Airgid Vanaidiam
Metalhead
03-11-2024, 04:28 PM
Los tres observaron aquel anillo anclado a una mano inerte aparecer de entre las entrañas del animal con una mezcla de asco y curiosidad, algunos más asco que curiosidad, y viceversa. Airgid por un segundo se preguntó si aquella mujer seguiría viva, con un brazo y una joya menos, pero con vida. Pensó sobre cómo sería la vida con un brazo menos. Pues igual menos jodida que con una pierna menos. O puede que no, quizás era mejor tener las dos manos, así podía fabricarse una buena pierna. Típica pregunta sin respuesta. Entonces Ragnheidr se acercó al miembro amputado y tomó el anillo entre sus manos, observándolo, escuadriñando sus detalles y el brillo que aún conservaba. Al menos le confirmó que no habría problema alguno con comerlo, eso era una buena noticia. No parecía demasiado apetecible en ese momento, pero como Asradi mencionó, seguro que tras la mano milagrosa de Ragn, aquel pescado quedaría delicioso. La rubia contuvo un leve escalofrío, intentando quitarse de encima ese prejuicio sobre el sabor del pez. — Sí... qué hambre. — Comentó en un tono ligeramente irónico. Aunque no mentía, sí que tenía hambre. Solo esperaba que Ragn lo limpiara bien por dentro.
Pronto se apropió con dicha tarea, tomando al pez entre sus brazos y arrimándolo a la esquina de la cubierta donde tenía la cocina preparada, compartiendo en voz alta algunos de los ingredientes con los que lo cocinaría. Algo sobre unas algas, limón, y a saber qué más. Airgid no se imaginaba como podría quedar todo eso junto, pero confiaba en su sabiduría culinaria, y en su instinto, que muchas veces era incluso más importante que el conocimiento. Se acomodó en la barandilla, viendo cómo sacaba un enorme y afilado cuchillo de cocina y empezaba a destripar al pez. Qué eficiencia. A ella tampoco se le daba mal, muchas veces había cazado y limpiado animales por dentro, pero nunca algo tan grande y tan... viscoso. Rápidamente apartó la vista de la escena, centrándose mejor en su compañera, que también había tomado asiento junto a ella, en la barandilla de madera. — Ya ves, tú engañas, parece que no pero tienes un pronto... — Continuó su broma, soltando una carcajada. Asradi podía parecer inofensiva, con aquella cara de chica buena y su dulce y melodiosa voz, pero se enfadaba rápido y no dudaba en usar sus dientes si tenía que hacerlo.
La observó, sonriendo, disfrutando de los rayos del sol que calentaban su piel y liberaban reflejos dorados al chocar con sus mechones. Adoraba aquel calorcito del verano, siempre le había gustado aquella estación, y así, en medio del mar en calma, con el olor de la buena comida asándose, se sentía tan en paz. Tan tranquila... hasta que la pregunta de Asradi le hizo dar un brinco sobre su asiento, pillándola completamente por sorpresa. — ¿¡Qu-qué!? — Sin darse cuenta, se había puesto roja como un tomate. La sirena, en cambio, mostraba una expresión pilla, totalmente confiada. Joder, ¿era tan evidente? Puede que sí, puede que no se hubieran esforzado mucho por disimularlo... ¿querían siquiera? Tratando de calmar los nervios, se pasó una mano por la cabeza, acariciándose el pelo. — Ehm... esto... — Se moría de la vergüenza. No estaba muy acostumbrada a hablar de sus sentimientos, ¿era eso... una charla de chicas? — ¿Cómo lo sabes? — Preguntó, realmente intrigada, aunque no se quedó ahí. — Todo bien, ¿vale? Mejor que bien, incluso. — Parecía estar como a la defensiva, y es que realmente se le daba fatal hablar de ese tipo de cosas, pero no, no estaba molesta, ni enfadada, solo un poco abrumada. — ¡Lo hablamos luego, mejor! — Fue su excusa para salir del paso, y es que Ragn no estaba lejos, comenzando a acercarse hacia ellas.
Les acercaba un enorme plato a las dos, dejándolo en medio de ambas mujeres. Airgid seguía un poco roja, viéndole llegar, con aquella imponente figura. Una que tanto le gustaba. La comida olía genial, la rubia no podía creerse que aquello viniera del horrible pez que había "pescado" hacía unos minutos. Asradi fue la primera en abalanzarse a probarlo, tomando un pedazo de aquella carne blanca con los dedos y metiéndoselo en la boca. Airgid se quedó mirándola en silencio, esperando su veredicto. Tampoco tuvo que esperar mucho, enseguida se le dibujó una sonrisa en la cara, incluso los ojos se le iluminaron, halagando a Ragn y su habilidad en la cocina. Con toda la curiosidad del mundo, y a pesar de que el pescado no era su comida favorita, Airgid tomó un trozo e hizo lo propio, llevándoselo a la boca. Lo degustó unos segundos, estaba tierno, sin espina alguna, y con un sabor exquisito gracias a las especias que Ragn se había dedicado a ponerle por encima. Además, la propia carne del pescado era sabrosa, no era como ningún otro pez que hubiera probado antes. Enseguida entendió a lo que Asradi se había referido.
Una vez tragó, esbozó una sonrisa enorme, de oreja a oreja. — ¡Joder, está buenísimo! — Exclamó, con aquella bocaza que tenía. Fue capaz de ver por el rabillo del ojo, cómo Asradi no dejaba de pellizcar el plato, apropiándose de casi todo su contenido. Pero no dijo nada, solo sonrió y tomó un trocito nuevo. — Gracias, Ragni, hay tanta comía que tenemos para todo el viaje. Al final llegaremos al Baratie sin hambre y todo. — Bromeó, aunque en el fondo sabía que no era verdad. El Baratie era un restaurante marítimo, por mucho que comieran ahora, seguro que al momento de poner un pie sobre la cubierta de aquel barco se les abría el estómago de repente. Estaba deseando probar la cocina de aquel lugar, la verdad. — A tó esto, ¿cuál diríais que es vuestro plato favorito? Algo que podríais comer hasta reventar. — Les preguntó, con cierta curiosidad.
Pronto se apropió con dicha tarea, tomando al pez entre sus brazos y arrimándolo a la esquina de la cubierta donde tenía la cocina preparada, compartiendo en voz alta algunos de los ingredientes con los que lo cocinaría. Algo sobre unas algas, limón, y a saber qué más. Airgid no se imaginaba como podría quedar todo eso junto, pero confiaba en su sabiduría culinaria, y en su instinto, que muchas veces era incluso más importante que el conocimiento. Se acomodó en la barandilla, viendo cómo sacaba un enorme y afilado cuchillo de cocina y empezaba a destripar al pez. Qué eficiencia. A ella tampoco se le daba mal, muchas veces había cazado y limpiado animales por dentro, pero nunca algo tan grande y tan... viscoso. Rápidamente apartó la vista de la escena, centrándose mejor en su compañera, que también había tomado asiento junto a ella, en la barandilla de madera. — Ya ves, tú engañas, parece que no pero tienes un pronto... — Continuó su broma, soltando una carcajada. Asradi podía parecer inofensiva, con aquella cara de chica buena y su dulce y melodiosa voz, pero se enfadaba rápido y no dudaba en usar sus dientes si tenía que hacerlo.
La observó, sonriendo, disfrutando de los rayos del sol que calentaban su piel y liberaban reflejos dorados al chocar con sus mechones. Adoraba aquel calorcito del verano, siempre le había gustado aquella estación, y así, en medio del mar en calma, con el olor de la buena comida asándose, se sentía tan en paz. Tan tranquila... hasta que la pregunta de Asradi le hizo dar un brinco sobre su asiento, pillándola completamente por sorpresa. — ¿¡Qu-qué!? — Sin darse cuenta, se había puesto roja como un tomate. La sirena, en cambio, mostraba una expresión pilla, totalmente confiada. Joder, ¿era tan evidente? Puede que sí, puede que no se hubieran esforzado mucho por disimularlo... ¿querían siquiera? Tratando de calmar los nervios, se pasó una mano por la cabeza, acariciándose el pelo. — Ehm... esto... — Se moría de la vergüenza. No estaba muy acostumbrada a hablar de sus sentimientos, ¿era eso... una charla de chicas? — ¿Cómo lo sabes? — Preguntó, realmente intrigada, aunque no se quedó ahí. — Todo bien, ¿vale? Mejor que bien, incluso. — Parecía estar como a la defensiva, y es que realmente se le daba fatal hablar de ese tipo de cosas, pero no, no estaba molesta, ni enfadada, solo un poco abrumada. — ¡Lo hablamos luego, mejor! — Fue su excusa para salir del paso, y es que Ragn no estaba lejos, comenzando a acercarse hacia ellas.
Les acercaba un enorme plato a las dos, dejándolo en medio de ambas mujeres. Airgid seguía un poco roja, viéndole llegar, con aquella imponente figura. Una que tanto le gustaba. La comida olía genial, la rubia no podía creerse que aquello viniera del horrible pez que había "pescado" hacía unos minutos. Asradi fue la primera en abalanzarse a probarlo, tomando un pedazo de aquella carne blanca con los dedos y metiéndoselo en la boca. Airgid se quedó mirándola en silencio, esperando su veredicto. Tampoco tuvo que esperar mucho, enseguida se le dibujó una sonrisa en la cara, incluso los ojos se le iluminaron, halagando a Ragn y su habilidad en la cocina. Con toda la curiosidad del mundo, y a pesar de que el pescado no era su comida favorita, Airgid tomó un trozo e hizo lo propio, llevándoselo a la boca. Lo degustó unos segundos, estaba tierno, sin espina alguna, y con un sabor exquisito gracias a las especias que Ragn se había dedicado a ponerle por encima. Además, la propia carne del pescado era sabrosa, no era como ningún otro pez que hubiera probado antes. Enseguida entendió a lo que Asradi se había referido.
Una vez tragó, esbozó una sonrisa enorme, de oreja a oreja. — ¡Joder, está buenísimo! — Exclamó, con aquella bocaza que tenía. Fue capaz de ver por el rabillo del ojo, cómo Asradi no dejaba de pellizcar el plato, apropiándose de casi todo su contenido. Pero no dijo nada, solo sonrió y tomó un trocito nuevo. — Gracias, Ragni, hay tanta comía que tenemos para todo el viaje. Al final llegaremos al Baratie sin hambre y todo. — Bromeó, aunque en el fondo sabía que no era verdad. El Baratie era un restaurante marítimo, por mucho que comieran ahora, seguro que al momento de poner un pie sobre la cubierta de aquel barco se les abría el estómago de repente. Estaba deseando probar la cocina de aquel lugar, la verdad. — A tó esto, ¿cuál diríais que es vuestro plato favorito? Algo que podríais comer hasta reventar. — Les preguntó, con cierta curiosidad.