Jun Gunslinger
Nagaredama
03-08-2024, 04:21 AM
(Última modificación: 03-08-2024, 05:08 AM por Jun Gunslinger.)
Jun avanzó sigilosamente, siguiendo los pasos de su amiga con cautela. No tenía miedo. Más bien la poseían el entusiasmo y la impaciencia, la adrenalina corriendo con efervescencia bajo la piel. Estar con Juri una vez más, saberse embarcadas en una nueva aventura y haciendo de las suyas, era lo que le emocionaba. Su corazón latía fuerte bajo la promesa de libertad y rebeldía.
Al encontrar un muro que parecía estar aburridísimo y esperando por recibir su toque creativo, la de cabello oscuro y actitud audaz sería la primera en arriesgarse a desplegar su arte vandálico. Se preparó para trepar la pared y amarró una soga a su cintura, mientras la peliazul se posicionaba en la base, haciéndole de campana. Sabía que debía mantenerse alerta para evitar ser interceptadas por cualquier guardia que pudiese estar patrullando la zona.
Juri trabajó bastante rápido y con habilidad, y dejó plasmado en aquella pared un mensaje claro y conciso. Jun lo admiró desde abajo con una inmensa sonrisa, al momento que su amiga descendió y se dispuso a liberarse del amarre.
—Brutal. Me toca —Fue todo lo que dijo, antes de tomar su turno.
Jun, aunque no era tan talentosa como Juri cuando se traba de pintar, se sentía igualmente emocionada y con ganas de bardear. Su arte era más tosco, menos pulido; tenía un aire infantil y caótico que, de algún modo, reflejaba fielmente su personalidad. La joven se amarró la soga a la cintura y empezó a escalar la pared, buscando un espacio en blanco donde pudiera dejar su huella.
En principio, las chicas no serían percibidas a menos que llamaran demasiado la atención. Y para eso, Jun era especial. Lejos de ocultar sus murmullos y risas por lo bajo, estaba haciendo ruido suficiente como para que alguien cercano al lugar pudiera percatarse de la intrusión. Y así sería...
Mientras Jun desamarraba la soga, habiendo ya finalizado su precioso grafiti de niño de cinco años, un grito de alto resonó en la oscuridad atrapando a ambas jóvenes en un instante de sorpresa. Habían sido descubiertas en su travesura por un soldado de la marina. A la distancia lo pudieron ver claramente, su calva brillando bajo la luz plateada de la luna.
—Ups— la peliazul se encogió de hombros, esbozando una sonrisa traviesa.
A partir de aquel instante, las opciones se redujeron a dos: huir tan rápido como las piernas lo permitiesen, o enfrentarse a los marines. Jun, ni lerda ni perezosa, desenfundó su pistolón y lo apuntó hacia el soldado.
—Viejo, si fuera tu no me acercaría más —Le dijo, sosteniendo el arma con brazo firme y quitándole el seguro—. Salgamos de aquí, Juri.
El aire se cargó de tensión, pero más allá del riesgo había una chispa de emoción que brillaba en los ojos púrpura de la Gunslinger. No había nada por que temer. La noche era su aliada, y las posibilidades de escape eran infinitas. Al menos eso creía ella.