Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
05-11-2024, 09:26 AM
Entre halagos el hombre rubio se abrió camino. Casi nadie solía esperar que de aquellas manos capaces de apretar cabezas como si fueran pipas, amaneciera tal habilidad refinada con la comida, pero así era. — Serrr alimento especial. Este pess rarrramente poderrr verrr por este mar. — Claramente, la pronunciación de Ragn respecto a las "r" estaba mejorando, no alargando cada una de las que mencionaba. — Asi que tenerrr que aprrovechar. — Tomó uno de los trozos antes de que Asradi se los acabase y se lo lanzó a Pepe, que seguía la estela del vikingo como si fuera su putísimo padre. Pero no era su padre, si acaso su madre, ya que Ragn se dedicaba a peinarlo cuando se aburría. Eso es de madres. — ¿Estarrr bien? — Airgid tenía toda la cara como un tomate. No todo el mundo era apto para cualquier pescado, tenían un sabor tan fuerte que ver gente a la que afectaba negativamente no era tan extraño. Por suerte su color bajó a la misma velocidad que subió. El buccaneer le ofreció la mejor de sus rudas sonrisas.
La pregunta de la rubia sería una muy compleja de contestar. Ragn no tenía una comida preferida, si muchas en alta estima, sobre todo las que recordaba de la niñez, como todo el mundo. El vikingo aún podía recordar el que podría ser el aroma de su plato favorito, un guiso tradicional de Elbaf que su madre solía preparar en los días de invierno. Incluso ahora, cuando cerraba los ojos, el recuerdo de ese olor profundo y especiado inundaba sus sentidos, devolviéndolo a la calidez de su hogar. El guiso se preparaba lentamente en una olla de hierro tan grande que casi ocupaba la mitad del fogón, llenando la casa de un aroma terroso y reconfortante. Para Ragn, el momento más esperado era cuando su madre comenzaba a asar las enormes piezas de carne de jabalí, su crujiente piel dorándose al fuego, mientras se desprendía una grasa que chisporroteaba y se unía a un caldo espeso, lleno de raíces y tubérculos de Elbaf. Recordaba cómo ella añadía una mezcla de hierbas que solo crecía en las colinas cercanas, dándole un sabor ahumado que se le quedaba en el paladar durante horas. Ragn siempre intentaba robar un trozo de carne mientras su madre no miraba, aunque sabía que ella, con una sonrisa cómplice, fingía no darse cuenta. Aquel guiso no solo llenaba su estómago sino también su infancia. Cómo si no recordar aquel momento incluso años después.
Antes siquiera de poder responder, varias cosas caen sobre la cubierta del barco. Son rollos amarrados por cuerdas viejas. En total, unas veinte. Al mirar al cielo se pueden ver a varios pajarracos con bolsas en sus lomos. — Oh, notissiass. — Mencionó, con una sonrisa en el rostro. — Esperrrarrr que hablarrr de la valentía de Ragnheidrrr Grrrosdttir. ¡Liberrradorrr de Oykot! — Levantó la voz, contento. Al tomar aquellos papeles en la mano ya entendió que no eran noticias, que va. Muchos papeles, muy disgregados. Eran wanteds. Enseguida se percató de que algunos pertenecían a los revolucionarios con los que compartió aventura en la guerra. — ¡Ja! — Esbozó una sonrisa. — Aquí estarrr casi todo el mundo. — Pasó la hoja y se encontró con el wanted de Asradi. — ¡JIEJIEJIEJIE! — No se pudo contener. La imagen que tenía en el wanted era la del disfraz que usó para la boda de Tofun. Algún capullo había tomado una foto, quizás a sabiendas de que en un futuro sería un problema real. Pronto llegó a la de Airgid. — Hm, Mano bonita tenerrr buena foto. — Seguía riendo, solo que más bajo. Era obvio que todos alcanzarían un wanted curioso después de aquello.
Llegó hasta el suyo, pero no lo mostró, se lo guardó en un bolsillo rápidamente. Por algun motivo recordó viejos tiempos. Casi todos sus familiares eran portadores de wanted. En Elbaf aquello era motivo de orgullo, al menos en una época que Ragn recordaba con cariño. Salir a la mar y hacer que te respetaran formaba parte del camino de hacerse un hombre.
La pregunta de la rubia sería una muy compleja de contestar. Ragn no tenía una comida preferida, si muchas en alta estima, sobre todo las que recordaba de la niñez, como todo el mundo. El vikingo aún podía recordar el que podría ser el aroma de su plato favorito, un guiso tradicional de Elbaf que su madre solía preparar en los días de invierno. Incluso ahora, cuando cerraba los ojos, el recuerdo de ese olor profundo y especiado inundaba sus sentidos, devolviéndolo a la calidez de su hogar. El guiso se preparaba lentamente en una olla de hierro tan grande que casi ocupaba la mitad del fogón, llenando la casa de un aroma terroso y reconfortante. Para Ragn, el momento más esperado era cuando su madre comenzaba a asar las enormes piezas de carne de jabalí, su crujiente piel dorándose al fuego, mientras se desprendía una grasa que chisporroteaba y se unía a un caldo espeso, lleno de raíces y tubérculos de Elbaf. Recordaba cómo ella añadía una mezcla de hierbas que solo crecía en las colinas cercanas, dándole un sabor ahumado que se le quedaba en el paladar durante horas. Ragn siempre intentaba robar un trozo de carne mientras su madre no miraba, aunque sabía que ella, con una sonrisa cómplice, fingía no darse cuenta. Aquel guiso no solo llenaba su estómago sino también su infancia. Cómo si no recordar aquel momento incluso años después.
Antes siquiera de poder responder, varias cosas caen sobre la cubierta del barco. Son rollos amarrados por cuerdas viejas. En total, unas veinte. Al mirar al cielo se pueden ver a varios pajarracos con bolsas en sus lomos. — Oh, notissiass. — Mencionó, con una sonrisa en el rostro. — Esperrrarrr que hablarrr de la valentía de Ragnheidrrr Grrrosdttir. ¡Liberrradorrr de Oykot! — Levantó la voz, contento. Al tomar aquellos papeles en la mano ya entendió que no eran noticias, que va. Muchos papeles, muy disgregados. Eran wanteds. Enseguida se percató de que algunos pertenecían a los revolucionarios con los que compartió aventura en la guerra. — ¡Ja! — Esbozó una sonrisa. — Aquí estarrr casi todo el mundo. — Pasó la hoja y se encontró con el wanted de Asradi. — ¡JIEJIEJIEJIE! — No se pudo contener. La imagen que tenía en el wanted era la del disfraz que usó para la boda de Tofun. Algún capullo había tomado una foto, quizás a sabiendas de que en un futuro sería un problema real. Pronto llegó a la de Airgid. — Hm, Mano bonita tenerrr buena foto. — Seguía riendo, solo que más bajo. Era obvio que todos alcanzarían un wanted curioso después de aquello.
Llegó hasta el suyo, pero no lo mostró, se lo guardó en un bolsillo rápidamente. Por algun motivo recordó viejos tiempos. Casi todos sus familiares eran portadores de wanted. En Elbaf aquello era motivo de orgullo, al menos en una época que Ragn recordaba con cariño. Salir a la mar y hacer que te respetaran formaba parte del camino de hacerse un hombre.