Shiro
Ninguno
03-08-2024, 03:44 AM
Mientras el peliblanco aceptaba el papel que el joven les tendió, este aprovechó para echarle un mejor vistazo al dúo. La vida en el vertedero le había enseñado a estar siempre en alerta, por lo que se fijó en cada gesto de la pareja buscando un mínimo de hostilidad en su forma de actuar hacia él que los delatara. Por suerte para Shiro no tenían pinta de tener malas intenciones hacia su persona, incluso hubo un primer instante en el que el espadachín sintió que el tipo que había aceptado el papel de sus manos no iba a hacerle mucho caso. No se había molestado en mirarlo siquiera y a pesar de que el joven peliblanco no es que fuera muy devoto de la atención sintió como sus esperanzas de que lo guiaran se esfumaba por momentos… O no, ya que tras haberse centrado inicialmente en el panfleto al final le dedicó la atención esperada junto a una respuesta al interrogante que le había planteado el muchacho.
–Pues mira, está más cerca de lo que parece. - Contestó el grandullón mientras miraba al muchacho con una sonrisa.- ¿Le acompañamos y nos apuntamos también? ¿Qué me dices? - preguntó a su compañero.
La verdad es que Shiro llevaba demasiado tiempo sin recibir un buen trato por parte de nadie, tomándolo tan por sorpresa que cuando se quiso dar cuenta estaba contagiado por la sonrisa y actitud del peliblanco y se encontró así mismo con otra en la cara. No era lo más normal en él… Y menos tras lo sucedido con Hayato y Nanako, aunque quizás se debiera a que tenía las defensas bajas debido al hambre
-Mi nombre es Lance, por cierto. Si a mi compañero le parece bien, podríamos ir juntos ¿Te importa? - prosiguió el peliblanco mientras tendía su mano a Shiro, la cual no dudo en tomar en muestra de agradecimiento. El apretón del espadachín fue firme, sin apretar lo suficiente como para que pareciera un reto pero sí con la suficiente intensidad como para demostrar seguridad. Hayato le había enseñado en su momento que los apretones entre manos de los hombres era una ley no escrita desde hacía tiempo inmemoriales y que había que corresponderlos como se debía.
-¿Por qué no? Si vamos todos al mismo lugar. De hecho hasta nos ha venido bien que llegases. Yo soy Juuken, y queríamos ir allí también pero no sabíamos cómo. Si te parece bien vamos juntos - se presentó a su vez el pelinegro dándole la mano a Shiro.
- Gracias a los dos - contestó el peliblanco mientras correspondía el apretón de manos de Juuken de la misma forma que había hecho con Lance. - Mi nombre es Shiro… y de verdad, perdonadme pero es que soy un desastre para encontrar cualquier sitio - prosiguió con sinceridad mientras se rascaba el pelo con la mano libre
Si aún quedaba algo del enfado inicial que había sentido Shiro al iniciar su día ya no podía notarlo. Este fortuito encontronazo había terminado de destruirlo y el joven peliblanco sintió que por fin podía relajarse después de tantos días en los que no había parado.
- Os sigo - continuaría el muchacho mientras se dejaba guiar.
La verdad es que si hacía tiempo que el joven espadachín no sonreía con sinceridad, aún más lo hacía el hecho de que no caminaba con nadie de forma amena sin sentirse en peligro o amenazado.
- ¿Sois de por aquí o estáis de paso? - preguntó el peliblanco a la pareja mientras caminaban entre el gentío. El dúo le había generado curiosidad y quería saber algo más de ellos antes de llegar a su destino, el cual parecía estar cerca por las palabras de Lance. - Por fin voy a comer - pensó el muchacho para sí sin saber que estaba apunto de gafarse.
De repente, tras cruzar la última calle lo que había empezado como un bullicio de fondo comenzó a tomar sentido y se podían ver y escuchar a varias personas tapando la calle mientras gritaban distintas frases pancartas en mano, las cuales desde la posición en la que estaban no podía leer.
- ¡Por un mundo sin dolor, elige el amor, elige el vegano! - gritaban por un lado. - Cada bocado cuenta, elige el amor sobre la carne! - relataban por otro sector mientras a su vez sonaba por otro lado. - ¡La vida es mejor sin carne, únete al cambio!
Shiro tardó unos milisegundos en comprender lo que estaban haciendo allí todas esas personas, pero no por ello le pareció menos aberrante. Si ya decía él que no todo podía ser tan bonito en aquel lugar. - ¿En serio esos locos no van a dejarnos pasar? - preguntó a sus acompañantes sin terminar de creerse lo que estaba viendo. - Con el hambre que tengo… - prosiguió entre dientes, más para sí que para sus nuevos acompañantes. Si estuviera solo quizás se hubiera liado a palos con alguno de ellos si era necesario para que lo dejasen pasar. Era eso o que les mordiera una oreja a alguno por culpa del hambre, pero como no estaba solo y no sabía qué tipo de compañía era la que tenía tampoco quiso precipitarse. Estaría feo que lo que había empezado con buen pie terminara de forma catastrófica.
–Pues mira, está más cerca de lo que parece. - Contestó el grandullón mientras miraba al muchacho con una sonrisa.- ¿Le acompañamos y nos apuntamos también? ¿Qué me dices? - preguntó a su compañero.
La verdad es que Shiro llevaba demasiado tiempo sin recibir un buen trato por parte de nadie, tomándolo tan por sorpresa que cuando se quiso dar cuenta estaba contagiado por la sonrisa y actitud del peliblanco y se encontró así mismo con otra en la cara. No era lo más normal en él… Y menos tras lo sucedido con Hayato y Nanako, aunque quizás se debiera a que tenía las defensas bajas debido al hambre
-Mi nombre es Lance, por cierto. Si a mi compañero le parece bien, podríamos ir juntos ¿Te importa? - prosiguió el peliblanco mientras tendía su mano a Shiro, la cual no dudo en tomar en muestra de agradecimiento. El apretón del espadachín fue firme, sin apretar lo suficiente como para que pareciera un reto pero sí con la suficiente intensidad como para demostrar seguridad. Hayato le había enseñado en su momento que los apretones entre manos de los hombres era una ley no escrita desde hacía tiempo inmemoriales y que había que corresponderlos como se debía.
-¿Por qué no? Si vamos todos al mismo lugar. De hecho hasta nos ha venido bien que llegases. Yo soy Juuken, y queríamos ir allí también pero no sabíamos cómo. Si te parece bien vamos juntos - se presentó a su vez el pelinegro dándole la mano a Shiro.
- Gracias a los dos - contestó el peliblanco mientras correspondía el apretón de manos de Juuken de la misma forma que había hecho con Lance. - Mi nombre es Shiro… y de verdad, perdonadme pero es que soy un desastre para encontrar cualquier sitio - prosiguió con sinceridad mientras se rascaba el pelo con la mano libre
Si aún quedaba algo del enfado inicial que había sentido Shiro al iniciar su día ya no podía notarlo. Este fortuito encontronazo había terminado de destruirlo y el joven peliblanco sintió que por fin podía relajarse después de tantos días en los que no había parado.
- Os sigo - continuaría el muchacho mientras se dejaba guiar.
La verdad es que si hacía tiempo que el joven espadachín no sonreía con sinceridad, aún más lo hacía el hecho de que no caminaba con nadie de forma amena sin sentirse en peligro o amenazado.
- ¿Sois de por aquí o estáis de paso? - preguntó el peliblanco a la pareja mientras caminaban entre el gentío. El dúo le había generado curiosidad y quería saber algo más de ellos antes de llegar a su destino, el cual parecía estar cerca por las palabras de Lance. - Por fin voy a comer - pensó el muchacho para sí sin saber que estaba apunto de gafarse.
De repente, tras cruzar la última calle lo que había empezado como un bullicio de fondo comenzó a tomar sentido y se podían ver y escuchar a varias personas tapando la calle mientras gritaban distintas frases pancartas en mano, las cuales desde la posición en la que estaban no podía leer.
- ¡Por un mundo sin dolor, elige el amor, elige el vegano! - gritaban por un lado. - Cada bocado cuenta, elige el amor sobre la carne! - relataban por otro sector mientras a su vez sonaba por otro lado. - ¡La vida es mejor sin carne, únete al cambio!
Shiro tardó unos milisegundos en comprender lo que estaban haciendo allí todas esas personas, pero no por ello le pareció menos aberrante. Si ya decía él que no todo podía ser tan bonito en aquel lugar. - ¿En serio esos locos no van a dejarnos pasar? - preguntó a sus acompañantes sin terminar de creerse lo que estaba viendo. - Con el hambre que tengo… - prosiguió entre dientes, más para sí que para sus nuevos acompañantes. Si estuviera solo quizás se hubiera liado a palos con alguno de ellos si era necesario para que lo dejasen pasar. Era eso o que les mordiera una oreja a alguno por culpa del hambre, pero como no estaba solo y no sabía qué tipo de compañía era la que tenía tampoco quiso precipitarse. Estaría feo que lo que había empezado con buen pie terminara de forma catastrófica.