Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
01-11-2024, 02:07 PM
La tremenda embestida en conjunto que realizamos al unísono, terminó por aniquilar al tipo y enviándolo hasta el fondo de las aguas. Arrasamos con él en un intento de acabar con su amenaza, pero en mi interior quedaba el resquemor de dicha acción, y yo, era un cómplice más de aquella vorágine de caos y también muerte. Los segundos se pararon ante mí tras saber que a través de Nagaki, el enemigo había sido liquidado.
Mi ceño se frunció, es cierto que era la primera misión entre todos y la inexperiencia a la hora de manejar diversas situaciones se hizo de la mejor forma posible y no todo iba a ser perfecto. Aun así, habíamos conseguido atrapar a los principales cabecillas que nos fuimos encontrando uno a uno en este viaje por el mar. Primero, a aquel exaltado tipo que acabó perdiendo el conocimiento a manos de Cadmus, su ayudante, y más tarde la capitana que mandé con un golpe a volar contra nuestro barco, así como el capitán de aspecto de cangrejo que se encargaron más tarde de recoger el personal marine del barco. Por otro lado, Galhard también había presenciado como 2 compañeros habían caído en combate, por donde quiera que se mirase, había desgracia.
Caminé por la cubierta observando todo a mi alrededor, con pasos lentos y reflexivos, los destrozos de los barcos no me suponían ningún tipo de carga, pero si que el valor de las vidas hacía mella en mí. Obviaba por otra parte algunos gritos de dolor de los enemigos, pues el dolor no es más que una vía para el cambio, y si fueran inteligentes, el dolor que sufren en estos momentos les ayudaría a recapacitar sobre como están orientando sus vidas, al mismo tiempo en el que yo considero la mía, pues aunque no tenga ningún tipo de dolencia física, por dentro, mi ser se quebraba al ver la muerte.
El enorme buque de la marina al fin llegó hasta nosotros, pudiéndose identificar al capitán del navío entre el resto de marines una vez establecimos contacto. El buque, a diferencia de nuestro barco, tendría los recursos suficientes como para gestionar la situación, y sobre todo por la parte de encarcelar a los enemigos. Cuando divisé la figura del capitán, puse en su conocimiento la intención de encerrar a los principales cabecillas que teníamos.
- ¡Encerrad los capitanes! -
Grité, para que pudiera entenderme con claridad. Estaba tan inmiscuido en mis propias cábalas que el resto de lo que sucedía a mi alrededor era opacado por mi introspección sobre todo lo que había sucedido. El balance parecía ser positivo pero, ¿Era esta La Marina que quería que dibujase Lotus Marine? la resignación me llevó a reconocer que debido al cargo y al deber que ostentábamos, la muerte sería un activo más que nos rondaría en cada paso que diéramos, ¿Era imposible evitarla en cualquiera de las actividades que hiciéramos? Tenía que ser consecuente, y también darme cuenta de que era al final un efecto colateral de nuestras acciones, ¿Tan solo era importante el éxito final? ¿No importaban los medios?
Interrogantes comenzaba a germinar en mí mientras me dirigía hacia donde se encontraba la carga para meditar respecto a lo ocurrido, sobre como tenía que gestionar la cruda realidad a la que tenía que enfrentarse La Marina en su lucha contra la piratería y otros males que asolan el mundo. Si quería cambiar La Marina, esta experiencia me ayudaría para considerar la forma en la que debía de hacerlo. En definitiva, esto no era La Voluntad del Loto.
Mi ceño se frunció, es cierto que era la primera misión entre todos y la inexperiencia a la hora de manejar diversas situaciones se hizo de la mejor forma posible y no todo iba a ser perfecto. Aun así, habíamos conseguido atrapar a los principales cabecillas que nos fuimos encontrando uno a uno en este viaje por el mar. Primero, a aquel exaltado tipo que acabó perdiendo el conocimiento a manos de Cadmus, su ayudante, y más tarde la capitana que mandé con un golpe a volar contra nuestro barco, así como el capitán de aspecto de cangrejo que se encargaron más tarde de recoger el personal marine del barco. Por otro lado, Galhard también había presenciado como 2 compañeros habían caído en combate, por donde quiera que se mirase, había desgracia.
Caminé por la cubierta observando todo a mi alrededor, con pasos lentos y reflexivos, los destrozos de los barcos no me suponían ningún tipo de carga, pero si que el valor de las vidas hacía mella en mí. Obviaba por otra parte algunos gritos de dolor de los enemigos, pues el dolor no es más que una vía para el cambio, y si fueran inteligentes, el dolor que sufren en estos momentos les ayudaría a recapacitar sobre como están orientando sus vidas, al mismo tiempo en el que yo considero la mía, pues aunque no tenga ningún tipo de dolencia física, por dentro, mi ser se quebraba al ver la muerte.
El enorme buque de la marina al fin llegó hasta nosotros, pudiéndose identificar al capitán del navío entre el resto de marines una vez establecimos contacto. El buque, a diferencia de nuestro barco, tendría los recursos suficientes como para gestionar la situación, y sobre todo por la parte de encarcelar a los enemigos. Cuando divisé la figura del capitán, puse en su conocimiento la intención de encerrar a los principales cabecillas que teníamos.
- ¡Encerrad los capitanes! -
Grité, para que pudiera entenderme con claridad. Estaba tan inmiscuido en mis propias cábalas que el resto de lo que sucedía a mi alrededor era opacado por mi introspección sobre todo lo que había sucedido. El balance parecía ser positivo pero, ¿Era esta La Marina que quería que dibujase Lotus Marine? la resignación me llevó a reconocer que debido al cargo y al deber que ostentábamos, la muerte sería un activo más que nos rondaría en cada paso que diéramos, ¿Era imposible evitarla en cualquiera de las actividades que hiciéramos? Tenía que ser consecuente, y también darme cuenta de que era al final un efecto colateral de nuestras acciones, ¿Tan solo era importante el éxito final? ¿No importaban los medios?
Interrogantes comenzaba a germinar en mí mientras me dirigía hacia donde se encontraba la carga para meditar respecto a lo ocurrido, sobre como tenía que gestionar la cruda realidad a la que tenía que enfrentarse La Marina en su lucha contra la piratería y otros males que asolan el mundo. Si quería cambiar La Marina, esta experiencia me ayudaría para considerar la forma en la que debía de hacerlo. En definitiva, esto no era La Voluntad del Loto.