Asradi
Völva
03-11-2024, 01:35 AM
Galhard tenía razón. Pocas eran las ocasiones y, sobre todo, las personas, con las que Asradi podría compartir un momento como ese, de tranquilidad y confianza plena, sin tener que preocuparse por nada más. La sirena sonrió de manera suave, pensando no solo en este hecho, sino también disfrutando de ese instante que, seguramente, tendría en muy pocas ocasiones.
— Me gusta como suena. Creo que es una tradición que me gustaría mantener. — Le sonrió cálidamente al pelicastaño mientras daba otro comedido sorbo al vino que, todavía, yacía en el interior de su copa.
Volvió a paladear el líquido como tal. Estaba dulce y especiado. Era la primera vez que probaba algo similar y no le desagradaba del todo. Alrededor de ambos, la fiesta continuaba, e incluso se terminaría alargando los días posteriores pero, mientras, podrían disfrutar de la calma compañía el uno del otro. Y también de los demás. Entendía que él, como parte de la Marina, había venido también a inspeccionar y a cuidar de que todo estuviese en orden, aunque hubiesen sido invitados. Que tuviese, ahora, un momento de asueto, también le vendría bien para desconectar. Simplemente para disfrutar.
Asradi le sonrió animada, notando como el alcohol calentaba su pecho y su cuerpo. No estaba borracha, ni mucho menos, y aguantaba bien ese tipo de bebidas, por norma general. Pero quizás era el ambiente festivo lo que le provocaba, más bien, esa sensación de bienestar. De que ya no estaba sola.
Ese pensamiento le arrancó una nueva sonrisa. Y una sensación de cercanía como no había sentido en mucho tiempo le invadió. Al menos por un rato, por ese momento.
— De hecho, las mejores cosas suelen suceder cuando uno menos se lo espera. Creo que es más gratificante en ocasiones. — Le dedicó una cálida y dulce al pelicastaño antes de alzar de nuevo la copa en un nuevo brindis y tomando un nuevo trago. — Y porque sea una tradición muy duradera. Y por nuevos reencuentros. — Dijo con una sonrisa suave, dejando ya la copa vacía sobre un barril lleno que había en aquella zona. De momento ya iba completa con el tema de bebidas. Y no quería emborracharse mal delante de Galhard. Sería demasiado vergonzoso.
Pero estaba feliz, contenta. Aunque su corazón todavía anhelaba a alguien, por una vez en su vida podría decir que no le faltaba casi nada. Que no tenía miedo a nada de lo que se le pusiese por delante.
— Me gusta como suena. Creo que es una tradición que me gustaría mantener. — Le sonrió cálidamente al pelicastaño mientras daba otro comedido sorbo al vino que, todavía, yacía en el interior de su copa.
Volvió a paladear el líquido como tal. Estaba dulce y especiado. Era la primera vez que probaba algo similar y no le desagradaba del todo. Alrededor de ambos, la fiesta continuaba, e incluso se terminaría alargando los días posteriores pero, mientras, podrían disfrutar de la calma compañía el uno del otro. Y también de los demás. Entendía que él, como parte de la Marina, había venido también a inspeccionar y a cuidar de que todo estuviese en orden, aunque hubiesen sido invitados. Que tuviese, ahora, un momento de asueto, también le vendría bien para desconectar. Simplemente para disfrutar.
Asradi le sonrió animada, notando como el alcohol calentaba su pecho y su cuerpo. No estaba borracha, ni mucho menos, y aguantaba bien ese tipo de bebidas, por norma general. Pero quizás era el ambiente festivo lo que le provocaba, más bien, esa sensación de bienestar. De que ya no estaba sola.
Ese pensamiento le arrancó una nueva sonrisa. Y una sensación de cercanía como no había sentido en mucho tiempo le invadió. Al menos por un rato, por ese momento.
— De hecho, las mejores cosas suelen suceder cuando uno menos se lo espera. Creo que es más gratificante en ocasiones. — Le dedicó una cálida y dulce al pelicastaño antes de alzar de nuevo la copa en un nuevo brindis y tomando un nuevo trago. — Y porque sea una tradición muy duradera. Y por nuevos reencuentros. — Dijo con una sonrisa suave, dejando ya la copa vacía sobre un barril lleno que había en aquella zona. De momento ya iba completa con el tema de bebidas. Y no quería emborracharse mal delante de Galhard. Sería demasiado vergonzoso.
Pero estaba feliz, contenta. Aunque su corazón todavía anhelaba a alguien, por una vez en su vida podría decir que no le faltaba casi nada. Que no tenía miedo a nada de lo que se le pusiese por delante.