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Ray
Kuroi Ya
04-11-2024, 09:27 PM
El pirata consigue bloquear con éxito el intento de su inesperado enemigo por agarrarle, y cuando desenvaina sus espadas y las envuelve en llamas consigue ver algo mejor lo que sucede a su alrededor. El ser que le ha intentado atrapar es un felino de aspecto similar al de un tigre blanco, pero más esbelto y con tres largas colas que ondean al unísono y que dan la sensación de ser su principal o una de sus principales armas a la hora de combatir. Y para colmo la bestia no está sola, pues otro de aquellos misteriosos y bellos animales se encuentra a su lado. Había pasado inadvertido y colocado una trampa con su cola en la que, por suerte, Syxel no ha caído al no haberse lanzado a lo loco a por su agresor.
Los dos carnívoros se mueven al mismo ritmo, trazando un arco en torno al lunarian para rodearle, con unos prudenciales cinco metros separándole de ellos. No apartan los ojos de él, observándole detenidamente mientras se desplazan lentamente, como analizándole a fondo. Parece claro que son dos cazadores experimentados intentando cercar a lo que ellos creen que es su próxima presa. Resulta sencillo pensar que probablemente más de un desafortunado viajero habrá sido emboscado por estos feroces depredadores y habrá acabado siendo víctima de sus peligrosas fauces.
La naturaleza es maravillosa, pero al mismo tiempo implacable. Seres como esos, poderosos depredadores que se sitúan en lo más alto de la cadena alimenticia, son capaces de desplazar a otros cazadores menos eficaces de sus territorios al acabar con sus potenciales presas, o incluso de convertirles en presas. Hasta que otro animal más grande y más fuerte aparezca y rivalice con ellos, dominarán su entorno a placer.
Ambos carnívoros miran al viajero fijamente, como si estuvieran preparados para saltar sobre él en cualquier momento. Es entonces cuando el tigre situado frente al pirata ruge con fuerza, como intentando intimidarle, y trata de lanzar dos de sus colas contra él mientras la tercera se queda erguida y apuntándole con la punta. Cada una de ellas busca uno de sus tobillos, tratando de hacerle caer para que no pueda defenderse. Y apenas una fracción de segundo después, aprovechando la distracción causada por su compañero de caza, el otro salta con todas sus fuerzas desde detrás del lunarian con las garras y los dientes por delante. Parece claro que busca utilizar a su favor el intento de inmovilización efectuado por el tigre situado delante de él para aterrizar sobre la espalda de su potencial presa y tratar de despedazarla antes de que pueda defenderse. Desde luego si algo llama la atención es que esos felinos parecen sensiblemente más inteligentes de lo habitual en este grupo de mamíferos, al menos en lo que a tácticas de caza se refiere.
Los dos carnívoros se mueven al mismo ritmo, trazando un arco en torno al lunarian para rodearle, con unos prudenciales cinco metros separándole de ellos. No apartan los ojos de él, observándole detenidamente mientras se desplazan lentamente, como analizándole a fondo. Parece claro que son dos cazadores experimentados intentando cercar a lo que ellos creen que es su próxima presa. Resulta sencillo pensar que probablemente más de un desafortunado viajero habrá sido emboscado por estos feroces depredadores y habrá acabado siendo víctima de sus peligrosas fauces.
La naturaleza es maravillosa, pero al mismo tiempo implacable. Seres como esos, poderosos depredadores que se sitúan en lo más alto de la cadena alimenticia, son capaces de desplazar a otros cazadores menos eficaces de sus territorios al acabar con sus potenciales presas, o incluso de convertirles en presas. Hasta que otro animal más grande y más fuerte aparezca y rivalice con ellos, dominarán su entorno a placer.
Ambos carnívoros miran al viajero fijamente, como si estuvieran preparados para saltar sobre él en cualquier momento. Es entonces cuando el tigre situado frente al pirata ruge con fuerza, como intentando intimidarle, y trata de lanzar dos de sus colas contra él mientras la tercera se queda erguida y apuntándole con la punta. Cada una de ellas busca uno de sus tobillos, tratando de hacerle caer para que no pueda defenderse. Y apenas una fracción de segundo después, aprovechando la distracción causada por su compañero de caza, el otro salta con todas sus fuerzas desde detrás del lunarian con las garras y los dientes por delante. Parece claro que busca utilizar a su favor el intento de inmovilización efectuado por el tigre situado delante de él para aterrizar sobre la espalda de su potencial presa y tratar de despedazarla antes de que pueda defenderse. Desde luego si algo llama la atención es que esos felinos parecen sensiblemente más inteligentes de lo habitual en este grupo de mamíferos, al menos en lo que a tácticas de caza se refiere.