Atlas
Nowhere | Fénix
31-10-2024, 01:37 AM
Efectivamente, el caos ha comenzado a cundir en la plaza central de Villa Shimotsuki. Todo parecía marchar bien. Una de las eminencias de la villa, uno de los cuatro ancianos sabios que rigen su destino, se había acercado a vuestro puesto para charlar animadamente con vosotros —aparentemente por recomendación de Koku, el confidente, ¿no?—. Todo parecía ir a las mil maravillas cuando algo o alguien, una sombra que se ha marchado a toda velocidad, ha intentado atentar contra la vida de Ryoji Saito lanzando un cuchillo directamente a su cabeza. Lo ha hecho desde una posición de seguridad, semioculto entre dos viviendas aledañas a la plaza. Sin embargo, Koku estaba atento y ha conseguido detener la ofensiva, cayendo la daga al suelo y quedando el sabio en perfecto estado.
Entretanto, nada más ser consciente de lo sucedido el Oficial Matisse ha comenzado a hacer lo que mejor se le da a los mandos: dar órdenes. Con una maestría sorprendente —y diría que sin que nadie se dé cuenta—, os ha mirado uno a uno y casi sin abrir la boca os ha comunicado a la perfección qué debíais hacer. La Sargento Dashida ha iniciado la persecución de la sombra, que se ha marchado tan rápido como había venido. Los gemelos Mori y tú tenéis encargada la protección de la zona. Hasta ahí bien, y ellos hacen lo que se les ha encomendado sin demora alguna. No obstante, un soldado un tanto más particular parece hacerse de rogar un poco. Sí, hablo de ti. Puedes notar la mirada acusadora del oficial en tu nuca, pero no te dice nada a las claras para no revelar vuestra identidad.
—Sí, sí. Estoy bien, hijo, muchas gracias —dice Saito mientras sus ojos van de un lado a otro en un intento por seguir tus dedos.
Sí, parece que el hombre está sano y salvo. Todo bien. Bueno, lo estaría de no ser por el gesto irascible de uno de los gemelos Mori, el lento, que desde la posición a la que le ha enviado Matisse se voltea hacia vosotros, extiende un dedo acusador y señala a Koku:
—¡Apártate de él! —te grita—. ¡Es peligroso y está relacionado con lo que ha pasado! He visto cómo no dejaba de mirar en la dirección de la que ha venido el puñal. Sabía que esa sombra estaba ahí, seguro. Justo antes de que se produjese el ataque me ha mirado y se ha dado cuenta de que le estaba viendo. ¡Para no levantar sospechas ha detenido el ataque, pero estoy seguro de que tiene que ver con el intento de atentado!
—¿¡Pero qué estás diciendo!? —replica Koku sin envainar su katana, pero sin lanzarse a por el Mori vago—. Una de mis funciones es proteger a mi maestro y siempre, ¡siempre!, voy controlando los alrededores porque uno nunca sabe qué puede pasar. Haciéndolo me he dado cuenta de que eras tú quien miraba sin parar hacia esa zona. Todos tus compañeros trabajaban menos tú, que estabas atento a otra cosa más interesante, al parecer. Al seguir la dirección de tu mirada he visto la sombra y el ataque. ¡He tenido tiempo para reaccionar de puro milagro! ¿¡Se puede saber de qué vais!? ¡Esto no tiene nada que ver con lo que había hablado con Mai!
Efectivamente, Mai es el nombre de la Sargento Dashida. Sea como sea, parece que la situación se ha complicado un poco. A mis ojos hay tres posibilidades: que ambos estén equivocados, la sombra no tenga nada que ver con nadie y todo sea un inmenso malentendido; que el gemelo mienta y por algún motivo quiera acabar con la vida del sabio —¿por qué querría un revolucionario que intenta conseguir su confianza matarle?—; o que Koku mienta y quiera matar a Ryoji Saito —¿por qué querría acabar con su mentor y maestro?—. En fin, parece un caso para el inigualable Detective Stone.
Por otro lado, en medio de la confusión nadie impide que tú, Yoshiro, te aproximes al puñal para olerlo. Huele a limpio, sí, a tremendamente limpio, como si lo hubiesen mantenido una semana en un cubo de lejía y sólo lo hubiesen sacado unos segundos antes de lanzarlo. No parece que haya ningún olor humano impregnado en el cuchillo, no. En cuanto a tu capacidad de percibir en las cercanías más allá de lo que captan tus sentidos, identificas a la perfección dos presencias que se alejan a toda velocidad hacia el este-noreste. Van a una velocidad endiablada, tanto que podría asegurarte que ya han abandonado los límites de la aldea y seguramente estén en medio de la naturaleza. Deben ser la Sargento Dashida y el misterioso asaltante.
Entretanto, nada más ser consciente de lo sucedido el Oficial Matisse ha comenzado a hacer lo que mejor se le da a los mandos: dar órdenes. Con una maestría sorprendente —y diría que sin que nadie se dé cuenta—, os ha mirado uno a uno y casi sin abrir la boca os ha comunicado a la perfección qué debíais hacer. La Sargento Dashida ha iniciado la persecución de la sombra, que se ha marchado tan rápido como había venido. Los gemelos Mori y tú tenéis encargada la protección de la zona. Hasta ahí bien, y ellos hacen lo que se les ha encomendado sin demora alguna. No obstante, un soldado un tanto más particular parece hacerse de rogar un poco. Sí, hablo de ti. Puedes notar la mirada acusadora del oficial en tu nuca, pero no te dice nada a las claras para no revelar vuestra identidad.
—Sí, sí. Estoy bien, hijo, muchas gracias —dice Saito mientras sus ojos van de un lado a otro en un intento por seguir tus dedos.
Sí, parece que el hombre está sano y salvo. Todo bien. Bueno, lo estaría de no ser por el gesto irascible de uno de los gemelos Mori, el lento, que desde la posición a la que le ha enviado Matisse se voltea hacia vosotros, extiende un dedo acusador y señala a Koku:
—¡Apártate de él! —te grita—. ¡Es peligroso y está relacionado con lo que ha pasado! He visto cómo no dejaba de mirar en la dirección de la que ha venido el puñal. Sabía que esa sombra estaba ahí, seguro. Justo antes de que se produjese el ataque me ha mirado y se ha dado cuenta de que le estaba viendo. ¡Para no levantar sospechas ha detenido el ataque, pero estoy seguro de que tiene que ver con el intento de atentado!
—¿¡Pero qué estás diciendo!? —replica Koku sin envainar su katana, pero sin lanzarse a por el Mori vago—. Una de mis funciones es proteger a mi maestro y siempre, ¡siempre!, voy controlando los alrededores porque uno nunca sabe qué puede pasar. Haciéndolo me he dado cuenta de que eras tú quien miraba sin parar hacia esa zona. Todos tus compañeros trabajaban menos tú, que estabas atento a otra cosa más interesante, al parecer. Al seguir la dirección de tu mirada he visto la sombra y el ataque. ¡He tenido tiempo para reaccionar de puro milagro! ¿¡Se puede saber de qué vais!? ¡Esto no tiene nada que ver con lo que había hablado con Mai!
Efectivamente, Mai es el nombre de la Sargento Dashida. Sea como sea, parece que la situación se ha complicado un poco. A mis ojos hay tres posibilidades: que ambos estén equivocados, la sombra no tenga nada que ver con nadie y todo sea un inmenso malentendido; que el gemelo mienta y por algún motivo quiera acabar con la vida del sabio —¿por qué querría un revolucionario que intenta conseguir su confianza matarle?—; o que Koku mienta y quiera matar a Ryoji Saito —¿por qué querría acabar con su mentor y maestro?—. En fin, parece un caso para el inigualable Detective Stone.
Por otro lado, en medio de la confusión nadie impide que tú, Yoshiro, te aproximes al puñal para olerlo. Huele a limpio, sí, a tremendamente limpio, como si lo hubiesen mantenido una semana en un cubo de lejía y sólo lo hubiesen sacado unos segundos antes de lanzarlo. No parece que haya ningún olor humano impregnado en el cuchillo, no. En cuanto a tu capacidad de percibir en las cercanías más allá de lo que captan tus sentidos, identificas a la perfección dos presencias que se alejan a toda velocidad hacia el este-noreste. Van a una velocidad endiablada, tanto que podría asegurarte que ya han abandonado los límites de la aldea y seguramente estén en medio de la naturaleza. Deben ser la Sargento Dashida y el misterioso asaltante.