Atlas
Nowhere | Fénix
30-10-2024, 09:15 PM
Sí, estaba claro que me había perdido por completo. Todas aquellas piedras me resultaban demasiado similares entre sí y no era capaz de identificar dónde se encontraban con respecto a mí en el vuelo de ida. Mi angustia crecía por momentos, viéndome incapaz de retornar al punto de encuentro para poner al día a Octojin y decidir de manera conjunta cuáles debían ser nuestros siguientes pasos. Al menos no podía perderme del todo, porque si en algún momento dejaba de ver islas y peñones me daba la vuelta y volvía a estar perdido, pero sobre la zona en cuestión.
Pasé más de quince minutos dando vueltas sin criterio alguno, volando cuan rápido podía y escrutando desde los cielos la superficie del mar cercana a los islotes. El objetivo era bien sencillo: identificar el navío en cuestión. Fueron el simple azar y mi insistencia los que me llevaron a, finalmente, dar con la embarcación. Aliviado, liberé todo el aire que inconscientemente había mantenido en mis pulmones como consecuencia de la tensión almacenada e inicié el descenso.
Al contrario que durante los enfrentamientos, no bajé de forma abrupta, en picado ni plegando por completo mis alas. Por el contrario, aleteé suavemente y dejé que mi cuerpo se fuese aproximando poco a poco a la cubierta. Eran vuelos como aquél los que verdaderamente me hacían sentir libre. Allí en lo alto todo era diferente, las cosas relevantes aparentaban serlo menos y las preocupaciones eran más fáciles de dimensionar. Asuntos como el que nos atañía conservaban su relevancia, claro, pero eran esos pequeños problemas e inseguridades los que se tornaban insignificantes.
Más tranquilo después de dar con el punto de encuentro, finalmente aterricé en la cubierta. Lo hice ya como humano, realizando una rápida transición en el aire que se desarrolló en una distancia de apenas un par de metros. Las alas de mi espalda, mis garras y las llamas de mi cuerpo desaparecieron. Las colas azuladas con reflejos anaranjados que habitualmente ondeaban al aire se consumieron junto al resto del fuego de mi cuerpo, dejando sobre la madera lastimada por el enfrentamiento previo a un simple humano.
—Creo que he encontrado el sitio donde se ocultan. Es otro peñón, pero parece un poco más fácil de defender que éste y allí se podrían ocultar con más facilidad. Han elegido bien desde el punto de vista estratégico, eso está claro.
Obvié que en esos momentos no tenía la menor idea de cómo demonios volver al mismo punto, aunque confiaba en que los brillantes miembros del departamento de inteligencia pudiesen dar con un islote que cumpliese las características que había enunciado. De cualquier modo, lo más preocupante eran los datos que había confirmado el tiburón. Efectivamente, no sólo había más prisioneros, sino que la mayoría de los que habíamos rescatado ni siquiera pertenecían a la colonia que había pedido nuestra ayuda. ¿Cuánta gente podrían mantener cautiva esos desalmados? Respiré hondo, dejando que el escualo terminara de hablar antes de proceder a calmarle en la medida de lo posible. Cuál fue mi sorpresa al comprobar que, contra todo pronóstico, el gyojin se controlaba y decidía optar por la vía que más probabilidades tenía de éxito: solicitar refuerzos al resto de la brigada.
Sin dejar de escupir bilis hacia los prisioneros —los nuestros—, en su mayoría aún inconscientes, intentó contactar con Ray y Taka sin éxito. Al no recibir respuesta, procedió a hacer lo mismo con la central. Ahí sí le atendieron, claro, pero le indicaron que nos mantuviésemos atentos a nuestros Den Den Mushis. Tuvimos que aguardar un buen rato hasta que mi molusco comenzó a vibrar y pronunciar un familiar 'burup burup'.
—Atlas —dije inmediatamente, recibiendo una respuesta con la voz de Ray.
—Nos han llamado desde la central diciendo que no podíais contactar con nosotros. Ha debido haber algún problema con las comunicaciones, porque estamos pegados a los Den Den Mushis en todo momento y aquí no ha sonado nada. ¿Ha habido algún problema?
Procedí a poner al día al líder de la brigada, necesitando la ayuda de Octojin porque, por desgracia, tendía a que datos importantes se me quedasen en el tintero. No lo hacía de manera intencionada, claro. Simplemente tendía a ser un poco disperso, despistado, y eso tenía sus consecuencias. Fuera como fuese, entre los dos conseguimos terminar de montar la historia de manera satisfactoria.
—Vale, nos habían puesto sobre aviso desde la central de que las cosas podrían ir por ahí. Nos han autorizado el desplazamiento desde Oykot hasta el peñón, pero nos han dado indicaciones de en primer lugar traer a los prisioneros hasta aquí para que sean recogidos por otro barco. Una vez se haya producido la entrega podremos partir todos juntos hacia el objetivo, ¿de acuerda? No llevará más de unas horas.
—De acuerdo, vamos en camino. Los criminales están en buenas condiciones en su mayoría, aunque hay alguno que otro que se ha llevado un buen guantazo de un tiburón de cuatro metros de alto.
Pasé más de quince minutos dando vueltas sin criterio alguno, volando cuan rápido podía y escrutando desde los cielos la superficie del mar cercana a los islotes. El objetivo era bien sencillo: identificar el navío en cuestión. Fueron el simple azar y mi insistencia los que me llevaron a, finalmente, dar con la embarcación. Aliviado, liberé todo el aire que inconscientemente había mantenido en mis pulmones como consecuencia de la tensión almacenada e inicié el descenso.
Al contrario que durante los enfrentamientos, no bajé de forma abrupta, en picado ni plegando por completo mis alas. Por el contrario, aleteé suavemente y dejé que mi cuerpo se fuese aproximando poco a poco a la cubierta. Eran vuelos como aquél los que verdaderamente me hacían sentir libre. Allí en lo alto todo era diferente, las cosas relevantes aparentaban serlo menos y las preocupaciones eran más fáciles de dimensionar. Asuntos como el que nos atañía conservaban su relevancia, claro, pero eran esos pequeños problemas e inseguridades los que se tornaban insignificantes.
Más tranquilo después de dar con el punto de encuentro, finalmente aterricé en la cubierta. Lo hice ya como humano, realizando una rápida transición en el aire que se desarrolló en una distancia de apenas un par de metros. Las alas de mi espalda, mis garras y las llamas de mi cuerpo desaparecieron. Las colas azuladas con reflejos anaranjados que habitualmente ondeaban al aire se consumieron junto al resto del fuego de mi cuerpo, dejando sobre la madera lastimada por el enfrentamiento previo a un simple humano.
—Creo que he encontrado el sitio donde se ocultan. Es otro peñón, pero parece un poco más fácil de defender que éste y allí se podrían ocultar con más facilidad. Han elegido bien desde el punto de vista estratégico, eso está claro.
Obvié que en esos momentos no tenía la menor idea de cómo demonios volver al mismo punto, aunque confiaba en que los brillantes miembros del departamento de inteligencia pudiesen dar con un islote que cumpliese las características que había enunciado. De cualquier modo, lo más preocupante eran los datos que había confirmado el tiburón. Efectivamente, no sólo había más prisioneros, sino que la mayoría de los que habíamos rescatado ni siquiera pertenecían a la colonia que había pedido nuestra ayuda. ¿Cuánta gente podrían mantener cautiva esos desalmados? Respiré hondo, dejando que el escualo terminara de hablar antes de proceder a calmarle en la medida de lo posible. Cuál fue mi sorpresa al comprobar que, contra todo pronóstico, el gyojin se controlaba y decidía optar por la vía que más probabilidades tenía de éxito: solicitar refuerzos al resto de la brigada.
Sin dejar de escupir bilis hacia los prisioneros —los nuestros—, en su mayoría aún inconscientes, intentó contactar con Ray y Taka sin éxito. Al no recibir respuesta, procedió a hacer lo mismo con la central. Ahí sí le atendieron, claro, pero le indicaron que nos mantuviésemos atentos a nuestros Den Den Mushis. Tuvimos que aguardar un buen rato hasta que mi molusco comenzó a vibrar y pronunciar un familiar 'burup burup'.
—Atlas —dije inmediatamente, recibiendo una respuesta con la voz de Ray.
—Nos han llamado desde la central diciendo que no podíais contactar con nosotros. Ha debido haber algún problema con las comunicaciones, porque estamos pegados a los Den Den Mushis en todo momento y aquí no ha sonado nada. ¿Ha habido algún problema?
Procedí a poner al día al líder de la brigada, necesitando la ayuda de Octojin porque, por desgracia, tendía a que datos importantes se me quedasen en el tintero. No lo hacía de manera intencionada, claro. Simplemente tendía a ser un poco disperso, despistado, y eso tenía sus consecuencias. Fuera como fuese, entre los dos conseguimos terminar de montar la historia de manera satisfactoria.
—Vale, nos habían puesto sobre aviso desde la central de que las cosas podrían ir por ahí. Nos han autorizado el desplazamiento desde Oykot hasta el peñón, pero nos han dado indicaciones de en primer lugar traer a los prisioneros hasta aquí para que sean recogidos por otro barco. Una vez se haya producido la entrega podremos partir todos juntos hacia el objetivo, ¿de acuerda? No llevará más de unas horas.
—De acuerdo, vamos en camino. Los criminales están en buenas condiciones en su mayoría, aunque hay alguno que otro que se ha llevado un buen guantazo de un tiburón de cuatro metros de alto.