Yoshi
Yoshi
02-11-2024, 07:06 AM
Yoshiro poseía su hogar en el muelle, una casa de madera con una vitrina de vidrio que dejaba ver su interior, a simple vista se podían ver algunos sombreros y ropa por un lado, algunos collares en la mesa de recepción y algunas herramientas y armas en la zona derecha. Así es, la casa de Yoshiro también era su tienda de artesanías y taller personal, todo lo que una vez fue de su padre ahora era suyo y trataba de mantenerlo funcionando. Atrás de su hogar estaba una zona del muelle donde pescaba y había una Tartana un poco vieja en su espera para surcar el mar.
Yoshiro se encontraba en la forja de su casa, rodeado de herramientas para que el trabajo y armas ya listas el muchacho martillaba con fuerza el metal a rojo vivo para aplanarlo lo más posible, debía controlar su fuerza para no romper el metal y hacerlo rápido o se enfriaría.
Luego de volver a calentar el metal lo sumergiría en ácido para crear cierto efecto de onda al metal, tocaba sácale filo y exceso de grosor así que se sentó en la rectificadora y comenzó a usar la maquinaria para su trabajo otorgándole a aquella espada el filo que necesitaba poseer.
La guarda y el pomo al final del mango debía crear el contrapeso perfecto para el maniobrar del espadachín así que Yoshiro no se lo tomó a la ligera. Tras hacer algunas pruebas para confirmar el balance sonrió convencido de haberlo conseguido y ahora solo tocaba probarla. Desde cortar una soga a bambú y rebanar limpiamente un cerdo a la mitad, si alguien poco hábil con la espada como Yoshiro era capaz de eso, era una espada perfecta para cualquier profesional.
Decidió colocarla en uno de los mostradores y salió de su hogar para agarrar algo de aire y caminar hasta el puesto de empanadas por un par, en eso notó que una persona de gran tamaño anunciaba a alguien que segun sus palabras ers un noble de un lugar demasiado lejano como para que alguien en verdad supiera si ers cierto o mero teatro.
Cierto o no, lo importante es que ofrecían dinero por luchar y ganar contra aquel hombre rico y aunque la cantidad era bastante baja, estaba muy bien para Yoshiro que podría aceptar cualquier combate de a gratis.
¡Yo lucharé entonces! Pero no con espadas, prefiero mis puños-el muchacho empezó a lanzar golpes al aire y unas patadas tambien para demostrar su velocidad e ir calentando para lo que se venía.
Yoshiro se encontraba en la forja de su casa, rodeado de herramientas para que el trabajo y armas ya listas el muchacho martillaba con fuerza el metal a rojo vivo para aplanarlo lo más posible, debía controlar su fuerza para no romper el metal y hacerlo rápido o se enfriaría.
Luego de volver a calentar el metal lo sumergiría en ácido para crear cierto efecto de onda al metal, tocaba sácale filo y exceso de grosor así que se sentó en la rectificadora y comenzó a usar la maquinaria para su trabajo otorgándole a aquella espada el filo que necesitaba poseer.
La guarda y el pomo al final del mango debía crear el contrapeso perfecto para el maniobrar del espadachín así que Yoshiro no se lo tomó a la ligera. Tras hacer algunas pruebas para confirmar el balance sonrió convencido de haberlo conseguido y ahora solo tocaba probarla. Desde cortar una soga a bambú y rebanar limpiamente un cerdo a la mitad, si alguien poco hábil con la espada como Yoshiro era capaz de eso, era una espada perfecta para cualquier profesional.
Decidió colocarla en uno de los mostradores y salió de su hogar para agarrar algo de aire y caminar hasta el puesto de empanadas por un par, en eso notó que una persona de gran tamaño anunciaba a alguien que segun sus palabras ers un noble de un lugar demasiado lejano como para que alguien en verdad supiera si ers cierto o mero teatro.
Cierto o no, lo importante es que ofrecían dinero por luchar y ganar contra aquel hombre rico y aunque la cantidad era bastante baja, estaba muy bien para Yoshiro que podría aceptar cualquier combate de a gratis.
¡Yo lucharé entonces! Pero no con espadas, prefiero mis puños-el muchacho empezó a lanzar golpes al aire y unas patadas tambien para demostrar su velocidad e ir calentando para lo que se venía.