Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
31-10-2024, 05:53 PM
El viaje parecía haber transcurrido sin incidentes para el resto de la tripulación, lo que le proporcionó a Camille algo de alivio. Navegar a través de temporales como aquel no era peligroso únicamente para quienes operaban en cubierta, sino también para la tripulación que se guarecía en el interior del navío. Después de todo, cada sacudida podía provocar el desplazamiento de multitud de objetos y mobiliario que podían volverse potencialmente peligrosos, más cuanto mayor fuera la brusquedad del movimiento. Sin embargo, más allá de alguna que otra magulladura, todos parecían estar bastante enteros.
Hubo unanimidad en cuanto a qué decisión tomar: apurarían la marcha y aprovecharían el amparo que la noche y la tormenta les proporcionaban para realizar la incursión del islote. Todos se dispusieron a realizar los últimos preparativos, durante los que Masao les hizo entrega de algunos víveres por si aquel asunto se extendía en el tiempo.
—Gracias —le dijo mientras se guardaba su parte, negando después tras su sugerencia—. En otras circunstancias sí que sería aconsejable dejar el barco en algún sitio mejor resguardado. El problema es que el temporal reduce considerablemente la visibilidad y no conocemos bien este islote. Podríamos perder mucho tiempo intentando buscar una cala más segura y discreta... o directamente estrellarnos. Podría intentarse pero creo que es más prudente que no nos la juguemos. Además, nada nos asegura que otras zonas no estén ya ocupadas.
Tras las últimas comprobaciones y asegurarse de que llevaban todo lo necesario, emprenderían la marcha hacia el bosque interior. Sus ropas estaban aún mojadas, lo que hacía que la sensación térmica fuera inferior a la real. Por suerte, si bien Camille contaba con una tolerancia al calor ridículamente baja, le pasaba todo lo contrario en lo que respectaba al frío: hacían falta temperaturas extremadamente bajas para que siquiera llegara a inmutarse. Es más, casi hasta se sentía cómoda con el frío. Aun así, se aseguró de abrigarse como pudo con la chaqueta de alférez para evitar que aquel problema empeorase. En caso de funcionar la transmisión de los den den mushi, atendería la llamada de Ray y escucharía con atención cuanto les fuera a decir, transmitiéndole toda la información al resto de sus compañeros. Si no, terminarían reuniéndose en las lindes del bosque y avanzando bajo el amparo de la arboleda.
Para Camille, que no contaba con capacidades extrasensoriales como podrían ser las antenas de Ray; el olfato de Octojin; la visión de ave de Atlas o el uso del kenbunshoku; su mejor baza era la vista. Tenía el ojo agudo, pero ese día no sentía que fuera a poder sacarle mucha utilidad. Se había instaurado una densa niebla que no dejaba ver más allá de unos pocos metros por delante, de modo que debían confiar en las capacidades de sus compañeros para sentir las presencias que les rodeasen. Solo si querían estar preparados ante una posible emboscada, claro. Otra cosa no, pero las condiciones eran las idóneas para ello.
Tras un rato caminando, terminaron por llegar a una encrucijada: tres caminos se alejaban los unos de los otros serpenteando en diferentes direcciones: norte, oeste y suroeste. Como si de una película de terror se tratase, parecía que aquella isla quería incitarles a separarse en grupos más pequeños. ¿Quién sería la animadora tonta en su caso?
—Salvo que queramos arriesgarnos a perder mucho tiempo, creo que separarnos es la mejor opción —coincidió con Octo, al igual que sus compañeros aparentemente. Se quedó observando los diversos caminos que cogían y asintió ante los comentarios de Ray y Atlas al tiempo que se acercaba a este último para tomar el camino central—. Subo la apuesta. Alexandra es pequeña, así que además de estar a salvo con las curaciones de nuestro pollito de fuego y con mi protección, puede sernos de utilidad para escurrirse por donde nosotros no podamos.
No se trataba solo de un reparto de fuerzas, sino también de una distribución de capacidades. Atlas volaba y tenía kenbunshoku, mientras que ella era como una mole capaz de deshacerse de cualquier obstáculo. Sin embargo, si debían acceder por alguna zona estrecha, nadar o precisaban de algo de agilidad, Alexandra sería su as bajo la manga.
Una vez todos tomasen sus decisiones, ayudaría a comprobar que los den den mushi estuvieran operativos y emprendería la marcha por su camino: rumbo al oeste por el camino central.
Hubo unanimidad en cuanto a qué decisión tomar: apurarían la marcha y aprovecharían el amparo que la noche y la tormenta les proporcionaban para realizar la incursión del islote. Todos se dispusieron a realizar los últimos preparativos, durante los que Masao les hizo entrega de algunos víveres por si aquel asunto se extendía en el tiempo.
—Gracias —le dijo mientras se guardaba su parte, negando después tras su sugerencia—. En otras circunstancias sí que sería aconsejable dejar el barco en algún sitio mejor resguardado. El problema es que el temporal reduce considerablemente la visibilidad y no conocemos bien este islote. Podríamos perder mucho tiempo intentando buscar una cala más segura y discreta... o directamente estrellarnos. Podría intentarse pero creo que es más prudente que no nos la juguemos. Además, nada nos asegura que otras zonas no estén ya ocupadas.
Tras las últimas comprobaciones y asegurarse de que llevaban todo lo necesario, emprenderían la marcha hacia el bosque interior. Sus ropas estaban aún mojadas, lo que hacía que la sensación térmica fuera inferior a la real. Por suerte, si bien Camille contaba con una tolerancia al calor ridículamente baja, le pasaba todo lo contrario en lo que respectaba al frío: hacían falta temperaturas extremadamente bajas para que siquiera llegara a inmutarse. Es más, casi hasta se sentía cómoda con el frío. Aun así, se aseguró de abrigarse como pudo con la chaqueta de alférez para evitar que aquel problema empeorase. En caso de funcionar la transmisión de los den den mushi, atendería la llamada de Ray y escucharía con atención cuanto les fuera a decir, transmitiéndole toda la información al resto de sus compañeros. Si no, terminarían reuniéndose en las lindes del bosque y avanzando bajo el amparo de la arboleda.
Para Camille, que no contaba con capacidades extrasensoriales como podrían ser las antenas de Ray; el olfato de Octojin; la visión de ave de Atlas o el uso del kenbunshoku; su mejor baza era la vista. Tenía el ojo agudo, pero ese día no sentía que fuera a poder sacarle mucha utilidad. Se había instaurado una densa niebla que no dejaba ver más allá de unos pocos metros por delante, de modo que debían confiar en las capacidades de sus compañeros para sentir las presencias que les rodeasen. Solo si querían estar preparados ante una posible emboscada, claro. Otra cosa no, pero las condiciones eran las idóneas para ello.
Tras un rato caminando, terminaron por llegar a una encrucijada: tres caminos se alejaban los unos de los otros serpenteando en diferentes direcciones: norte, oeste y suroeste. Como si de una película de terror se tratase, parecía que aquella isla quería incitarles a separarse en grupos más pequeños. ¿Quién sería la animadora tonta en su caso?
—Salvo que queramos arriesgarnos a perder mucho tiempo, creo que separarnos es la mejor opción —coincidió con Octo, al igual que sus compañeros aparentemente. Se quedó observando los diversos caminos que cogían y asintió ante los comentarios de Ray y Atlas al tiempo que se acercaba a este último para tomar el camino central—. Subo la apuesta. Alexandra es pequeña, así que además de estar a salvo con las curaciones de nuestro pollito de fuego y con mi protección, puede sernos de utilidad para escurrirse por donde nosotros no podamos.
No se trataba solo de un reparto de fuerzas, sino también de una distribución de capacidades. Atlas volaba y tenía kenbunshoku, mientras que ella era como una mole capaz de deshacerse de cualquier obstáculo. Sin embargo, si debían acceder por alguna zona estrecha, nadar o precisaban de algo de agilidad, Alexandra sería su as bajo la manga.
Una vez todos tomasen sus decisiones, ayudaría a comprobar que los den den mushi estuvieran operativos y emprendería la marcha por su camino: rumbo al oeste por el camino central.