Byron
Que me lo otorguen
02-11-2024, 08:57 PM
El joven solarian miraba impávido los dados rebotar de forma seca contra la gruesa mesa de madera. En aquellos pequeños instantes, todos los presentes parecían estar completamente conscientes del girar de sus caras, sus ojos se clavaban en la cara enfocada al techo en cada giro, los cambio en la suma de sus caras antes de volver a cambiar y dar un nuevo resultado, sintiéndose todo aquel momento como una pequeña burbuja en el que el tiempo se movía más lento, simbolizando el sonido proveniente del rebotar de los dados, el avanzar de los segundos y las agujas de un reloj imaginario cambiante. Él, cerró los ojos, justo antes de que el resultado se desvelase, por instinto, como si no quisiese afrontar lo que podía salir de aquella tirada, más un impulso, le hizo abrir estos antes del último giro, se había prometido no dudar, y aunque en su pecho notase cierta ansiedad, era su deber afrontar cualquier cosa que se encontrase en su camino. Y así, fijando sus ojos a la verdad misma, ahí estaban aquellos dados, con un número impar en su suma.
Increíblemente, en aquella pequeña sala, a pesar de salir con la victoria, había muerto un incrédulo hombre, llamado Byron Nikkei, el que atravesaría aquella puerta, sería una persona distinta, más sincera consigo misma y más consciente de los peligros que podría acarrear transitar el camino que estaba destinado a caminar.
Dio un pequeño suspiro relajado, mientras escuchaba el comentario de Sorvolo y la siguiente replica de Komula, quien le advertía que aquella victoria solo era el primer paso, solo había atravesado el umbral a inframundo, aún quedaba mucho camino por recorrer para adentrarse en las profundidades. El joven con pelo violáceo le dedicó una pequeña sonrisa, a forma de responder que, en aquel momento, ya le había quedado claro y sabía a lo que se exponía.
La poderosa shichibukai no pudo evitar también soltar su personal advertencia, no era para menos después de las palabras que había dirigido el primerizo capitán, demostrando ser la autoridad de la sala, no por ser ella la dueña de aquel establecimiento, si no por ser la única que podía gozar con el privilegio de acabar con los presentes si así lo quisiese. La miró, casi avergonzado, rascando una de sus mejillas con uno de sus dedos, para finalmente contestar mientras llevaba este gesto a cabo.
- Lo sé, soy consciente, aún es pronto para mí... Y aun así, también sé que la próxima vez que nos veamos, te alegrarás de haberme dado la oportunidad no rebanándome la garganta. - Y vio caer frente a él aquel ansiado maletín rojizo y su llave, mientras escuchaba la última frase de la doncella guerrera. - Sinceramente, ¿qué hay dentro? ¿Qué es tan importante como para jugármela de esta forma? Y descuida, en cuanto llegue el encargo no dudaré en manchar mi filo.
Agarró la llave, y se dispuso a abrir la caja frente a los que todavía se encontraban en aquella escena, después de todo, imaginaba que no sería algún tipo de bomba, de ser así, habría una advertencia clara por su parte, pues podrían resultar heridos por una inesperada explosión. Con los dedos temblantes, metió la llave en la cerradura, y miró al koala rosa a los ojos, asintiéndole y esperando la suya como respuesta para finalmente abrir la caja que maldecía su suerte.
Increíblemente, en aquella pequeña sala, a pesar de salir con la victoria, había muerto un incrédulo hombre, llamado Byron Nikkei, el que atravesaría aquella puerta, sería una persona distinta, más sincera consigo misma y más consciente de los peligros que podría acarrear transitar el camino que estaba destinado a caminar.
Dio un pequeño suspiro relajado, mientras escuchaba el comentario de Sorvolo y la siguiente replica de Komula, quien le advertía que aquella victoria solo era el primer paso, solo había atravesado el umbral a inframundo, aún quedaba mucho camino por recorrer para adentrarse en las profundidades. El joven con pelo violáceo le dedicó una pequeña sonrisa, a forma de responder que, en aquel momento, ya le había quedado claro y sabía a lo que se exponía.
La poderosa shichibukai no pudo evitar también soltar su personal advertencia, no era para menos después de las palabras que había dirigido el primerizo capitán, demostrando ser la autoridad de la sala, no por ser ella la dueña de aquel establecimiento, si no por ser la única que podía gozar con el privilegio de acabar con los presentes si así lo quisiese. La miró, casi avergonzado, rascando una de sus mejillas con uno de sus dedos, para finalmente contestar mientras llevaba este gesto a cabo.
- Lo sé, soy consciente, aún es pronto para mí... Y aun así, también sé que la próxima vez que nos veamos, te alegrarás de haberme dado la oportunidad no rebanándome la garganta. - Y vio caer frente a él aquel ansiado maletín rojizo y su llave, mientras escuchaba la última frase de la doncella guerrera. - Sinceramente, ¿qué hay dentro? ¿Qué es tan importante como para jugármela de esta forma? Y descuida, en cuanto llegue el encargo no dudaré en manchar mi filo.
Agarró la llave, y se dispuso a abrir la caja frente a los que todavía se encontraban en aquella escena, después de todo, imaginaba que no sería algún tipo de bomba, de ser así, habría una advertencia clara por su parte, pues podrían resultar heridos por una inesperada explosión. Con los dedos temblantes, metió la llave en la cerradura, y miró al koala rosa a los ojos, asintiéndole y esperando la suya como respuesta para finalmente abrir la caja que maldecía su suerte.