Kensington Edaddepiedra
Kenz Edaddepiedra
05-11-2024, 01:44 PM
Vaya tío más imperturbable. No daba el menor signo de haberse conmovido por la brillante actuación de Kenz. ¿De verdad no iba a hacer nada? ¿Pensaba dejarle ir solo a su más que probable muerte? Quizás es que le veía suficientemente fuerte como para enfrentarse solo a cualquier peligro. O tal vez solo fuese frío y malvado. Desde luego los marines eran escoria de la peor calaña.
Clavado en el umbral de la puerta, dedicó una quizás demasiado larga mirada de despedida al tal Atlas.
-Sí. Sí que necesitaré algo de ayuda -acordó Kenz. Y retomó el intenso silencio un poco más-. En fin, pues... Me voy.
No se fue.
Y nada, como una roca. Aquel tipo era duro, muy duro. Lo cual tal vez fuese una buena cualidad si conseguía convencerlo. Pero si tenía que pedirle ayuda, ¿no le haría eso quedar muy mal? No era nada molón. Y si las chicas de la base se enteraban seguro que afectaba a su reputación. No, eso jamás. Antes la muerte que mostrarse débil. Antes la muerte que...
-Oh, por favor, ¿no puedes venir conmigo? -exclamó Kenz agarrando al tipo de los hombros y notando como unas lagrimillas brotaban de sus casi siempre muy varoniles ojos. La muerte, bien pensado, casi que parecía algo excesivo-. ¡Yo no sé pelear, solo hago fotos! Y ni siquiera me pagan mucho. ¿Sabes que les debo dinero? Y ahoda va madagme por edo.
Lo último que dijo se entendió bastante poco por culpa de su muy varonil llanto.
Embutió entre los brazos de Atlas la carpeta con la información sobre el pirata y confió en que decidiera acompañarlo o, aún mejor, hacerse cargo de todo. Sí, eso sí que estaría bien, poder ponerse a su espalda mientras él guiaba y se ocupaba de lo peligroso. Pero tampoco es que pudiera pedir mucho.
Clavado en el umbral de la puerta, dedicó una quizás demasiado larga mirada de despedida al tal Atlas.
-Sí. Sí que necesitaré algo de ayuda -acordó Kenz. Y retomó el intenso silencio un poco más-. En fin, pues... Me voy.
No se fue.
Y nada, como una roca. Aquel tipo era duro, muy duro. Lo cual tal vez fuese una buena cualidad si conseguía convencerlo. Pero si tenía que pedirle ayuda, ¿no le haría eso quedar muy mal? No era nada molón. Y si las chicas de la base se enteraban seguro que afectaba a su reputación. No, eso jamás. Antes la muerte que mostrarse débil. Antes la muerte que...
-Oh, por favor, ¿no puedes venir conmigo? -exclamó Kenz agarrando al tipo de los hombros y notando como unas lagrimillas brotaban de sus casi siempre muy varoniles ojos. La muerte, bien pensado, casi que parecía algo excesivo-. ¡Yo no sé pelear, solo hago fotos! Y ni siquiera me pagan mucho. ¿Sabes que les debo dinero? Y ahoda va madagme por edo.
Lo último que dijo se entendió bastante poco por culpa de su muy varonil llanto.
Embutió entre los brazos de Atlas la carpeta con la información sobre el pirata y confió en que decidiera acompañarlo o, aún mejor, hacerse cargo de todo. Sí, eso sí que estaría bien, poder ponerse a su espalda mientras él guiaba y se ocupaba de lo peligroso. Pero tampoco es que pudiera pedir mucho.