Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Aventura] [T4] ¿Alcohólicos anónimos? ¡Trae hielos!
Octojin
El terror blanco
29 de Verano del año 724


Sigues en Oykot, a orillas de un muelle desgastado por los años y el salitre, sentado sobre uno de los pocos bancos en buen estado del muelle. El aire es espeso, cargado de esa humedad pegajosa y la leve salinidad del océano, mientras el sol se oculta entre nubes deshilachadas que dejan apenas unos tenues rayos de luz dorada. A tu alrededor, el puerto no parece particularmente ocupado, pero hay un constante murmullo: los pescadores apilando sus redes, las gaviotas disputando los restos de la pesca y el crujir de madera añeja bajo tus pies. El día a día en un muelle cualquiera, vaya.

Seguramente te encuentres reflexivo. ¿Cómo has podido llegar a ser oficial de la armada revolucionaria? ¿Acaso era algo que buscabas? El pensamiento se te antoja algo extraño: Tú, Tofun, el mismo enano que pasó tres décadas soñando con alcohol y aventuras dentro de una celda, ahora tienes un título de "oficial" pegado a tu reputación. Más oficial que borracho, o eso intentas repetirte. A pesar de tu determinación, los años de beber como si tu estómago fuera una bodega aún te siguen atormentando. El eco de los últimos días –¿o eran semanas?– resuena en tu mente: desde el incidente de Oykot, has estado en un ciclo continuo de borracheras, casi como si te negaras a despertar del letargo que el alcohol te da. ¿Qué busca en él, querido Tofun?

Un golpe de viento te despierta de esos pensamientos. Las banderas del puerto ondean en lo alto, y con cada movimiento parece que te llaman: "¡Tofun! ¡Tofun el Largo! ¿Hasta cuándo, enano?". Puede que sean tus nervios jugando una mala pasada o solo el rastro de alcohol en tus venas, pero la sensación es que el puerto entero te observa con esos ojos vivaces de quienes saben todo lo que has hecho y aún esperan ver qué harás a continuación.

Suspiras profundamente, y esa fragancia a vino viejo y queso que emanas sigue tan intensa como siempre. Quizá no puedas evitar llevarte la mano al bolsillo donde guardas un pequeño frasco con tu reserva de emergencia; aunque el propósito de estar aquí es renunciar a esa bebida que te ha definido en tantas ocasiones, pero ojo, el frasco sigue ahí, pesado como una cadena invisible. ¿Te limitarás a acariciarlo sin abrirlo? Parece una tentación muy grande. Aunque quizá quieras guardarlo solo para emergencias. O puede que ese momento sea una emergencia. ¿Es una emergencia, Tofun?

Realmente allí en el muelle puede que lo único que llame tu atención sea un pequeño kiosko, donde un viejo pescador vende café y alguna que otra revista que no resulta demasiado interesante, al menos a juzgar por la portada. La idea de tomarte un café solo, por más absurda que parezca, empieza a tener sentido. ¿Puede que una droga supla la otra? El café humea desde la lejanía. Si decides acercarte a por uno, notarás que con el primer sorbo, sientes una acidez distinta a la de tu querida Akuma. Quizá el café pudiera ayudar a que ese estado ebrio se fuese despejando. Lo cierto es que has vivido atado a él mucho tiempo, como un segundo traje que no puedes quitarte. Los minutos pasan y el silencio que envuelve el puerto te da tiempo para reflexionar.

Una anciana montada en una especie de carro pasa cerca tuya. Vende algún tipo de alcohol, a juzgar por sus botellas de color verde y etiqueta blanca. Joder, esta gente no te lo va a poner fácil, ¿eh? ¿Es un complot contra ti?

—¡Ron del bueno! ¡Ron del bueno! ¡Hoy tenemos dos por uno! —grita mientras se va alejando, haciendo pequeñas paradas intentando convencer a la gente de que al menos el compre una botella, para recibir otra gratis.

Una brisa fresca levanta tus cabellos despeinados, trayendo consigo el aroma del mar y el sonido de las gaviotas en la distancia. Tienes mucho tiempo y total libertad. ¿Por dónde deseas emprender este primer viaje, Tofun? ¿Te has dejado algo por hacer? ¿Tienes algo pendiente? ¿No?

Bueno, puede que si no tienes nada en la mente, recuerdes de repente algo. Oh, sí, ese momento... A ver cómo te lo explico. ¿Ves tu cartera? Claro que no la ves, porque no la tienes. Puedes recordar el momento exacto donde se te cayó. Estabas... ¿bailando? Di que sí Tofun. ¡¡Perrea hasta abajo!! Bueno, eso, que estabas bailando y, en un movimiento bastante sensual dirigido a... Bueno, tampoco vamos a ser cotillas ahora. Dirigido a alguien, ladeaste quizá demasiado la cadera y se te cayó la cartera. Pero bueno, no creo yo que te la hayan robado. Quizá yendo a la taberna a preguntar des con ella. Calculas que se te debió caer en la segunda o la tercera mesa más cercana a la pared del fondo. Quizá esté ahí, o puede que el tabernero la esté guardando. En cualquier caso, si no tienes nada más urgente, parece una buena primera parada.

Cooositas
#1


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[T4] ¿Alcohólicos anónimos? ¡Trae hielos! - por Octojin - 30-10-2024, 10:17 PM

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