Rocket Raccoon
Rocket
01-11-2024, 06:47 AM
(Última modificación: 01-11-2024, 06:57 AM por Rocket Raccoon.)
Buscadores de Mitos
John Joestar, un Lunarian que ha decidido por fin iniciar
la búsqueda de aquella gente que destrozó su hogar
hace ya muchos años.
¿Logrará dar con las sabandijas que dañaron su vida, o
seguirá envuelto en este mar de dudas que día a día le
comen la cabeza con imágenes del pasado tan terrorífico
que le persigue hasta el día de hoy?
Día 10 de Verano. Año 724
En los muelles de Loguetown
En los muelles de Loguetown
Y aquí estamos nuevamente. A punto de narrar una historia más, sobre un distinguido personaje más de este maravilloso mundo al que muchos conocen como Mar Azul. Son un sin fin de personalidades, las que día a día tienen cuentos e historias que contar a sus conocidos y seres más cercanos. Pero esas historias no se crean de la nada, claro que no. Por eso, esta vez nos centramos en un chico de cabello blanco, el cual recientemente acababa de llegar a las orillas de la tan famosa ciudad conocida como Loguetown. ¿Por qué era famosa esta isla?, se preguntarán los lectores. Principalmente, es por su ubicación tan exacta para el paso hacia el Grand Line. Era la última isla al oeste del East Blue, y si algún intrépido pirata quería pasar al otro lado de la Red Line, era casi obligatorio pasar por aquí.
Era un día cálido el que se nos presentaba hoy. Pero no por eso iba a ser más o menos interesante. Las calles, como casi siempre, estaban repletas de gente variopinta que caminaba de un lugar a otro. Cada una de ellas iba en su mundo, tenían sus propias preocupaciones y deberes, así que el joven llamado John lograría pasar desapercibido de momento. No parecía ser alguien importante ni a quien prestarle demasiada atención. Tan solo era un chico más del lugar, otro punto en negro que decoraba el paisaje de los transeúntes. En el puerto, el aire olía a sal y brea, mezclado con el aroma de especias y pescado fresco que traían los barcos mercantes. Carrozas tiradas por caballos y mercaderes empujando carros llenos de frutas, telas, y armas de segunda mano ocupaban casi cada rincón.
Hoy era un día de caza. Y nuestro protagonista venía por un único objetivo. Había pasado los últimos días buscando información por aquí y por allá sobre el posible paradero de cierta persona, que podría tener conocimiento sobre un detalle de gran importancia para el peliblanco. Venía con un libro, y en él había varios nombres anotados. Pero encontrar a estos nombres era una tarea demasiado compleja de momento. Eran personalidades de mucha importancia para la marina, por lo que no iba a ser nada simple dar con el paradero de estas. Así que había optado por comenzar desde abajo. Estas personas en algún momento tuvieron que tener a gente bajo su cargo. Y ya sea que estuvieran presentes o no, en la desgracia que el chico creía que estos tipos habían sido partícipes, sin duda que era un buen punto de inicio en su búsqueda.
Qué mejor lugar que Loguetown para que un exmarine pasara el resto de sus días. Las pistas recaudadas lo habían traído a este lugar en particular. Pero la información seguía siendo escasa en este punto de su aventura. Tanto así que aún no tenía un nombre siquiera. Pero algo quizás muy importante, que era un tatuaje.
El chico, pues, ya decidiría por sí mismo cuál era la mejor opción para comenzar con su caza. ¿Acudiría a algunas de las tabernas y posadas dispuestas por toda la ciudad? Aunque para un marinero y eso, siempre es recomendable andarse por los muelles. Era bien sabido por todos los que aquí venían, que El Trago del Marinero, era un lugar bastante frecuentado por todo el mundo que decidía descansar y beber un par de botellas. Y como siempre, era el mejor lugar para recaudar chismes y rumores.
Pero también tenía otras opciones posibles a seguir. El sujeto que buscaba tenía cierto problema con la respiración. Producto quizás de alguna metralla que le había impactado en el pasado. O simplemente un problema por el humo del cigarro. Quien sabe. Pero era otra pista más a seguir. Y si tenía tales problemas, pues era medio obvio que frecuentaba alguna clínica cercana. Conocería así entonces, si preguntaba a cualquier ciudadano que se cruzase, la clínica del señor Elroy. Esta se encontraba ubicada un poco más dentro de la ciudad, pero aún mantenía cierta cercanía con los muelles, y era conocido que sus clientes casi siempre eran personas de escasos recursos. Y era lo que buscaba John. Había escuchado que a este sujeto que buscaba no le había ido nada bien desde que había abandonado su lugar como marino.