Octojin
El terror blanco
02-11-2024, 09:09 PM
Douma te observa de arriba a abajo, frunciendo el ceño como si estuviera calibrando cada centímetro de tu descomunal figura. Hay algo en su expresión que indica desconfianza, como si tu ofrecimiento de ayuda fuera tan inusual que necesitara cuestionarlo de todas las maneras posibles antes de siquiera considerarlo. Cruza los brazos, echándote otra mirada pensativa y, sin preocuparse mucho por las formalidades, suelta:
—¿Que tú trabajaste aquí? —te pregunta con una mezcla de escepticismo y curiosidad, inclinando la cabeza. Observa un segundo más, como si intentara buscar una pista en tus rasgos, alguna señal de verdad en tu rostro curtido—. ¿Hace cuánto dices?
Por un momento parece que va a descartar la idea, pero de repente su expresión cambia, como si algo en su memoria se activara. Los ojos de Douma se entrecierran, y da un paso atrás, estudiándote otra vez.
—¡Espera! Ahora que lo pienso… ¿Ragn, no? El vikingo que casi parte las tablas del Baratie en sus primeros días. ¡Así que eras tú! —La sorpresa se mezcla con una especie de admiración renuente en su voz, y aunque te dedica una sonrisa, no se relaja del todo. Sacude la cabeza, probablemente recordando el tiempo en que tú y las tablas de este barco tuvieron una relación de amor-odio debido a tu tamaño y fuerza.
Pero su atención rápidamente regresa al barco en el horizonte, y su rostro vuelve a endurecerse, fijando la mirada en ese trapo en lo alto del mástil, con una pizza en el fondo que es opacada por una calavera y que ondea al viento. La rabia parece tomar el control de su expresión, y un leve tic aparece en su mandíbula apretada.
—¿Ves esa bandera, grandullón? —te dice, señalando el barco— Esos son los piratas Calzzone, y te aseguro que no hay un grupo más patético y odioso en todos los mares. La gente los llama “nazis de la pizza” —Douma escupe las palabras como si cada una tuviera mal sabor. Y por la gente les llama quiere decir que él les llama—. Su única misión en la vida es acosarnos, atormentarnos, ¡y todo porque ofrecemos pizza con piña en el Baratie! Piensan que es un sacrilegio, y han jurado destruirnos por esa tontería.
A medida que habla, puedes notar que la frustración se ha convertido en una llama de pura indignación. Douma se golpea la palma de la mano con el puño, como si pudiera canalizar toda su rabia contra esos piratas de una buena vez. Es evidente que este conflicto con los Calzzone no es una simple disputa culinaria para él; esto es personal, casi tanto como lo sería para ti una afrenta contra tus ancestros o una falta de respeto hacia Nosha.
—Esos desgraciados han atacado el Baratie más veces de las que puedo contar, siempre con la misma excusa ridícula. ¡Ni siquiera piden tesoros ni buscan un botín! Solo quieren que retiremos la piña de nuestras pizzas, ¡y no voy a ceder ni un milímetro! —Douma te dirige una mirada encendida, y en su tono sientes que heredó ese mismo espíritu inquebrantable de su padre. Quizá sin decirte nada ya te hayas dado cuenta de que es su hijo— He jurado que la piña se quedará en nuestra carta hasta el último aliento.
Se cruza de brazos y te mira de forma evaluadora, como si estuviera considerando una opción descabellada, una posibilidad que lo ha estado picando en la mente. La rabia que sentías antes por el borracho parece encontrar un eco en la intensidad de Douma, y algo en ti se siente identificado con esta lucha tan absurda como apasionada.
—Tú pareces alguien que entiende de lealtad —dice Douma, casi midiendo sus palabras—. Si de verdad tienes historia en el Baratie y te sientes en deuda, entonces… ¿qué te parece si le damos a esos idiotas una lección? —Sonríe, una sonrisa que es todo dientes y energía contenida, como un lobo que ha encontrado a su igual— Ven conmigo. Vamos a reventarlos antes de que tengan la oportunidad de poner un pie aquí. No puedo prometerte el mejor combate de tu vida, pero te aseguro que sacarás algo de provecho.
Douma ya está poniéndose en marcha, moviéndose con clara agilidad, casi como si el impulso de la ira le diera alas. Te dirige una última mirada, esperando tu decisión. No es una invitación que hace a la ligera, y puedes ver que este tipo de luchas son algo en lo que se ha sumergido durante años, como un cocinero que se enfrenta a una receta familiar con cada golpe. Es una guerra de orgullo, de ideales, y, claro, de piña.
Estoy seguro de que la posibilidad de enfrentar a esos “nazis de la pizza” convierte el panorama en algo mucho más interesante que una comilona gratis. Además, la comilona puede venir después, si lo deseas. Aunque la causa pueda parecerte absurda, el honor del Baratie es algo que vale proteger, y ahora, después de tanto tiempo, quizá estés listo para aportar tu grano de arena a esta peculiar lucha en el restaurante flotante.
Si decides aceptar su ofrecimiento, el particular hijo de Zaza se subirá al bote y te esperará. Es un bote relativamente pequeño, entrais los dos y quizá podrían entrar dos personas más. En cualquier caso, cuando llevéis unos segundos remando —porque lo siento mucho, pero sí, te toca remar—, abrirán fuego contra vosotros. Un total de 5 disparos que irán hacia vosotros.
Finalmente, llegaréis al barco, pero no veréis a nadie.
—¿Que tú trabajaste aquí? —te pregunta con una mezcla de escepticismo y curiosidad, inclinando la cabeza. Observa un segundo más, como si intentara buscar una pista en tus rasgos, alguna señal de verdad en tu rostro curtido—. ¿Hace cuánto dices?
Por un momento parece que va a descartar la idea, pero de repente su expresión cambia, como si algo en su memoria se activara. Los ojos de Douma se entrecierran, y da un paso atrás, estudiándote otra vez.
—¡Espera! Ahora que lo pienso… ¿Ragn, no? El vikingo que casi parte las tablas del Baratie en sus primeros días. ¡Así que eras tú! —La sorpresa se mezcla con una especie de admiración renuente en su voz, y aunque te dedica una sonrisa, no se relaja del todo. Sacude la cabeza, probablemente recordando el tiempo en que tú y las tablas de este barco tuvieron una relación de amor-odio debido a tu tamaño y fuerza.
Pero su atención rápidamente regresa al barco en el horizonte, y su rostro vuelve a endurecerse, fijando la mirada en ese trapo en lo alto del mástil, con una pizza en el fondo que es opacada por una calavera y que ondea al viento. La rabia parece tomar el control de su expresión, y un leve tic aparece en su mandíbula apretada.
—¿Ves esa bandera, grandullón? —te dice, señalando el barco— Esos son los piratas Calzzone, y te aseguro que no hay un grupo más patético y odioso en todos los mares. La gente los llama “nazis de la pizza” —Douma escupe las palabras como si cada una tuviera mal sabor. Y por la gente les llama quiere decir que él les llama—. Su única misión en la vida es acosarnos, atormentarnos, ¡y todo porque ofrecemos pizza con piña en el Baratie! Piensan que es un sacrilegio, y han jurado destruirnos por esa tontería.
A medida que habla, puedes notar que la frustración se ha convertido en una llama de pura indignación. Douma se golpea la palma de la mano con el puño, como si pudiera canalizar toda su rabia contra esos piratas de una buena vez. Es evidente que este conflicto con los Calzzone no es una simple disputa culinaria para él; esto es personal, casi tanto como lo sería para ti una afrenta contra tus ancestros o una falta de respeto hacia Nosha.
—Esos desgraciados han atacado el Baratie más veces de las que puedo contar, siempre con la misma excusa ridícula. ¡Ni siquiera piden tesoros ni buscan un botín! Solo quieren que retiremos la piña de nuestras pizzas, ¡y no voy a ceder ni un milímetro! —Douma te dirige una mirada encendida, y en su tono sientes que heredó ese mismo espíritu inquebrantable de su padre. Quizá sin decirte nada ya te hayas dado cuenta de que es su hijo— He jurado que la piña se quedará en nuestra carta hasta el último aliento.
Se cruza de brazos y te mira de forma evaluadora, como si estuviera considerando una opción descabellada, una posibilidad que lo ha estado picando en la mente. La rabia que sentías antes por el borracho parece encontrar un eco en la intensidad de Douma, y algo en ti se siente identificado con esta lucha tan absurda como apasionada.
—Tú pareces alguien que entiende de lealtad —dice Douma, casi midiendo sus palabras—. Si de verdad tienes historia en el Baratie y te sientes en deuda, entonces… ¿qué te parece si le damos a esos idiotas una lección? —Sonríe, una sonrisa que es todo dientes y energía contenida, como un lobo que ha encontrado a su igual— Ven conmigo. Vamos a reventarlos antes de que tengan la oportunidad de poner un pie aquí. No puedo prometerte el mejor combate de tu vida, pero te aseguro que sacarás algo de provecho.
Douma ya está poniéndose en marcha, moviéndose con clara agilidad, casi como si el impulso de la ira le diera alas. Te dirige una última mirada, esperando tu decisión. No es una invitación que hace a la ligera, y puedes ver que este tipo de luchas son algo en lo que se ha sumergido durante años, como un cocinero que se enfrenta a una receta familiar con cada golpe. Es una guerra de orgullo, de ideales, y, claro, de piña.
Estoy seguro de que la posibilidad de enfrentar a esos “nazis de la pizza” convierte el panorama en algo mucho más interesante que una comilona gratis. Además, la comilona puede venir después, si lo deseas. Aunque la causa pueda parecerte absurda, el honor del Baratie es algo que vale proteger, y ahora, después de tanto tiempo, quizá estés listo para aportar tu grano de arena a esta peculiar lucha en el restaurante flotante.
Si decides aceptar su ofrecimiento, el particular hijo de Zaza se subirá al bote y te esperará. Es un bote relativamente pequeño, entrais los dos y quizá podrían entrar dos personas más. En cualquier caso, cuando llevéis unos segundos remando —porque lo siento mucho, pero sí, te toca remar—, abrirán fuego contra vosotros. Un total de 5 disparos que irán hacia vosotros.
Finalmente, llegaréis al barco, pero no veréis a nadie.