Parece que nos ponemos en marcha, ¿no? Aunque primero creo que tenemos que resolver el tema de Viorn de una vez por todas. Con las palabras de Jack da la impresión de que se queda un poco más tranquilo, aunque eso no hace que se muestre mucho más proclive a trabajar con vosotros. Por desgracia, ya no tiene más información útil que daros. Asiente durante la conversación con el del sombrero —Jack— e incluso le proporciona un número de contacto que, si más adelante intentáis emplear, resultará ser falso. Vuestras últimas interacciones con él son respondidas en forma de evasivas, diciéndoos que sí a todo pero transmitiendo esa sensación de "a ver si quedamos un día de estos".
Volviendo al tema que nos ocupa, el robo del palacete, de momento las cosas no van para nada mal. King y Tenka no encuentran problema alguno en saltar el muro en medio de la noche, tornándose invisibles por efecto del segundo, y se aproximan a las amplias ventanas acristaladas que decoran la fachada del palacete. Efectivamente, no hay barrotes que protejan el interior —¿quién pondría semejante cosa en las ventanas de su casa?— y el mink no tiene problema en fundir un trozo de cristal para generar un punto de acceso. Durante el proceso no habéis visto patrullas ni nada por el estilo en el exterior, por cierto, aunque si lo pensáis habéis dejado un agujero bastante sospechoso en una ventana. Pero bueno, imagino que eso será problema de vuestros yo del futuro.
En cuanto a Jack, salta detrás de los otros dos y llega de puro milagro, pero llega. Sus rodillas crujen y nota un latigazo, pero no parece nada que le vaya a impedir que continúa adelante con su labor.
El caso es que, una vez dentro del recinto, podéis comprobar que es mucho más grande de lo que inicialmente os parecía —os encontráis en la zona de la izquierda, en los ventanales inmediatamente por encima de los pasillos de flores y árboles—. La zonta frontal sí parece estar más cuidada, con árboles podados y flores formando áreas rectangulares. La zona más posterior del palacete, si es que os da por asomaros, está menos cuidada y los árboles crecen de forma más anárquica y salvaje, más natural —aunque esto seguramente interese más a Alexander y Anissa—. Del mismo modo, los restos de unas ruinas que seguramente se encontrasen en la zona antes de la edificación del lugar han sido incluidos en el recinto y son empleados como elementos decorativos.
Sea como sea, ya dentro, os encontráis en una amplia galería en el ala este del palacete. Una vistosa moqueta de color rojo amortigua vuestros pasos, cediendo donde pisáis sin producir el menor ruido. El contorno de vuestras pisadas queda suavemente marcado en cuanto ponéis un pie en el interior. Una vez dentro, si abrís las puertas cercanas encontraréis: algunos dormitorios; una suerte de pequeña bodega con un salón para el servicio, dotado de su chimenea; y unas escaleras que conducen a la planta superior. También hay un par de puertas que sirven de acceso a pasillos que conducen a otras áreas de la planta baja.
Podéis escuchar los pasos de los integrantes del servicio, que van y vienen charlando sobre las labores que aún les quedan por hacer. Las conversaciones se entrecruzan con otras de un cariz más personal, de forma que entre sí se mantienen al día de cómo van sus vidas. Nada que os interese ni os sirva especialmente para el golpe que pretendéis dar, vaya, pero sí para que os deis cuenta de que tampoco hay vigilantes deambulando por los pasillos. Tiene sentido, ¿no? ¿Quién pondría guardias a patrullar los pasillos de su casa?
Alexander, escuchas y percibes un sinfín de presencias más allá de los muros y por debajo del suelo. Por descontado que más de cien, y yo diría que más de doscientas. Ninguna de ellas transmite un aura de agresividad ni nada que se le parezca. Simplemente son personas que están allí y, como comprenderás, en su esencia no hay un cartelito que indique "guardia de seguridad", "ama de llaves" o "propietario del inmueble". Diría que con este barrido no has conseguido sacar demasiada información por el momento más allá del número aproximado de habitantes del lugar, mucho menos la ubicación de todos los guardias.
Dicho esto, parece que la zona donde menos presencias se concentran —presencias, en general— es el ala norte. El palacete tiene una distribución similar a una cruz, así que daré por hecho que ambos os encamináis hacia la zona con menos tránsito. Allí tanto Anissa como Alexander gozáis de una fantástica cobertura proporcionada por una gran cantidad de árboles que crecen, prácticamente salvajes, a espaldas del palacete. Amplios ventanales de tres metros de altura permiten una excelente iluminación de la residencia de los Muusha, aunque no parece que haya ninguno abierto. A través de los cristales podéis apreciar cómo de vez en cuando algunas personas circulan por los pasillos o se adentran en las habitaciones que dan al exterior, pero por norma general no se quedan demasiado tiempo en vuestro campo de visión.
Volviendo al tema que nos ocupa, el robo del palacete, de momento las cosas no van para nada mal. King y Tenka no encuentran problema alguno en saltar el muro en medio de la noche, tornándose invisibles por efecto del segundo, y se aproximan a las amplias ventanas acristaladas que decoran la fachada del palacete. Efectivamente, no hay barrotes que protejan el interior —¿quién pondría semejante cosa en las ventanas de su casa?— y el mink no tiene problema en fundir un trozo de cristal para generar un punto de acceso. Durante el proceso no habéis visto patrullas ni nada por el estilo en el exterior, por cierto, aunque si lo pensáis habéis dejado un agujero bastante sospechoso en una ventana. Pero bueno, imagino que eso será problema de vuestros yo del futuro.
En cuanto a Jack, salta detrás de los otros dos y llega de puro milagro, pero llega. Sus rodillas crujen y nota un latigazo, pero no parece nada que le vaya a impedir que continúa adelante con su labor.
El caso es que, una vez dentro del recinto, podéis comprobar que es mucho más grande de lo que inicialmente os parecía —os encontráis en la zona de la izquierda, en los ventanales inmediatamente por encima de los pasillos de flores y árboles—. La zonta frontal sí parece estar más cuidada, con árboles podados y flores formando áreas rectangulares. La zona más posterior del palacete, si es que os da por asomaros, está menos cuidada y los árboles crecen de forma más anárquica y salvaje, más natural —aunque esto seguramente interese más a Alexander y Anissa—. Del mismo modo, los restos de unas ruinas que seguramente se encontrasen en la zona antes de la edificación del lugar han sido incluidos en el recinto y son empleados como elementos decorativos.
Sea como sea, ya dentro, os encontráis en una amplia galería en el ala este del palacete. Una vistosa moqueta de color rojo amortigua vuestros pasos, cediendo donde pisáis sin producir el menor ruido. El contorno de vuestras pisadas queda suavemente marcado en cuanto ponéis un pie en el interior. Una vez dentro, si abrís las puertas cercanas encontraréis: algunos dormitorios; una suerte de pequeña bodega con un salón para el servicio, dotado de su chimenea; y unas escaleras que conducen a la planta superior. También hay un par de puertas que sirven de acceso a pasillos que conducen a otras áreas de la planta baja.
Podéis escuchar los pasos de los integrantes del servicio, que van y vienen charlando sobre las labores que aún les quedan por hacer. Las conversaciones se entrecruzan con otras de un cariz más personal, de forma que entre sí se mantienen al día de cómo van sus vidas. Nada que os interese ni os sirva especialmente para el golpe que pretendéis dar, vaya, pero sí para que os deis cuenta de que tampoco hay vigilantes deambulando por los pasillos. Tiene sentido, ¿no? ¿Quién pondría guardias a patrullar los pasillos de su casa?
Alexander, escuchas y percibes un sinfín de presencias más allá de los muros y por debajo del suelo. Por descontado que más de cien, y yo diría que más de doscientas. Ninguna de ellas transmite un aura de agresividad ni nada que se le parezca. Simplemente son personas que están allí y, como comprenderás, en su esencia no hay un cartelito que indique "guardia de seguridad", "ama de llaves" o "propietario del inmueble". Diría que con este barrido no has conseguido sacar demasiada información por el momento más allá del número aproximado de habitantes del lugar, mucho menos la ubicación de todos los guardias.
Dicho esto, parece que la zona donde menos presencias se concentran —presencias, en general— es el ala norte. El palacete tiene una distribución similar a una cruz, así que daré por hecho que ambos os encamináis hacia la zona con menos tránsito. Allí tanto Anissa como Alexander gozáis de una fantástica cobertura proporcionada por una gran cantidad de árboles que crecen, prácticamente salvajes, a espaldas del palacete. Amplios ventanales de tres metros de altura permiten una excelente iluminación de la residencia de los Muusha, aunque no parece que haya ninguno abierto. A través de los cristales podéis apreciar cómo de vez en cuando algunas personas circulan por los pasillos o se adentran en las habitaciones que dan al exterior, pero por norma general no se quedan demasiado tiempo en vuestro campo de visión.