Alexandra
Alex
04-11-2024, 09:43 PM
Alexandra llevaba diez minutos esperando y cada vez que se le acercaba un Marine ponía su espalda recta y se cuadraba para saludarle pero todos pasaban de largo. Estaba empezando a preguntarse donde estaría y como sería su compañero. ¿Se llamaba Masao? Nadie le había dicho lo que tenía que esperar de él ni como era físicamente, aunque probablemente sería una persona seria y amable como Camille, al pensar en ella se le pasaron un poco los nervios. Había empezado con buen pie en la brigada y pretendía que siguiera así.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no le vio llegar hasta que lo tuvo delante, tenía que alzar la cabeza para poder mirarle a los ojos llevaba el pelo recogido en un moño apretado y una camisa de flores. Obviamente no era de la marina, y corroboró sus pensamientos en cuanto le escuchó hablar. Tenía un acento que Alex describiría como sureño y hablaba precipitadamente. Le costó seguir el hilo de sus palabras, ¿Le estaba llamando niña? ¿Disfrazada?, ¿Dientes?, ¡Dientes! La chica no se había dado cuenta de que le estaba mirando boquiabierta y, probablemente, con los ojos desorbitados. Parpadeó un par de veces, claramente confusa. Le costó un rato llegar a la conclusión de lo que estaba pasando...
Era un loco. Si, el pobrecillo se habría escapado de algún sanatorio y ahora estaba desorientado y se pensaba que iba a ayudar a una pobre niña disfrazada... Aunque aún quedaba mucho para carnaval. Entonces Alex decidió que su misión como Marine sería acompañarle hasta que pudiera estar en algún lugar seguro y resguardado en el que no fuera un peligro ni para el ni para los demás. En su pueblo había una pequeña institución mental y a veces se escapaban alguno que otro y causaban estragos, no dejaría que eso pasara. Además siendo una ciudad tan grande habría más peligro.
Alex iba a contestarle cuando el loco volvió a interrumpirle. ¿Nuevo recluta? Así no hablaban los enfermos mentales... De repente la Hafugyo cayó en la cuenta, estaba claro... como iba a ser tan tonta. Ese señor no estaba mal de la cabeza, era... era... ¡un ladrón de niños! y se pensaba que ella era una. No podía dejar que se saliera con la suya. Así que decidió seguirle el juego y ver hasta donde podía llegar sin meterse en problemas. Con suerte destaparía una red criminal en su segundo día, no podía dejar que más inocentes sufrieran.
Supondría que a su compañero no le importaría.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no le vio llegar hasta que lo tuvo delante, tenía que alzar la cabeza para poder mirarle a los ojos llevaba el pelo recogido en un moño apretado y una camisa de flores. Obviamente no era de la marina, y corroboró sus pensamientos en cuanto le escuchó hablar. Tenía un acento que Alex describiría como sureño y hablaba precipitadamente. Le costó seguir el hilo de sus palabras, ¿Le estaba llamando niña? ¿Disfrazada?, ¿Dientes?, ¡Dientes! La chica no se había dado cuenta de que le estaba mirando boquiabierta y, probablemente, con los ojos desorbitados. Parpadeó un par de veces, claramente confusa. Le costó un rato llegar a la conclusión de lo que estaba pasando...
Era un loco. Si, el pobrecillo se habría escapado de algún sanatorio y ahora estaba desorientado y se pensaba que iba a ayudar a una pobre niña disfrazada... Aunque aún quedaba mucho para carnaval. Entonces Alex decidió que su misión como Marine sería acompañarle hasta que pudiera estar en algún lugar seguro y resguardado en el que no fuera un peligro ni para el ni para los demás. En su pueblo había una pequeña institución mental y a veces se escapaban alguno que otro y causaban estragos, no dejaría que eso pasara. Además siendo una ciudad tan grande habría más peligro.
Alex iba a contestarle cuando el loco volvió a interrumpirle. ¿Nuevo recluta? Así no hablaban los enfermos mentales... De repente la Hafugyo cayó en la cuenta, estaba claro... como iba a ser tan tonta. Ese señor no estaba mal de la cabeza, era... era... ¡un ladrón de niños! y se pensaba que ella era una. No podía dejar que se saliera con la suya. Así que decidió seguirle el juego y ver hasta donde podía llegar sin meterse en problemas. Con suerte destaparía una red criminal en su segundo día, no podía dejar que más inocentes sufrieran.
Supondría que a su compañero no le importaría.