Atlas
Nowhere | Fénix
04-11-2024, 10:12 PM
Hay que ver. Ni después de muerto el Terror de Goza deja de intentar acabar con nosotros. No obstante, por si no lo tenía claro en vida, vuestros movimientos dejan claro en su muerte que no estabais destinados a morir entre sus fauces. Bueno, Balagus parece que lo ha pasado un poco peor, pero sigue con vida y no parece que nada más vaya a caer del techo. Aún quedan algunas estalactitas que os observan desde lo alto, impertérritas, pero son tan gruesas y su base tan amplia que transmiten una imagen de seguridad capaz de despejar cualquier miedo... Bueno, yo no pasaría por debajo por si acaso, ¿para qué nos vamos a engañar?
En otro orden de cosas, el golpe conjunto de Octojin y Balagus no encuentra un oponente digno en la roca que tapona la salida. Como si de una irregular figura de cristal se tratase, la piedra se rompe en un sinfín de pequeños fragmentos que salen disparados en todas direcciones. Algunos salen despedidos hacia lo alto y chocan contra el techo de la oquedad natural, otras se hunden más en el camino que conduce hasta la gruta y otras salen rebotadas hacia vuestras espaldas. Estas últimas atraviesan el humo azulado que continúa propagándose lentamente. A pesar de pasar a su través apenas provocan una leve distorsión del mismo, lo que confirma lo denso y espeso de su naturaleza.
Ahora que habéis conseguido romper la roca que obstruía la salida podéis... Un momento, ¿qué es esto? ¿Más piedras? ¿Cómo va a haber más piedras detrás de la piedra principal tras un derrumbe? De toda la vida del Señor se cae una piedra nada más... Bueno, en este caso parece que no ha sido así. Cuando conseguís salvar el primer escollo os topáis de lleno con más piedras que parecen haber colapsado el pasaje natural que conducía a la cueva. Nada impide que continuéis con vuestra titánica labor, por supuesto, pero parece que el humo va más rápido de lo que vosotros rompéis piedras. No tengo claro hasta dónde alcanza el derrumbe, por lo que a lo mejor sería buena idea pensar en otra alternativa por si ésta no resulta ser suficiente.
Con respecto al zángano, evade grácilmente las estalactitas cual gimnasta rítmica sobre el tatami e intenta enfocarse en localizar a la misteriosa figura encapuchada. Si rebobinamos un poco en el tiempo y nos paramos a pensar en la posición de la figura, os habréis dado cuenta de que en algún momento durante la lluvia de piedra parecía que se aproximaba, para vuestra sorpresa, a la laguna. La velocidad a la que se desplazaba estaba lejos de ser la de una persona normal, por descontado, y no parece haber manchas de sangre en el suelo que hagan sospechar que alguna de esas estalactitas haya podido alcanzarle.
En cualquier caso, lo cierto es que la presencia en el momento actual se localiza... ¿detrás de la pared? Sí, se encuentra quieta en torno a unos quince o veinte metros detrás de la pared en el extremo norte de la gruta. No parece haber temor o angustia en su presencia. En caso de que intentéis llegar hasta esa posición a base de golpes, comprobaréis que ahí la roca retumba tras los impactos pero en absoluto cede como lo han hecho las rocas desprendidas. No sé qué grosor tendrá esa pared en concreto o qué minerales la compondrán, pero todo hace pensar que en esta ocasión va a hacer falta algo más que pura fuerza bruta para salir de la situación.
En otro orden de cosas, el golpe conjunto de Octojin y Balagus no encuentra un oponente digno en la roca que tapona la salida. Como si de una irregular figura de cristal se tratase, la piedra se rompe en un sinfín de pequeños fragmentos que salen disparados en todas direcciones. Algunos salen despedidos hacia lo alto y chocan contra el techo de la oquedad natural, otras se hunden más en el camino que conduce hasta la gruta y otras salen rebotadas hacia vuestras espaldas. Estas últimas atraviesan el humo azulado que continúa propagándose lentamente. A pesar de pasar a su través apenas provocan una leve distorsión del mismo, lo que confirma lo denso y espeso de su naturaleza.
Ahora que habéis conseguido romper la roca que obstruía la salida podéis... Un momento, ¿qué es esto? ¿Más piedras? ¿Cómo va a haber más piedras detrás de la piedra principal tras un derrumbe? De toda la vida del Señor se cae una piedra nada más... Bueno, en este caso parece que no ha sido así. Cuando conseguís salvar el primer escollo os topáis de lleno con más piedras que parecen haber colapsado el pasaje natural que conducía a la cueva. Nada impide que continuéis con vuestra titánica labor, por supuesto, pero parece que el humo va más rápido de lo que vosotros rompéis piedras. No tengo claro hasta dónde alcanza el derrumbe, por lo que a lo mejor sería buena idea pensar en otra alternativa por si ésta no resulta ser suficiente.
Con respecto al zángano, evade grácilmente las estalactitas cual gimnasta rítmica sobre el tatami e intenta enfocarse en localizar a la misteriosa figura encapuchada. Si rebobinamos un poco en el tiempo y nos paramos a pensar en la posición de la figura, os habréis dado cuenta de que en algún momento durante la lluvia de piedra parecía que se aproximaba, para vuestra sorpresa, a la laguna. La velocidad a la que se desplazaba estaba lejos de ser la de una persona normal, por descontado, y no parece haber manchas de sangre en el suelo que hagan sospechar que alguna de esas estalactitas haya podido alcanzarle.
En cualquier caso, lo cierto es que la presencia en el momento actual se localiza... ¿detrás de la pared? Sí, se encuentra quieta en torno a unos quince o veinte metros detrás de la pared en el extremo norte de la gruta. No parece haber temor o angustia en su presencia. En caso de que intentéis llegar hasta esa posición a base de golpes, comprobaréis que ahí la roca retumba tras los impactos pero en absoluto cede como lo han hecho las rocas desprendidas. No sé qué grosor tendrá esa pared en concreto o qué minerales la compondrán, pero todo hace pensar que en esta ocasión va a hacer falta algo más que pura fuerza bruta para salir de la situación.