Lemon Stone
MVP
01-11-2024, 07:56 PM
Como bien recordarás, la casa del alcalde es un edificio grande y ubicado lejos de la playa. Está levantada con dos grandes pilares de roca gris que mantiene una fachada de madera labrada con sumo detalle. Te detienes frente a la puerta y, como bien dices, la golpeas con vehemencia. No sucede nada, por lo que debes insistir. Nada. Como imagino que no te darás por vencido, tocas una tercera vez.
No sabes si solo ha sido el golpe del alcalde sobre la mesa, pero pareciera ser que acabas de escuchar un sonido seco y efímero proveniente de… ¿De dónde exactamente? ¿Puede que de abajo?
La puerta se abre con lentitud, las bisagras chirriando por falta de mantenimiento. Cuando está totalmente abierta, enfrentas unos ojos inquisidores y sospechosos. Te recibe la asistenta del acalde. Tendrás unos sesenta años más o menos, cabello canoso y es bastante pequeña, considerablemente más baja que tú. Lleva un delantal puesto y te mira a través de unos anteojos de cristal bien tratado. Desprende un olor particular, una especie de aroma dulce y fresco al mismo tiempo.
-Ah, eres el soldado -dice con tono despreciativo-. ¿Te quedarás mirándome como si fuera una maldita prostituta o vas a entrar? No tengo todo el tiempo del mundo. Entra de una buena vez, maldita sea.
¿Es idea mía o su actitud ha cambiado considerablemente hacia tu persona? Recuerdo que la última vez no fue tan… grosera. Mucho menos usaba palabrotas. En fin, puede que haya tenido un mal día.
-Ven, sígueme -te ordena una vez estás dentro de la casa-. El alcalde quiere hablar contigo.
Una vez más entras a la oficina del doctor Lautaro. Lleva su cabello azabache desordenado en una melena sobre las orejas y hasta los hombros, y te mira con sus ojos marrones. Se nota… cansado, lo puedes ver en las oscuras bolsas que han aparecido bajo sus ojos. La oficina está más desordenada de lo que recuerdas y, cómo no, notas cierto aroma dulce y fresco similar al que percibiste en la asistenta.
-Los tuyos nos abandonaron a nuestra suerte. ¿Qué haces aquí? -te pregunta directamente. Tiene el semblante serio y te mira con desagrado, como si lo hubieras ofendido profundamente de una manera u otra-. ¿No prometieron que rescatarían a mi esposa y detendrían a los Piratas de Sentis? ¡¿Dónde está Emma, soldado?! ¡¿Dónde está mi esposa?! -te pregunta, levantándose de golpe y golpeando el escritorio de madera.