Octojin
El terror blanco
05-11-2024, 09:45 AM
El escualo había lanzado un golpe con toda su fuerza, logrando perforar parte de la pared de piedra gracias a la técnica de su Gyojin Karate. Durante un instante, la esperanza se encendió en su mente, creyendo que quizás, finalmente, habían encontrado una salida empleando el mismo recurso que había usado para acabar con aquella bestia: La fuerza. Sin embargo, cuando la primera capa de rocas se desmoronó hacia adelante y se hicieron añicos a su alrededor, su rostro se tornó en una expresión de frustración. Tras aquella barrera de piedras no había más que… más rocas.
—Maldita sea —murmuró, pasándose una mano por la frente y sacudiendo la frustración que empezaba a acumularse. Parecía que cada esfuerzo solo los conducía a otra capa de obstáculos. Como si el Terror de Goza, incluso en la muerte, estuviera determinado a encerrarlos en esa prisión húmeda y helada.
Se obligó a calmarse, respirando profundamente para evitar otro arrebato de ira inútil. De repente, una presencia levemente percibida a través de su Haki de Observación llamó su atención. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Esa presencia… era extraña, casi como un reflejo oscuro que aguardaba en las sombras. No estaba demasiado lejos, pero su ubicación era confusa, como si se encontrara más allá de los límites físicos de la cueva. Aquello le hizo mirar en la dirección donde se ubicaba, teóricamente, esa presencia. ¿Acaso era aquella figura misteriosa que había divisado y percibido antes? Volvió su mirada a sus compañeros, encontrando en sus ojos la misma urgencia de salir de allí cuanto antes. El tiburón sabía que Ray habría percibido esa presencia casi con total seguridad, pero desconocía si Balagus dominaba el haki de observación como ellos.
—¿Lo notáis? Esa presencia... ¿Será el tipo de antes? —les dijo con una voz tensa, apuntando hacia la dirección donde la percibía. No sabía con certeza si esa figura estaba allí para ayudarlos o para verlos sucumbir en aquella trampa, pero era lo único que podían seguir. Si el tipo había estado dentro con ellos y ahora parecía encontrarse fuera, la lógica decía que debía haber encontrado una salida, ¿verdad? Bueno, quizá es la esperanza la que estaba pensando por Octojin.
Sin más opciones, el habitante del mar tomó una decisión: debían dejar la fuerza bruta de lado —al menos temporalmente— y optar por una ruta que solo él, como gyojin, podía ofrecerles. Una por el agua, allá donde habían vencido a aquella bestia.
— Aunque empleemos toda nuestra fuerza... No creo que podamos salir antes de morir. Ese gas se está acercando demasiado y no tiene buena pinta. Vamos a tener que ir buceando.
El tiburón se preparó para las miradas de duda y resignación, que probablemente saldrían de Balagus y Ray. Al menos este último no podía nadar, por lo que tendría que hacer un ejercicio de confianza en el gyojin. Octojin sintió el peso de la responsabilidad en sus hombros al observarlos, sabiendo que eran sus compañeros los que confiaban en él para sacarlos de aquella trampa mortal. Ray, observando con rapidez la situación, lanzó un comentario en tono urgente sobre el gas, pidiéndonos que no lo respirásemos. El gyojin asintió, rasgando su camiseta y haciéndose una improvisada mascarilla, atándosela alrededor de la cabeza. Ofreció tela rasgada a Ray y Balagus, por si querían coger.
—Ray, Balagus, subid a mi espalda —dijo mientras se agachaba, poniéndose de rodillas y moviendo la mano para señalar la zona a la que se dirigiría—. Como dice Ray, el gas probablemente sea venenoso, así contad mentalmente conmigo hasta tres cuando os subáis. Intentaré coger todo el aire posible y saldré corriendo a toda velocidad.
Octojin inhaló y exhaló. Apretó los labios y respiró hondo, llenándose los pulmones de aire limpio, y cuando contó hasta tres, salió corriendo en dirección al agua. El tiburón se dio un golpecito sonoro en el muslo cada vez que incrementaba de número, ayudando así a sus aliados que contasen a su vez.
El gyojin sintió la frescura de la laguna envolverlo, algo que, pese a la peligrosidad de la situación, le brindaba una sensación de familiaridad. Para él, el agua era su elemento, su santuario. Miró hacia Balagus y Ray, los cuales deberían estar aferrados a él mientras comenzaba a bucear lo más rápido que podía. Con fuerza renovada, Octojin se impulsó a toda velocidad, deslizándose por el agua con la destreza de un depredador marino.
Las burbujas formadas por el desplazamiento surgían a su alrededor, y cada movimiento era calculado y preciso. Podía sentir la presencia oscura como una guía extraña y misteriosa que se encontraba delante, lo cual lo mantenía concentrado. Sabía que si sus cálculos eran correctos, podrían salir de allí y encontrarse con esa figura, o al menos buscar algún camino que les permitiera escapar. No tenía ninguna intención de quedarse en esa cueva a merced de un humo letal.
Finalmente, emergieron en un área donde el agua era menos profunda y donde una tenue luz parecía filtrarse entre las rocas. Sin soltar a sus compañeros, Octojin ascendió hasta alcanzar la superficie y los ayudó a salir. Balagus recuperaría el aliento en cuanto alcanzara tierra firme, sin embargo con Ray tuvo que destinar algo más de tiempo, dándole un par de palmaditas en la espalda. Quizá durante el trayecto había tragado algo de agua.
Mientras Octojin se enderezaba, observó con más atención la dirección donde sentía la extraña presencia. Debía estar allí cerca, y necesitaba centrar su atención en ella, analizándola con una calma inquietante. Después de todo, si no les había atacado antes... ¿Quizá ahora tampoco?
En ese momento, el escualo sintió cómo su respiración comenzaba a normalizarse y cómo el alivio de estar fuera de la cueva le permitía despejar la mente. No sabían quién era esa figura, pero estaba claro que había influido en lo ocurrido en la cueva, o al menos tenía algún tipo de interés en ello. Octojin no podía evitar pensar que había algo más allá de lo que veían, una explicación oculta entre las sombras.
Con una última mirada a sus compañeros, Octojin decidió que quizás, después de todo lo que habían pasado, era momento de que todos ellos buscaran respuestas, sin importar lo enigmáticas o inciertas que pudieran ser.
—Maldita sea —murmuró, pasándose una mano por la frente y sacudiendo la frustración que empezaba a acumularse. Parecía que cada esfuerzo solo los conducía a otra capa de obstáculos. Como si el Terror de Goza, incluso en la muerte, estuviera determinado a encerrarlos en esa prisión húmeda y helada.
Se obligó a calmarse, respirando profundamente para evitar otro arrebato de ira inútil. De repente, una presencia levemente percibida a través de su Haki de Observación llamó su atención. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Esa presencia… era extraña, casi como un reflejo oscuro que aguardaba en las sombras. No estaba demasiado lejos, pero su ubicación era confusa, como si se encontrara más allá de los límites físicos de la cueva. Aquello le hizo mirar en la dirección donde se ubicaba, teóricamente, esa presencia. ¿Acaso era aquella figura misteriosa que había divisado y percibido antes? Volvió su mirada a sus compañeros, encontrando en sus ojos la misma urgencia de salir de allí cuanto antes. El tiburón sabía que Ray habría percibido esa presencia casi con total seguridad, pero desconocía si Balagus dominaba el haki de observación como ellos.
—¿Lo notáis? Esa presencia... ¿Será el tipo de antes? —les dijo con una voz tensa, apuntando hacia la dirección donde la percibía. No sabía con certeza si esa figura estaba allí para ayudarlos o para verlos sucumbir en aquella trampa, pero era lo único que podían seguir. Si el tipo había estado dentro con ellos y ahora parecía encontrarse fuera, la lógica decía que debía haber encontrado una salida, ¿verdad? Bueno, quizá es la esperanza la que estaba pensando por Octojin.
Sin más opciones, el habitante del mar tomó una decisión: debían dejar la fuerza bruta de lado —al menos temporalmente— y optar por una ruta que solo él, como gyojin, podía ofrecerles. Una por el agua, allá donde habían vencido a aquella bestia.
— Aunque empleemos toda nuestra fuerza... No creo que podamos salir antes de morir. Ese gas se está acercando demasiado y no tiene buena pinta. Vamos a tener que ir buceando.
El tiburón se preparó para las miradas de duda y resignación, que probablemente saldrían de Balagus y Ray. Al menos este último no podía nadar, por lo que tendría que hacer un ejercicio de confianza en el gyojin. Octojin sintió el peso de la responsabilidad en sus hombros al observarlos, sabiendo que eran sus compañeros los que confiaban en él para sacarlos de aquella trampa mortal. Ray, observando con rapidez la situación, lanzó un comentario en tono urgente sobre el gas, pidiéndonos que no lo respirásemos. El gyojin asintió, rasgando su camiseta y haciéndose una improvisada mascarilla, atándosela alrededor de la cabeza. Ofreció tela rasgada a Ray y Balagus, por si querían coger.
—Ray, Balagus, subid a mi espalda —dijo mientras se agachaba, poniéndose de rodillas y moviendo la mano para señalar la zona a la que se dirigiría—. Como dice Ray, el gas probablemente sea venenoso, así contad mentalmente conmigo hasta tres cuando os subáis. Intentaré coger todo el aire posible y saldré corriendo a toda velocidad.
Octojin inhaló y exhaló. Apretó los labios y respiró hondo, llenándose los pulmones de aire limpio, y cuando contó hasta tres, salió corriendo en dirección al agua. El tiburón se dio un golpecito sonoro en el muslo cada vez que incrementaba de número, ayudando así a sus aliados que contasen a su vez.
El gyojin sintió la frescura de la laguna envolverlo, algo que, pese a la peligrosidad de la situación, le brindaba una sensación de familiaridad. Para él, el agua era su elemento, su santuario. Miró hacia Balagus y Ray, los cuales deberían estar aferrados a él mientras comenzaba a bucear lo más rápido que podía. Con fuerza renovada, Octojin se impulsó a toda velocidad, deslizándose por el agua con la destreza de un depredador marino.
Las burbujas formadas por el desplazamiento surgían a su alrededor, y cada movimiento era calculado y preciso. Podía sentir la presencia oscura como una guía extraña y misteriosa que se encontraba delante, lo cual lo mantenía concentrado. Sabía que si sus cálculos eran correctos, podrían salir de allí y encontrarse con esa figura, o al menos buscar algún camino que les permitiera escapar. No tenía ninguna intención de quedarse en esa cueva a merced de un humo letal.
Finalmente, emergieron en un área donde el agua era menos profunda y donde una tenue luz parecía filtrarse entre las rocas. Sin soltar a sus compañeros, Octojin ascendió hasta alcanzar la superficie y los ayudó a salir. Balagus recuperaría el aliento en cuanto alcanzara tierra firme, sin embargo con Ray tuvo que destinar algo más de tiempo, dándole un par de palmaditas en la espalda. Quizá durante el trayecto había tragado algo de agua.
Mientras Octojin se enderezaba, observó con más atención la dirección donde sentía la extraña presencia. Debía estar allí cerca, y necesitaba centrar su atención en ella, analizándola con una calma inquietante. Después de todo, si no les había atacado antes... ¿Quizá ahora tampoco?
En ese momento, el escualo sintió cómo su respiración comenzaba a normalizarse y cómo el alivio de estar fuera de la cueva le permitía despejar la mente. No sabían quién era esa figura, pero estaba claro que había influido en lo ocurrido en la cueva, o al menos tenía algún tipo de interés en ello. Octojin no podía evitar pensar que había algo más allá de lo que veían, una explicación oculta entre las sombras.
Con una última mirada a sus compañeros, Octojin decidió que quizás, después de todo lo que habían pasado, era momento de que todos ellos buscaran respuestas, sin importar lo enigmáticas o inciertas que pudieran ser.