Octojin
El terror blanco
02-11-2024, 09:44 PM
(Última modificación: 02-11-2024, 10:46 PM por Octojin.)
Mientras la tensión aumenta en el lugar, pones en marcha el plan con la seguridad de un actor en su escena más importante. Mucha mierda Mayura, creo que la vas a necesitar. A pesar de que el fornido compañero parece dudar un momento, sigue tus instrucciones, moviendo con eficacia los cuerpos de los marines inconscientes y colocándolos como has indicado. Parece que ese tipo es un perro fiel y está en tu barco. Quizá le puedas mover como una simple marioneta, aunque si yo fuera tú... Todavía no me fiaría de él. Pero bueno, eso es una corazonada que tiene el narrador que para nada tiene que ver con el devenir de esta historia.
Volviendo a lo importante, aunque el tipo parece escéptico, sigue al pie de la letra cada paso, ajustando la posición de uno de los cuerpos en una silla y apoyando al otro a su lado, tal como le has dicho. Con las linternas colocadas estratégicamente, la luz crea sombras en la pared, simulando dos figuras de pie, en apariencia sin sospecha de lo que ocurre a su alrededor. Quizá le ordenes que las mueva un poco hasta que todo esté a tu gusto. El tipo no pondrá ninguna pega a ello.
En el silencio de la casa abandonada, un grito desgarrador rompe la calma, un toque dramático que hace que el ambiente cobre vida y que, sin duda, llame la atención de los marines en la zona.
Exclamando con tu voz cargada de histrionismo, el eco de tus palabras se extiende por la sala, resonando con la suficiente intensidad para ser escuchado en el exterior. Tu plan está en marcha, y tu escenario, que ahora mismo es media isla Kilombo, parece bailar al ritmo que tú mismo estás creando.
Tras unos segundos de silencio, oyes el ruido de varias pisadas apresuradas acercándose. Los marines caen en la trampa y se abalanzan hacia la casa en una ráfaga de pasos y órdenes ahogadas. Sin esperar más, tomas a tu compañero de fuga y ambos deslizáis silenciosamente hacia la salida trasera, escabulléndoos por una puerta lateral justo en el momento en que los primeros marines entran en la sala principal.
Desde la distancia, escuchas la voz de uno de los marines gritando al ver los cuerpos.
—¡Aquí hay dos! ¡Uno está perdiendo mucha sangre! — La voz de alarma se extiende como el fuego, y oyes cómo otros soldados se agrupan en torno a la casa. La distracción ha funcionado mejor de lo planeado, y ahora tenéis vía libre para moveros hacia el muelle. Como anotación, este narrador premia tu originalidad con el tema de crear sombras. Esta no me la he visto venir. ¡Enhorabuena!
Te diriges con rapidez hacia el área donde habías estado retenido antes, moviéndote por las sombras de la noche y manteniéndote fuera de la vista de los marines. El tipo al que intentas salvar va algo más lento, a pesar de tu herida, él tiene aún menos agilidad que tú. Menos mal que al menos sabe pegar. Sin embargo, cuando estás a punto de llegar, tu compañero te susurra con urgencia algo que quizá debería haber dicho antes.
—No es aquí. Debemos ir más al norte, cuatrocientos metros, detrás de esos edificios altos. Allí nos recogerán. Si llegamos, podremos salir de aquí de una pieza.
La idea de un plan de escape alternativo tiene sentido, aunque representa un riesgo. Frente a ti, las calles están custodiadas por algunos marines, y avanzar sin ser visto parece complicado. Bastante si encima tienes en cuenta que a quien buscan es a un tipo bastante peculiar como tú —en el buen sentido y sin ninguna intención de faltar— y a un fornido tipo reconocible desde varios metros de lejanía. Sin embargo, al echar un vistazo a tu alrededor, el tipo señala una tapa de alcantarilla a pocos metros.
—Podemos movernos por el alcantarillado. No es bonito, pero al menos no nos verán desde arriba. —Te lo dice en un susurro apremiante, su tono está decidido, no está bromeando.
Si tomas unos segundos para fijarte en todo lo que tienes a tu alrededor, podrás contemplar dos opciones. Podrías intentar moverte entre las sombras de las calles, manteniéndote bajo el resguardo de la noche y confiando en tu habilidad para evitar ser detectado. Pero tu compañero quizá no tenga ese don.
Por otro lado, en el alcantarillado ambos os moveríais igual de bien o mal. También parece una alternativa sensata, aunque poco atractiva, especialmente considerando tu herida y el olor que inevitablemente os acompañaría. Lo bueno es que tu compañero se ha traído la otra linterna y la tiene en la mano.
La decisión es tuya, pero el tiempo corre, y los pasos de los marines se acercan en busca de los responsables de la escena en la casa abandonada. No tardarán mucho en explorar la puerta trasera y el camino que os ha llevado hasta allí.
Volviendo a lo importante, aunque el tipo parece escéptico, sigue al pie de la letra cada paso, ajustando la posición de uno de los cuerpos en una silla y apoyando al otro a su lado, tal como le has dicho. Con las linternas colocadas estratégicamente, la luz crea sombras en la pared, simulando dos figuras de pie, en apariencia sin sospecha de lo que ocurre a su alrededor. Quizá le ordenes que las mueva un poco hasta que todo esté a tu gusto. El tipo no pondrá ninguna pega a ello.
En el silencio de la casa abandonada, un grito desgarrador rompe la calma, un toque dramático que hace que el ambiente cobre vida y que, sin duda, llame la atención de los marines en la zona.
Exclamando con tu voz cargada de histrionismo, el eco de tus palabras se extiende por la sala, resonando con la suficiente intensidad para ser escuchado en el exterior. Tu plan está en marcha, y tu escenario, que ahora mismo es media isla Kilombo, parece bailar al ritmo que tú mismo estás creando.
Tras unos segundos de silencio, oyes el ruido de varias pisadas apresuradas acercándose. Los marines caen en la trampa y se abalanzan hacia la casa en una ráfaga de pasos y órdenes ahogadas. Sin esperar más, tomas a tu compañero de fuga y ambos deslizáis silenciosamente hacia la salida trasera, escabulléndoos por una puerta lateral justo en el momento en que los primeros marines entran en la sala principal.
Desde la distancia, escuchas la voz de uno de los marines gritando al ver los cuerpos.
—¡Aquí hay dos! ¡Uno está perdiendo mucha sangre! — La voz de alarma se extiende como el fuego, y oyes cómo otros soldados se agrupan en torno a la casa. La distracción ha funcionado mejor de lo planeado, y ahora tenéis vía libre para moveros hacia el muelle. Como anotación, este narrador premia tu originalidad con el tema de crear sombras. Esta no me la he visto venir. ¡Enhorabuena!
Te diriges con rapidez hacia el área donde habías estado retenido antes, moviéndote por las sombras de la noche y manteniéndote fuera de la vista de los marines. El tipo al que intentas salvar va algo más lento, a pesar de tu herida, él tiene aún menos agilidad que tú. Menos mal que al menos sabe pegar. Sin embargo, cuando estás a punto de llegar, tu compañero te susurra con urgencia algo que quizá debería haber dicho antes.
—No es aquí. Debemos ir más al norte, cuatrocientos metros, detrás de esos edificios altos. Allí nos recogerán. Si llegamos, podremos salir de aquí de una pieza.
La idea de un plan de escape alternativo tiene sentido, aunque representa un riesgo. Frente a ti, las calles están custodiadas por algunos marines, y avanzar sin ser visto parece complicado. Bastante si encima tienes en cuenta que a quien buscan es a un tipo bastante peculiar como tú —en el buen sentido y sin ninguna intención de faltar— y a un fornido tipo reconocible desde varios metros de lejanía. Sin embargo, al echar un vistazo a tu alrededor, el tipo señala una tapa de alcantarilla a pocos metros.
—Podemos movernos por el alcantarillado. No es bonito, pero al menos no nos verán desde arriba. —Te lo dice en un susurro apremiante, su tono está decidido, no está bromeando.
Si tomas unos segundos para fijarte en todo lo que tienes a tu alrededor, podrás contemplar dos opciones. Podrías intentar moverte entre las sombras de las calles, manteniéndote bajo el resguardo de la noche y confiando en tu habilidad para evitar ser detectado. Pero tu compañero quizá no tenga ese don.
Por otro lado, en el alcantarillado ambos os moveríais igual de bien o mal. También parece una alternativa sensata, aunque poco atractiva, especialmente considerando tu herida y el olor que inevitablemente os acompañaría. Lo bueno es que tu compañero se ha traído la otra linterna y la tiene en la mano.
La decisión es tuya, pero el tiempo corre, y los pasos de los marines se acercan en busca de los responsables de la escena en la casa abandonada. No tardarán mucho en explorar la puerta trasera y el camino que os ha llevado hasta allí.