Sowon
Luna Sangrienta
03-11-2024, 10:23 PM
Observó la reacción de la joven por unos segundos, parecía haber tenido efecto a la hora de pedirle ese ritual que llevaban las hormigas, además de decir que se pensaría el hecho de compartir una habitación con ella. Esa última frase ilusionó bastante a la rubia, solo debería esperar a que la chica terminase de pensarlo, no sabía cuanto tiempo requerían para tal proceso. Podría ser algo de unos minutos o de semanas, una promesa un tanto inexacta pero que hizo bastante feliz a la Oni por unos segundos. Parecía que sus dotes de seducción seguían intactos, incluso ella sentía que su cuerpo había mejorado mucho desde que se aventuró al mundo. Su fuerza había alcanzado cuotas impensables, sus reflejos estaban más afilados que nunca y su destreza con la espada poco tenían que envidiarle a aquellos humanos que se dedicasen a emplear miles de armas a la vez. Su camino era el de utilizar un arma y aquello respondía a la necesidad de concentrarse plenamente al momento de cortar, necesitaba mantener la pasión viva sin dejarse influir demasiado por estilos que otros utilizaran. Era su manera de forjarse un camino en un mundo tan competitivo como el de las espadas, las armas de filo eran bastante populares y ella no se quedaría estancada. Todo en conjunto terminaba por formar a una mujer alta, esbelta, de gran belleza y que inspiraba una seguridad arrolladora en quienes le veían desde abajo un partido completo para cualquier mujer que buscase una acompañante.
―¿Akari? Vaya, parece un nombre tradicional de mi lugar de origen, cada vez siento que este lugar ha sido fundado por alguien que provenía de ese lugar. Primero el dojo, ahora tu nombre y los lugareños también suelen tener una gran similitud en cuanto a su vestimenta, es como conocer a una vieja amiga aunque de donde vengo no suelen ser tan amables o abiertos a conversar como me he encontrado en esta isla.―
Comentó la mujer mientras se ponía en marcha, asintiendo a la pregunta sobre si era momento de emprender la marcha, la siguiente pregunta era esperable. Las islas siempre preguntaban a quienes llegaban sobre su procedencia, en especial para rastrear incidentes del pasado o su historial criminal. A Sowon nunca le había interesado ocultar nada, ella se consideraba una mercenaria que buscaba emociones fuertes y progresar, las normas sobre la piratería le traían sin cuidado. Cruzó sus brazos mientras caminaba, utilizando el gesto para explicar lo más directa que pudiera su situación.
―Llegué con unos conocidos, me dieron un aventón como suele decirse. No diría que vine por turismo, pero si he estado explorando el lugar por mi cuenta, tuve el placer de luchar contra el mejor discípulo del dojo de espadas y salí triunfante de esa pelea. Si puedes ver tengo este vendaje como recuerdo, pero te aseguro que él la pasó mucho peor y al terminar el combate apenas podía moverse. No lo maté, es algo innecesario y me frustraría matar a alguien que en el futuro puede volverse incluso más fuerte y darme otro combate a la altura. Yo siento que también me hice mucho más fuerte tras ese choque, creo que podemos decir que mi razón para estar aquí es nutrirme de nuevas disciplinas mientras espero el siguiente destino.―
Explicó mientras mostraba la venda en su cuello y explicaba con señas como había sido el combate contra aquel oponente, haciendo especial mención en los movimientos que más le habían sorprendido para luego demostrar que su fuerza había resultado abrumadora al largo plazo. La emoción se reflejaba en el brillo de sus ojos, aunque se detuvo en seco al ver que sin quererlo había acaparado toda la charla hacia ella y apenas dejado a su compañera acotar algo sobre todo lo que estaba explicando. Disimuladamente se aclaró la garganta mientras tomaba una postura más relajada, sus manos se posaron detrás de su cabeza y su andar se hizo algo más relajado, a veces se olvidaba que un paso suyo eran como diez o veinte de una persona normal.
―¿Qué puedes contarme de ti? Puedo notar por tu aspecto que no te dedicas a luchar, al menos no como primer medida, pero he conocido a varias personas que no son lo que aparentan. Si tuviera que apostar diría que podrías matar a cualquier incauto que se atreviese a subestimarte, incluso puede que yo misma tuviera problemas si te enojases. ¡Aunque claro es una suposición! A lo mejor solo eres una chica normal que le gusta salir de noche a hacer sus quehaceres en la ciudad. ¿Alguna vez has luchado?―
Las preguntas de la gigantesca Oni no parecían cambiar de dirección, pese a intentar alejarse del tema volvía a este inconscientemente. Le agradaban las personas, pero más le agradaban aquellas que podían utilizar su fuerza, no escatimaba en las apariencias ya que pese a ser sincera había conocido a muchas personas que manipulaban a otros o gustaban de engañar como lo era el inestable Plumitas a quien todavía debía darle el postre que se olvidó esa vez en la taberna. Ya tendría tiempo para ese asunto, lo que ahora le interesaba y demostraba con una amplia sonrisa era conocer en profundidad a su peculiar compañía. El camino parecía seguro, pese a estar lejos de la sociedad, nada más que algunos lobos se habían atrevido a asomarse y huían en cuanto sentían el peso de la rubia al pisar con su habitual descuido la tierra bajo sus pies.
―¿Akari? Vaya, parece un nombre tradicional de mi lugar de origen, cada vez siento que este lugar ha sido fundado por alguien que provenía de ese lugar. Primero el dojo, ahora tu nombre y los lugareños también suelen tener una gran similitud en cuanto a su vestimenta, es como conocer a una vieja amiga aunque de donde vengo no suelen ser tan amables o abiertos a conversar como me he encontrado en esta isla.―
Comentó la mujer mientras se ponía en marcha, asintiendo a la pregunta sobre si era momento de emprender la marcha, la siguiente pregunta era esperable. Las islas siempre preguntaban a quienes llegaban sobre su procedencia, en especial para rastrear incidentes del pasado o su historial criminal. A Sowon nunca le había interesado ocultar nada, ella se consideraba una mercenaria que buscaba emociones fuertes y progresar, las normas sobre la piratería le traían sin cuidado. Cruzó sus brazos mientras caminaba, utilizando el gesto para explicar lo más directa que pudiera su situación.
―Llegué con unos conocidos, me dieron un aventón como suele decirse. No diría que vine por turismo, pero si he estado explorando el lugar por mi cuenta, tuve el placer de luchar contra el mejor discípulo del dojo de espadas y salí triunfante de esa pelea. Si puedes ver tengo este vendaje como recuerdo, pero te aseguro que él la pasó mucho peor y al terminar el combate apenas podía moverse. No lo maté, es algo innecesario y me frustraría matar a alguien que en el futuro puede volverse incluso más fuerte y darme otro combate a la altura. Yo siento que también me hice mucho más fuerte tras ese choque, creo que podemos decir que mi razón para estar aquí es nutrirme de nuevas disciplinas mientras espero el siguiente destino.―
Explicó mientras mostraba la venda en su cuello y explicaba con señas como había sido el combate contra aquel oponente, haciendo especial mención en los movimientos que más le habían sorprendido para luego demostrar que su fuerza había resultado abrumadora al largo plazo. La emoción se reflejaba en el brillo de sus ojos, aunque se detuvo en seco al ver que sin quererlo había acaparado toda la charla hacia ella y apenas dejado a su compañera acotar algo sobre todo lo que estaba explicando. Disimuladamente se aclaró la garganta mientras tomaba una postura más relajada, sus manos se posaron detrás de su cabeza y su andar se hizo algo más relajado, a veces se olvidaba que un paso suyo eran como diez o veinte de una persona normal.
―¿Qué puedes contarme de ti? Puedo notar por tu aspecto que no te dedicas a luchar, al menos no como primer medida, pero he conocido a varias personas que no son lo que aparentan. Si tuviera que apostar diría que podrías matar a cualquier incauto que se atreviese a subestimarte, incluso puede que yo misma tuviera problemas si te enojases. ¡Aunque claro es una suposición! A lo mejor solo eres una chica normal que le gusta salir de noche a hacer sus quehaceres en la ciudad. ¿Alguna vez has luchado?―
Las preguntas de la gigantesca Oni no parecían cambiar de dirección, pese a intentar alejarse del tema volvía a este inconscientemente. Le agradaban las personas, pero más le agradaban aquellas que podían utilizar su fuerza, no escatimaba en las apariencias ya que pese a ser sincera había conocido a muchas personas que manipulaban a otros o gustaban de engañar como lo era el inestable Plumitas a quien todavía debía darle el postre que se olvidó esa vez en la taberna. Ya tendría tiempo para ese asunto, lo que ahora le interesaba y demostraba con una amplia sonrisa era conocer en profundidad a su peculiar compañía. El camino parecía seguro, pese a estar lejos de la sociedad, nada más que algunos lobos se habían atrevido a asomarse y huían en cuanto sentían el peso de la rubia al pisar con su habitual descuido la tierra bajo sus pies.