Tal y como Balagus esperaba, su capitán desvió el golpe con elegancia y sencillez. Que hubiera sido golpeado por un ataque tan predecible y sencillo habría causado gran decepción en el contramaestre, tanto por desvelar a un farsante comandándole, como por quedarse sin un buen combate de entrenamiento.
- Je, ¿bromeas? – Contestó a su provocación, sin ofenderse en absoluto por su comentario. – Así caliento un poco antes de darte para el pelo. Llevo un buen rato allá abajo sin poder moverme demasiado, ¿sabes? –
Sacando el hacha de la cubierta donde se había incrustado con un simple tirón, permaneció quieto, observando al lunarian, que parecía disfrutar tanto como él. Acomodó su postura al vaivén de la embarcación, y las tablas crujieron bajo el peso de mis botas… Aaah sí, aquella madera empezaba a ser ya una compañera más para él. Una madera que susurraba, no con malicia o inquina, como solían hacer las voces de ultratumba, o las que los locos tenían en sus cabezas: una que susurraba palabras y murmullos de ánimo y de coraje, que les recordaba todo lo que habían hecho bien, y cómo ella haría también todo lo que estuviera en sus tablas por la aventura.
El contraataque de Silver llegó rápido también, tanto que, como de costumbre hubiera podido golpearme si hubiera querido afinar un poco más el ataque. Esta vez, Balagus logró interponer el hacha en el último momento, pero no pudo sino reprenderse a sí mismo por no poder seguir su velocidad mejor. Este fue el momento en el que, para el oni, toda conversación había acabado, salvo aquella que habrían de mantener sus armas.
Con un empujón de su arma, apartó la espada de su capitán y, aprovechando la inercia, lanzó dos rápidos golpes en equis mientras avanzaba hacia él, buscando hacerle retroceder y romper sus defensas, antes de lanzar un último golpe vertical. Un golpe que podría matar a muchos, atravesándoles de arriba abajo, o partiéndoles el cráneo en dos. Sin embargo, Balagus no sólo estaba preparado para detener el ataque en el último momento, sino que confiaba plenamente en que el lunarian sabría salir de allí ileso. Le había visto salir de situaciones mucho, mucho peores en el pasado, y el contramaestre aún estaba sólo calentando.