Alistair
Mochuelo
02-11-2024, 04:44 PM
Incluso tras preguntar por ello, los hombres mantenían una accidental -o eso quería pensar- naturaleza secretiva alrededor de la razón por la que prefería no revelar los detalles, más que seguramente producto de aterradoras o atroces experiencias pasadas de aquello que se encargaba de servir como un guardián para la flora y fauna que habitaba la isla. Si un grupo que vestía como si hubiesen hecho esto toda su vida sentía la necesidad de reaccionar con tal recato, lo mejor era tomárselo con el mismo grado de seriedad y asumir lo peor; si realmente era tan malo como parecía, estaría preparado, y si resultaba no ser el caso, el exceso de preparación no le vendría mal en lo absoluto.
En un contraste total con el ambiente siniestro que la conversación adquirió, recibir la explicación de los monos otorgó al momento una muy necesaria falta de seriedad -posiblemente solo para él- que ensanchó un poco la sonrisa del Lunarian, sin llegar a soltar ningún sonido. Escuchar tanto el nombre de las criaturas como su pasatiempo favorito entre los suyos le produjo una sensación dulce en el pecho, consecuencia de cuan adorable sonaba. ¡Como si fuesen pequeños carneritos descubriendo sus nuevas armas corporales! Dentro de su mente sacudió su cabeza de un lado a otro, un vano intento de centrarse en el tema de importancia, pues mas que seguro lo pensaría un par de veces adicionales de camino.
— ¡Entendido! Entonces salgo inmediatamente para allá. Gracias por la información. En cuanto al trato, ¿les encontraré por la bahía cuando regrese con lo que necesitan? — Una verificación necesaria que realizó antes de, finalmente, partir hacia los adentros de la selva profunda. Si iba a hacer un intercambio con los hombres, prefería ahorrarse el error tonto de no formalizar un punto de encuentro y acabar en sitios diferentes.
Con una barca que los hombres le habían prestado, la aventura del Lunarian finalmente pudo dar inicio de manera oficial. Y aunque no fuese la primera vez que lo observaba con sus propios ojos, cuando sus orbes pasearon por segunda vez por ese lugar, no pudo sino contener su asombro a toda la información visual que su cerebro procesaba. La vegetación del sitio era impresionante, muy por encima de lo que cualquier cartilla o lectura de viaje pudiera describirla, muchos de los especímenes -aunque vistos a ojo, todo lo dicho- tan solo se relacionaban de manera distante con los que pudiera encontrarse en otras islas con mayor densidad poblacional y civilización, jamás llegando a parecerse a nada de lo que pudiera concebir en sus conocimientos. ¡Algunas inclusive no las conocía de absolutamente nada, sin siquiera poder establecer un nexo común entre ellas y especies de afuera de la isla, y eso que había estado repasando material informativo para empezar a realizar experimentos como biólogo!
Era un lugar mítico a su propia manera, un santuario que hacía alabanza a seres vivos imponentes y que nunca debían ser tocados. Y si osabas tocarlos a pesar de las advertencias, probablemente te llevarías la ira de los dioses y pagarías el precio. Siendo ese precio, más que probablemente acabar estrangulado por una liana mas gruesa que el brazo de un gigante.
Eventualmente, el progreso de su avance vio la necesidad de detenerse de golpe. Frente a Alistair, múltiples opciones se colocaron sobre la mesa, cada cual menos esperanzadora que la anterior. La primera de sus opciones, un claro, se veía como una buena opción para al menos encontrar cierto reposo de la espesura que componía la jungla, permitiéndole tener un punto de referencia que le ayudaría a no perderse en el camino. Gracias a cualquier deidad del cielo que no era tan desorientado como otras personas que conocía, o seguramente ya se habría mareado con la decisión a la mano.
La segunda, un poco menos prometedora pero igualmente válida, el sonido de un cuerpo de agua a una corta distancia del claro le revelaba la presencia de un cuerpo de agua de tamaño modesto, fuese lago o riachuelo. Era cierto que animales como esos se beneficiarían de una fuente hídrica cercana, pero tras sentarse a considerarlo con detenimiento, estar justamente sobre ese cuerpo de agua sería pensar como un ser civilizado y no como un integrante de la selva, los cuales seguramente buscarían evitar atención innecesaria al hacerse tan cerca. Por otro lado, ayudaba a reforzar aún mas la posibilidad del claro habitado al tener un lugar en el cual beber agua cerca, y retener suficiente distancia para perderse entre los árboles sin guiar a un depredador -o un cazador, si los había a juzgar por las advertencias recibidas- hasta su hogar.
Por último... Cualquier otra opción que no hubiese considerado: Todo el resto de la selva. Estaba de más decir que, sin indicadores claros de a dónde ir por tratarse de un entorno completamente natural, sería en demasía peligroso solo adentrarse ciegamente en la espesura del bosque, esperando que le tocase algún evento aleatorio de JRPG solo por el hecho de caminar completamente a ciegas en un lugar donde podías chocarte con un tronco grueso perfectamente, que además no se vería venir a más de un metro por la densidad vegetal. No, descartado completamente, no era una opción siquiera, solo un prospecto excesivamente idealista si pensaba que saldría bien.
— Definitivamente tiene que ser el claro. En el peor escenario, no habrá nada importante y podré regresarme para tomar la otra opción. Incluso, no estaría mal visitar el sitio con agua después del claro, si todo va bien. — Habló para sí mismo, un hábito que tenía -sobre todo mientras hacía locuras con sus conocimientos de inventor- para organizar sus pensamientos y afianzar su decisión. El claro sería.
Asumiendo la ruta que había mencionado, el Lunarian se haría paso entre la vegetación que le rodeaba, una liana a la vez hasta acercarse al lugar hacia donde la elevada entrada de luz -por contraste, al menos- le guiaba hasta finalmente arribar. Una de sus manos se sentaba en el mango de su primera katana, atenta, en espera y expectativa de que algo malo pudiese suceder para tomar cartas en el asunto. Estaba de más decir que, incluso si estaba siendo atacado, haría tanto como pudiera para no arrebatarle la vida a ningún animal, intentando solucionarlo exactamente como haría con una persona que solo estuviera iracundo o defendiéndose a sí mismo. Prefería no meterse con el balance de la naturaleza en la zona, y mucho menos arrebatar vidas a lo tonto.
Sus ojos pasearon por todo el lugar, intentando captar la mayor cantidad de detalles que pudiera. Cuanto más pudiera sustraer con la mirada, mejor.
En un contraste total con el ambiente siniestro que la conversación adquirió, recibir la explicación de los monos otorgó al momento una muy necesaria falta de seriedad -posiblemente solo para él- que ensanchó un poco la sonrisa del Lunarian, sin llegar a soltar ningún sonido. Escuchar tanto el nombre de las criaturas como su pasatiempo favorito entre los suyos le produjo una sensación dulce en el pecho, consecuencia de cuan adorable sonaba. ¡Como si fuesen pequeños carneritos descubriendo sus nuevas armas corporales! Dentro de su mente sacudió su cabeza de un lado a otro, un vano intento de centrarse en el tema de importancia, pues mas que seguro lo pensaría un par de veces adicionales de camino.
— ¡Entendido! Entonces salgo inmediatamente para allá. Gracias por la información. En cuanto al trato, ¿les encontraré por la bahía cuando regrese con lo que necesitan? — Una verificación necesaria que realizó antes de, finalmente, partir hacia los adentros de la selva profunda. Si iba a hacer un intercambio con los hombres, prefería ahorrarse el error tonto de no formalizar un punto de encuentro y acabar en sitios diferentes.
Con una barca que los hombres le habían prestado, la aventura del Lunarian finalmente pudo dar inicio de manera oficial. Y aunque no fuese la primera vez que lo observaba con sus propios ojos, cuando sus orbes pasearon por segunda vez por ese lugar, no pudo sino contener su asombro a toda la información visual que su cerebro procesaba. La vegetación del sitio era impresionante, muy por encima de lo que cualquier cartilla o lectura de viaje pudiera describirla, muchos de los especímenes -aunque vistos a ojo, todo lo dicho- tan solo se relacionaban de manera distante con los que pudiera encontrarse en otras islas con mayor densidad poblacional y civilización, jamás llegando a parecerse a nada de lo que pudiera concebir en sus conocimientos. ¡Algunas inclusive no las conocía de absolutamente nada, sin siquiera poder establecer un nexo común entre ellas y especies de afuera de la isla, y eso que había estado repasando material informativo para empezar a realizar experimentos como biólogo!
Era un lugar mítico a su propia manera, un santuario que hacía alabanza a seres vivos imponentes y que nunca debían ser tocados. Y si osabas tocarlos a pesar de las advertencias, probablemente te llevarías la ira de los dioses y pagarías el precio. Siendo ese precio, más que probablemente acabar estrangulado por una liana mas gruesa que el brazo de un gigante.
Eventualmente, el progreso de su avance vio la necesidad de detenerse de golpe. Frente a Alistair, múltiples opciones se colocaron sobre la mesa, cada cual menos esperanzadora que la anterior. La primera de sus opciones, un claro, se veía como una buena opción para al menos encontrar cierto reposo de la espesura que componía la jungla, permitiéndole tener un punto de referencia que le ayudaría a no perderse en el camino. Gracias a cualquier deidad del cielo que no era tan desorientado como otras personas que conocía, o seguramente ya se habría mareado con la decisión a la mano.
La segunda, un poco menos prometedora pero igualmente válida, el sonido de un cuerpo de agua a una corta distancia del claro le revelaba la presencia de un cuerpo de agua de tamaño modesto, fuese lago o riachuelo. Era cierto que animales como esos se beneficiarían de una fuente hídrica cercana, pero tras sentarse a considerarlo con detenimiento, estar justamente sobre ese cuerpo de agua sería pensar como un ser civilizado y no como un integrante de la selva, los cuales seguramente buscarían evitar atención innecesaria al hacerse tan cerca. Por otro lado, ayudaba a reforzar aún mas la posibilidad del claro habitado al tener un lugar en el cual beber agua cerca, y retener suficiente distancia para perderse entre los árboles sin guiar a un depredador -o un cazador, si los había a juzgar por las advertencias recibidas- hasta su hogar.
Por último... Cualquier otra opción que no hubiese considerado: Todo el resto de la selva. Estaba de más decir que, sin indicadores claros de a dónde ir por tratarse de un entorno completamente natural, sería en demasía peligroso solo adentrarse ciegamente en la espesura del bosque, esperando que le tocase algún evento aleatorio de JRPG solo por el hecho de caminar completamente a ciegas en un lugar donde podías chocarte con un tronco grueso perfectamente, que además no se vería venir a más de un metro por la densidad vegetal. No, descartado completamente, no era una opción siquiera, solo un prospecto excesivamente idealista si pensaba que saldría bien.
— Definitivamente tiene que ser el claro. En el peor escenario, no habrá nada importante y podré regresarme para tomar la otra opción. Incluso, no estaría mal visitar el sitio con agua después del claro, si todo va bien. — Habló para sí mismo, un hábito que tenía -sobre todo mientras hacía locuras con sus conocimientos de inventor- para organizar sus pensamientos y afianzar su decisión. El claro sería.
Asumiendo la ruta que había mencionado, el Lunarian se haría paso entre la vegetación que le rodeaba, una liana a la vez hasta acercarse al lugar hacia donde la elevada entrada de luz -por contraste, al menos- le guiaba hasta finalmente arribar. Una de sus manos se sentaba en el mango de su primera katana, atenta, en espera y expectativa de que algo malo pudiese suceder para tomar cartas en el asunto. Estaba de más decir que, incluso si estaba siendo atacado, haría tanto como pudiera para no arrebatarle la vida a ningún animal, intentando solucionarlo exactamente como haría con una persona que solo estuviera iracundo o defendiéndose a sí mismo. Prefería no meterse con el balance de la naturaleza en la zona, y mucho menos arrebatar vidas a lo tonto.
Sus ojos pasearon por todo el lugar, intentando captar la mayor cantidad de detalles que pudiera. Cuanto más pudiera sustraer con la mirada, mejor.