuviera observando el enfrentamiento con interés. Mientras tanto, la cueva a su alrededor se transformaba debido al frío extremo que emanaba de la bestia; las paredes heladas comenzaron a cubrirse de escarcha, y el aire se volvió más denso, cargado de un vapor que serpenteaba hacia arriba, convirtiendo el lugar en lo que se parecía a una helada prisión. ¿Podrían nuestros protagonistas salir de ella?