Sowon
Luna Sangrienta
03-11-2024, 03:05 AM
Inmersa en su propios ensamientos, la imponente Oni apenas sintió algo cuando chocaron con ella, de hecho no se hubiera percatado de no ser por la voz que escuchó a continuación. Al principio observó a la luna, como si intentase comunicarse con ella, entrecerraba los ojos para intentar discernir alguna boca entre tantos agujeritos. Luego sacudió la cabeza, la luna no mencionaría que era grande, ya que en caso de verle estaría mirando por sobre su cuerpo. Decidió mirar hacia abajo, alzó los pies para comprobar que no hubiese pisado a ninguna "hormiga" y entonces la vio.
—¿Uh? Buenas noches señorita, no le había visto ahí abajo, ¿Grande? Soy de tamaño bolsillo entre los de mi raza... ¿O se refiere a mis pechos? Hmm, no sabría decirlo, nunca me ha importado.—
Se rascó la cabeza mientras se agachaba para vislumbrar mejor a la contraria, no parecía una guerrera como ella, pero tenía un físico mucho más prominente que muchas humanas e incluso su cintura podía llegar a competirle a la suya. No lo negaría, estaba flechada por esa mujer, un leve rubor había aparecido en su rostro. Y en donde otros disimularían, incluso negarían la verdad, la imponente mujer era directa. Una guerrera nunca daba un paso al costado, jamás rechazaba un combate y tampoco huía. En su clan su madre se había declarado, también su abuela, eran mujeres fuertes y ella no sería la debilucha de la familia. Menos con una mujer tan bajita, pero incluso si fuese alta demostraría su superioridad. Era curioso que le hubieran chocado, por lo general era sencillo verle en el camino como si se tratase de un enorme edificio. No le era sencillo el sigilo y le resultaba imposible no ser el centro de atención, incluso entre sus palabras se notaba lo mucho que le agradaba atraer las miradas.
—¡Eres guapa! Si estuvieramos en mi hogar te invitaría a una noche, aunque las hormigas no hacen eso. Creo que primero se invitan a un... ¿Puré? ¿Sufflé? ¡Café! Te invito a un café cuando esté abierto. Por cierto... ¿Decías algo de chocarme? No estaba prestando atención, no te preocupes supongo que te dolió más a ti que a mí.—
Volvió a erguirse estirando su espalda mientras sentía el filo envainado de Matareyes contra su armadura, estaba lista para proseguir su camino cuando se le ocurrió una idea. Si deseaba tener oportunidades con esa chica era mejor continuar juntas, mostrarle lo que era capaz, ese extraño ritual de apareamiento que los humanos llamaban "citas". Lo primero era encontrar algo en lo que ayudar y luego empezar a hilar conversaciones, todo con el fin de conseguir el anhelado "café".
—Me llamo Sowon, si gustas puedo acompañarte a tu hogar o adonde sea que te dirijas. Conmigo a tu lado nadie se atreverá a molestarte. ¿Qué dices? También podemos conocernos en el camino, era una noche solitaria y habitual quizás no fue coincidencia encontrarme contigo... tal vez lo hizo ¿El destino?—
Se cruzó de brazos mientras inclinaba su cabeza, se notaba muy tonta diciendo tantas boberías, a lo mejor el golpe si le había afectado el cerebro. ¿Acaso era la respuesta de la luna? Un color que cayó del cielo, la mujer que iluminaría su noche cortesía de los astros, no estaba muy segura y no notaba nada que le diese la idea de que esa mujer hubiese caído del cielo.
—¿Uh? Buenas noches señorita, no le había visto ahí abajo, ¿Grande? Soy de tamaño bolsillo entre los de mi raza... ¿O se refiere a mis pechos? Hmm, no sabría decirlo, nunca me ha importado.—
Se rascó la cabeza mientras se agachaba para vislumbrar mejor a la contraria, no parecía una guerrera como ella, pero tenía un físico mucho más prominente que muchas humanas e incluso su cintura podía llegar a competirle a la suya. No lo negaría, estaba flechada por esa mujer, un leve rubor había aparecido en su rostro. Y en donde otros disimularían, incluso negarían la verdad, la imponente mujer era directa. Una guerrera nunca daba un paso al costado, jamás rechazaba un combate y tampoco huía. En su clan su madre se había declarado, también su abuela, eran mujeres fuertes y ella no sería la debilucha de la familia. Menos con una mujer tan bajita, pero incluso si fuese alta demostraría su superioridad. Era curioso que le hubieran chocado, por lo general era sencillo verle en el camino como si se tratase de un enorme edificio. No le era sencillo el sigilo y le resultaba imposible no ser el centro de atención, incluso entre sus palabras se notaba lo mucho que le agradaba atraer las miradas.
—¡Eres guapa! Si estuvieramos en mi hogar te invitaría a una noche, aunque las hormigas no hacen eso. Creo que primero se invitan a un... ¿Puré? ¿Sufflé? ¡Café! Te invito a un café cuando esté abierto. Por cierto... ¿Decías algo de chocarme? No estaba prestando atención, no te preocupes supongo que te dolió más a ti que a mí.—
Volvió a erguirse estirando su espalda mientras sentía el filo envainado de Matareyes contra su armadura, estaba lista para proseguir su camino cuando se le ocurrió una idea. Si deseaba tener oportunidades con esa chica era mejor continuar juntas, mostrarle lo que era capaz, ese extraño ritual de apareamiento que los humanos llamaban "citas". Lo primero era encontrar algo en lo que ayudar y luego empezar a hilar conversaciones, todo con el fin de conseguir el anhelado "café".
—Me llamo Sowon, si gustas puedo acompañarte a tu hogar o adonde sea que te dirijas. Conmigo a tu lado nadie se atreverá a molestarte. ¿Qué dices? También podemos conocernos en el camino, era una noche solitaria y habitual quizás no fue coincidencia encontrarme contigo... tal vez lo hizo ¿El destino?—
Se cruzó de brazos mientras inclinaba su cabeza, se notaba muy tonta diciendo tantas boberías, a lo mejor el golpe si le había afectado el cerebro. ¿Acaso era la respuesta de la luna? Un color que cayó del cielo, la mujer que iluminaría su noche cortesía de los astros, no estaba muy segura y no notaba nada que le diese la idea de que esa mujer hubiese caído del cielo.