Rocket Raccoon
Rocket
05-11-2024, 12:36 AM
Unas puertas de madera tallada oscura se abrieron, dejando paso a un joven de cabello blanco. Quien al entrar pudo notar con sus propios ojos, lo que sus oídos ya habían adelantado un par de segundos antes. Y es que el lugar estaba completamente abarrotado de gente. Cualquiera de las mesas que mirase, contaba con unos cuatro o seis personas disfrutando del buen rato, cada una con su propia jarra de cerveza y alguna que otra con algún muslo de pollo en la mano, otra con una crema de papa, la cual aún echaba humo, lo que parecía aún estaba calentita y recién sacada de la cocina. El olor a ron y a cerveza, inundaron el sentido del olfato del muchacho, quien suspiraba al percatarse de la gran multitud que se había congregado ese día. Pero era normal, el Trago del Marinero era una taberna muy frecuentada por todo el mundo.
No parecía haber ningún asiento disponible en alguna de las mesas que ocupaban el gran salón, sin embargo, sí habría algún que otro taburete alto libre, a la altura de la barra, cuya madera oscura dejaba ver algún que otro dibujo mal hecho a base del filo de alguna daga o cuchillo. Detrás de la barra, la tabernera, una mujer robusta y con cicatrices en los antebrazos, observaba el lugar con una mirada aguda, siempre atenta a que algún cliente necesitara de sus servicios. Y fue así como los ojos del peliblanco se cruzaron con lo de la señora. Su cabello recogido y la falta de sonrisa en su rostro dejaban claro que no estaba ahí para socializar; manejaba la taberna como una capitana maneja su barco. -¿Te comieron la lengua, muchacho?- Gritaba hacia donde estabas tú, intentando llamar tu atención. Te apuntaba a una de las sillas que estaban en frente de ella. -Ven pon tu trasero aquí, Lamdrosa recibe bien a todo el mundo que entra aquí, y tu incluido.- Comenzaba a servir un vaso con algo de la cerveza que echaba uno de los enormes barriles que se encontraban justo a su espalda, al lado de una puerta que parecía dar a una cocina o quien sabe, ¿alguna habitación secreta?
Si aceptabas su petición de sentarte en la barra, te dedicaría unas palabras, ahora con voz más calmada e incluso más cálida, lo cual siempre es agradable ese sentir hogareño, más en este tipo de lugares. -Una cara y un cabello como el tuyo es fácil de recordar, y más para Lamdrosa.- Colocaba la cerveza justo en frente de ti. -Pero no te recuerdo joven, un placer y bienvenido al Trago del Marinero.-
El lugar alrededor de ti, pues era lo típico a esperar en este tipo de recinto. Si buscas alguna cara o un comportamiento que destaque por sobre los demás, de seguro que lo encontrarías si es que había algo en especial que te llamase la atención. Una chica de entre sus treinta, rodeada de un grupo de bebedores. Parecía ser el centro de atención de esa mesa en particular. No paraba de hablar y todo el mundo quedaba sorprendido con lo que fuese que estuviese contando. En otra mesa, un grupo de cuatro hombres, parecían enfrentarse en duelos de fuerza. Cada par juntaba sus puños al centro y quien hiciese más fuerza, se ganaba unos cuantos billetes, aunque siempre se lo gastaban en más bebida. Así que el dinero siempre iba para la casa.
Y si, tal cual te había comentado el marino de antes, esta taberna también era frecuentada por muchos marines que la tomaban para descansar entre sus horas de guardia. Así que lo normal era verlos entrar y salir cada tanto. Su comportamiento parecía ser bastante cotidiano, no parecían destacar por sobre el resto en nada en particular. Se dedicaban a beber y a charlar sobre situaciones mundanas.
Si te declinabas a buscar hombres solitarios que pasaran de los demás, pues poca suerte tendrías. Ya que de momento, el único que parecía estar solo en ese lugar, eras tú mismo.
No parecía haber ningún asiento disponible en alguna de las mesas que ocupaban el gran salón, sin embargo, sí habría algún que otro taburete alto libre, a la altura de la barra, cuya madera oscura dejaba ver algún que otro dibujo mal hecho a base del filo de alguna daga o cuchillo. Detrás de la barra, la tabernera, una mujer robusta y con cicatrices en los antebrazos, observaba el lugar con una mirada aguda, siempre atenta a que algún cliente necesitara de sus servicios. Y fue así como los ojos del peliblanco se cruzaron con lo de la señora. Su cabello recogido y la falta de sonrisa en su rostro dejaban claro que no estaba ahí para socializar; manejaba la taberna como una capitana maneja su barco. -¿Te comieron la lengua, muchacho?- Gritaba hacia donde estabas tú, intentando llamar tu atención. Te apuntaba a una de las sillas que estaban en frente de ella. -Ven pon tu trasero aquí, Lamdrosa recibe bien a todo el mundo que entra aquí, y tu incluido.- Comenzaba a servir un vaso con algo de la cerveza que echaba uno de los enormes barriles que se encontraban justo a su espalda, al lado de una puerta que parecía dar a una cocina o quien sabe, ¿alguna habitación secreta?
Si aceptabas su petición de sentarte en la barra, te dedicaría unas palabras, ahora con voz más calmada e incluso más cálida, lo cual siempre es agradable ese sentir hogareño, más en este tipo de lugares. -Una cara y un cabello como el tuyo es fácil de recordar, y más para Lamdrosa.- Colocaba la cerveza justo en frente de ti. -Pero no te recuerdo joven, un placer y bienvenido al Trago del Marinero.-
El lugar alrededor de ti, pues era lo típico a esperar en este tipo de recinto. Si buscas alguna cara o un comportamiento que destaque por sobre los demás, de seguro que lo encontrarías si es que había algo en especial que te llamase la atención. Una chica de entre sus treinta, rodeada de un grupo de bebedores. Parecía ser el centro de atención de esa mesa en particular. No paraba de hablar y todo el mundo quedaba sorprendido con lo que fuese que estuviese contando. En otra mesa, un grupo de cuatro hombres, parecían enfrentarse en duelos de fuerza. Cada par juntaba sus puños al centro y quien hiciese más fuerza, se ganaba unos cuantos billetes, aunque siempre se lo gastaban en más bebida. Así que el dinero siempre iba para la casa.
Y si, tal cual te había comentado el marino de antes, esta taberna también era frecuentada por muchos marines que la tomaban para descansar entre sus horas de guardia. Así que lo normal era verlos entrar y salir cada tanto. Su comportamiento parecía ser bastante cotidiano, no parecían destacar por sobre el resto en nada en particular. Se dedicaban a beber y a charlar sobre situaciones mundanas.
Si te declinabas a buscar hombres solitarios que pasaran de los demás, pues poca suerte tendrías. Ya que de momento, el único que parecía estar solo en ese lugar, eras tú mismo.