Juuken
Juuken
04-11-2024, 09:19 PM
Qué animal estás hecho. Nunca mejor dicho. El primer tigre ha sido frenado en seco por tus manos, lo cual ha provocado que su mandíbula quedara bloqueada directamente por tus manos. Pudiste ver cómo abría los ojos con fuerza mientras tu puñetazo iba directo hacia él. Con un fuerte gruñido y quejido de dolor sale despedido hacia atrás. La terrible onda expande y empuja el aire, provocando una corriente de aire que meció toda la vegetación que osó interponerse en su camino.
El tigre se estrelló de nuevo contra el carro que estaba roto, esta vez lo terminó de destrozar con su cuerpo por el gran impacto que le diste. A continuación ves que el último de los tigres está llegando hacia tí. Sientes hasta pena, o eso parece por tu declaración final, pero interceptas ese ataque del tigre con un fuerte golpe, un derechazo con toda la rabia y sin compasión a ese ser que solamente busca verter tu propia sangre por tierra. Eso es inaceptable para un michi de tu calibre.
Su dentadura sufre un gran golpe, notas cómo su cuello se retuerce, sientes como su columna vertebral se pliega, has dado un golpe perfecto, recto. Un “crack” tras otro llega a tus oídos mientras sientes como esa bestia exhala su último suspiro. Tu golpe llega al final y con la misma inercia del golpe, el tigre sale despedido en dirección opuesta a su objetivo principal.
Un sonoro golpe se escucha cuando su cuerpo inerte choca directamente contra un árbol. El cadáver del tigre cae a plomo en el terreno, sangrando por varias partes y con los ojos en blanco, a la vez notas algo de movimiento por esa zona, pero no ves nada ni nadie. Todavía te queda un enemigo en pie. O prácticamente en pie. Ves cómo una de sus orejas está en una posición bastante antinatural hasta para un felino capaz de girarla en 180º. Te está mirando con clarísima furia mientras tú estás avanzando hacia él.
Lanzas tu arremetida y notas que el tigre parecía estar preparado, aún así logras impactarle con cada uno de tus golpes. Pero ahora estás ahí, a escasos metros de distancia, delante de tí un tigre con múltiples heridas, echando espuma por la boca, rabioso y con los ojos inyectados en furia mirándote directamente. Está claro que no va a dejar pasar eso por alto. Le ves temblar de ira, una ira provocada por tus ataques y el intento frustrado de acabar con la vida de esa criatura.
Aún así, notas que no va a vacilar en su convicción. Le ves prepararse directamente para cargar de nuevo contra tí. Flexiona sus cuartos traseros y se lanza directo hacia tí, haciendo gala de una gran destreza. Aún para estar tan malherido posee una determinación asombrosa, no parece haber nada que le haga cambiar de parecer. Tal vez, solo la muerte.
Está a mitad de camino, con ese salto llega directamente hacia tí, pero algo se lo impide. Casi a cámara lenta, ves algo por el rabillo del ojo moverse muy veloz. Una mancha blanca llega a una gran velocidad e intercepta ese tigre de tonos oscuros, arremetiendo contra él y evitando que llegue a alcanzarte. Por un momento te parece haber reconocido esa figura blanca que se ha lanzado contra el tigre. ¿No era ese Sunōfurēku? Aunque parecía más grande.
Si miras a tu izquierda podrás ver que tu amigo está ahí, parado, mirándote mientras mueve sus tres colas alegremente. Sentado observando la situación. Parece que el miedo ha abandonado su cuerpo. Si en cambio miras a tu derecha, podrás ver una imagen un poco más grotesca y dantesca. Otro tigre de la raza de Sunōfurēku se ha abalanzado contra el tigre oscuro que cargaba contra tí, lo ha arramblado hasta dejarlo tumbado en el suelo. Su cuello sangraba abundantemente mientras él estaba completamente abatido allí. De esa otra criatura blanca gotea la sangre de su enemigo, concretamente de sus fauces.
Libera el cadáver de su enemigo, se gira y te observa. Gruñe con gran agresividad y parece dispuesto a seguir atacando, sin embargo no hace nada, solamente está ahí. Ese tigre no tiene nada que ver con tu nuevo mejor amigo, es igual, pero mucho más grande. Notas algo moverse a tu lado, ves que ahí está Sunōfurēku, rozando su cabeza contra tu mano. Notas que con ese gesto, el tigre grandullón se relaja y deja de gruñir.
Parece haber entendido las intenciones de su cría, lo que le ha querido expresar. Notas que ha desaparecido la agresividad contra tí. Se aproxima, es algo más grande que tú, realmente enorme en comparación. Te olisquea y, aunque no notas tensión si sientes algo de incomodidad y nerviosismo. Si quisiera podría arrancarte la cabeza de un bocado, aunque no parece ser sus intenciones.
Le ves reunirse con su cría, ella está muy feliz de tener a su madre ahí, lo notas en su forma de actuar, y la madre siente un gran alivio, aunque ves que no baja la guardia del todo. Emiten pequeños sonidos y de pronto se te queda mirando, sientes tanto una mirada de agradecimiento como una intriga en sus ojos. Parece estar esperando algo de tí. Tal vez una petición, tal vez un tributo. Tú entiendes mejor a los felinos que yo, no lo sé.
El tigre se estrelló de nuevo contra el carro que estaba roto, esta vez lo terminó de destrozar con su cuerpo por el gran impacto que le diste. A continuación ves que el último de los tigres está llegando hacia tí. Sientes hasta pena, o eso parece por tu declaración final, pero interceptas ese ataque del tigre con un fuerte golpe, un derechazo con toda la rabia y sin compasión a ese ser que solamente busca verter tu propia sangre por tierra. Eso es inaceptable para un michi de tu calibre.
Su dentadura sufre un gran golpe, notas cómo su cuello se retuerce, sientes como su columna vertebral se pliega, has dado un golpe perfecto, recto. Un “crack” tras otro llega a tus oídos mientras sientes como esa bestia exhala su último suspiro. Tu golpe llega al final y con la misma inercia del golpe, el tigre sale despedido en dirección opuesta a su objetivo principal.
Un sonoro golpe se escucha cuando su cuerpo inerte choca directamente contra un árbol. El cadáver del tigre cae a plomo en el terreno, sangrando por varias partes y con los ojos en blanco, a la vez notas algo de movimiento por esa zona, pero no ves nada ni nadie. Todavía te queda un enemigo en pie. O prácticamente en pie. Ves cómo una de sus orejas está en una posición bastante antinatural hasta para un felino capaz de girarla en 180º. Te está mirando con clarísima furia mientras tú estás avanzando hacia él.
Lanzas tu arremetida y notas que el tigre parecía estar preparado, aún así logras impactarle con cada uno de tus golpes. Pero ahora estás ahí, a escasos metros de distancia, delante de tí un tigre con múltiples heridas, echando espuma por la boca, rabioso y con los ojos inyectados en furia mirándote directamente. Está claro que no va a dejar pasar eso por alto. Le ves temblar de ira, una ira provocada por tus ataques y el intento frustrado de acabar con la vida de esa criatura.
Aún así, notas que no va a vacilar en su convicción. Le ves prepararse directamente para cargar de nuevo contra tí. Flexiona sus cuartos traseros y se lanza directo hacia tí, haciendo gala de una gran destreza. Aún para estar tan malherido posee una determinación asombrosa, no parece haber nada que le haga cambiar de parecer. Tal vez, solo la muerte.
Está a mitad de camino, con ese salto llega directamente hacia tí, pero algo se lo impide. Casi a cámara lenta, ves algo por el rabillo del ojo moverse muy veloz. Una mancha blanca llega a una gran velocidad e intercepta ese tigre de tonos oscuros, arremetiendo contra él y evitando que llegue a alcanzarte. Por un momento te parece haber reconocido esa figura blanca que se ha lanzado contra el tigre. ¿No era ese Sunōfurēku? Aunque parecía más grande.
Si miras a tu izquierda podrás ver que tu amigo está ahí, parado, mirándote mientras mueve sus tres colas alegremente. Sentado observando la situación. Parece que el miedo ha abandonado su cuerpo. Si en cambio miras a tu derecha, podrás ver una imagen un poco más grotesca y dantesca. Otro tigre de la raza de Sunōfurēku se ha abalanzado contra el tigre oscuro que cargaba contra tí, lo ha arramblado hasta dejarlo tumbado en el suelo. Su cuello sangraba abundantemente mientras él estaba completamente abatido allí. De esa otra criatura blanca gotea la sangre de su enemigo, concretamente de sus fauces.
Libera el cadáver de su enemigo, se gira y te observa. Gruñe con gran agresividad y parece dispuesto a seguir atacando, sin embargo no hace nada, solamente está ahí. Ese tigre no tiene nada que ver con tu nuevo mejor amigo, es igual, pero mucho más grande. Notas algo moverse a tu lado, ves que ahí está Sunōfurēku, rozando su cabeza contra tu mano. Notas que con ese gesto, el tigre grandullón se relaja y deja de gruñir.
Parece haber entendido las intenciones de su cría, lo que le ha querido expresar. Notas que ha desaparecido la agresividad contra tí. Se aproxima, es algo más grande que tú, realmente enorme en comparación. Te olisquea y, aunque no notas tensión si sientes algo de incomodidad y nerviosismo. Si quisiera podría arrancarte la cabeza de un bocado, aunque no parece ser sus intenciones.
Le ves reunirse con su cría, ella está muy feliz de tener a su madre ahí, lo notas en su forma de actuar, y la madre siente un gran alivio, aunque ves que no baja la guardia del todo. Emiten pequeños sonidos y de pronto se te queda mirando, sientes tanto una mirada de agradecimiento como una intriga en sus ojos. Parece estar esperando algo de tí. Tal vez una petición, tal vez un tributo. Tú entiendes mejor a los felinos que yo, no lo sé.