Byron
Hizashi
05-11-2024, 02:53 PM
Escuchó con gozo y gloria los lamentos de aquel capitán marine, que entre trabadas de lengua y frases a medias, demostraba ante el resto su claro nerviosismo y lo poco controlada que tenía aquella situación, como si el único plan en mente fuese amedrentarlo con su posición y por tener su barco requisado. Era curioso cómo el hombre que le había mandado infiltrarse en aquel lugar, y que conocía de buena mano a los presentes, se sintiese más como el extraño en la conversación, el molesto invitado que nadie había invitado.
Por suerte para el joven Solarian, se sentía arropado y mucho más conectado con aquella gente de lo que podía hacerlo él. Con la mitad de la akuma en su mano, con un gran mordisco en ella, miraba masticando como aquel tipo hacía una rabieta típica de un niño, cuando le hacen saber que no puede tenerlo todo en la vida. Se metió el sobrante en la boca, para terminar aquel tentempié ante su mirada de zorro enrabietado, para que sus ojos violetas respondieran este acto con una mirada a la caja y un ligero movimiento de su rostro dando a entender un “ahí tienes lo que buscabas, pilla tu maletín”. Y resignado, se dio la vuelta para marcharse con las manos vacías, maldiciendo que esto no quedaría así.
El muchacho no contestó su advertencia, y aunque no le dio mucha importancia, sabía que en un futuro le tocaría volver a cruzarse con él, y aquel zorro astuto no dudaría en intentar cobrarse su venganza. Entonces cayó en la cuenta, aquel hombre no le había respondido nada sobre devolverle el Duck Duck Go nº1 y se había desvanecido en las sombras del pasillo a su frente, tenía que encontrarlo para que cumpliese su parte del trato.
La voz de la guerrera del mar apareció por su costado, con un ligero murmuro, dando por hecho que la “amenaza” lanzada por aquel hombre sería llevada a cabo. Y mientras el joven espadachín contemplaba los labios que había pronunciado aquella afirmación, comenzó a sentir en el pecho un extraño quemazón desde la boca de su estómago. La akuma no mi, se había adueñado de su cuerpo.
Por instinto, con ese ardor en el pecho, un saber recorría su mente, un conocimiento que antes no estaba ahí, y no sabía en qué momento podía haber aparecido, más se mostraba bien claro en su mente. Un ligero impulso a sus dedos, acompañado del firme latido de su corazón, y antes de que pudiera darse cuenta su semblante se vio iluminado, al haberse prendido en llamas las últimas falanges de su dedos índice y corazón de su mano izquierda. Un pequeño temblor en sus brazos, y una mueca que se transformó en una ligera sonrisa complaciente, mostrando algo de nerviosismo e incredulidad, pero sobre todo felicidad viendo el semejante poder que se presentaba ante él.
- Ahora entiendo por qué buscaba esto, es impresionante…- Dijo concentrándose para intentar apagar los dedos que ardían, escuchando el pequeño comentario de Sorvolo, haciéndole volver a la conversación. – Si… lo peor, es que estoy seguro de que se va a encargar personalmente de tocarme los cojones, todavía tiene que devolverme el barco.- Mientras se dedicaba a hacer aspavientos para intentar apagar su mano.
Komula se unió al intercambio, asintiendo el comentario del vaquero de cabellera canosa, mientras terminada de exhalar la última calada de su cigarro, para después comunicar al muchacho que le debía dos, pues su barco se encontraba en el muelle 3 gracias a él. Acompañó aquella frase, lanzándole una tarjeta, similar a la que ya tenía, pero con el dibujo de un koala, la agarró y no pudo evitar pensar si se trataba de otra organización a la que ya conocía, por el momento, creyó que era mejor guardarse esa información para él.
- Sorprendentemente eres buen tipo Komula hie hie hie, no dudes en contactar conmigo cuando necesites mis servicios.- Y giro alrededor de la mesa, hasta llegar finalmente al marco que lo devolvería “al mundo real”- Caballeros, señorita, volveremos a vernos.- Hizo una reverencia, y se marchó para buscar el Duck Duck Go n1.
Una vez de vuelta en el jaleo revoltoso y ambiente de desenfreno del casino, se acercó a la barra, pidió un trago que bebió de un golpe, y finalmente buscó la entrada del establecimiento para volver a “casa” y acabar con aquel día de locos.
Por suerte para el joven Solarian, se sentía arropado y mucho más conectado con aquella gente de lo que podía hacerlo él. Con la mitad de la akuma en su mano, con un gran mordisco en ella, miraba masticando como aquel tipo hacía una rabieta típica de un niño, cuando le hacen saber que no puede tenerlo todo en la vida. Se metió el sobrante en la boca, para terminar aquel tentempié ante su mirada de zorro enrabietado, para que sus ojos violetas respondieran este acto con una mirada a la caja y un ligero movimiento de su rostro dando a entender un “ahí tienes lo que buscabas, pilla tu maletín”. Y resignado, se dio la vuelta para marcharse con las manos vacías, maldiciendo que esto no quedaría así.
El muchacho no contestó su advertencia, y aunque no le dio mucha importancia, sabía que en un futuro le tocaría volver a cruzarse con él, y aquel zorro astuto no dudaría en intentar cobrarse su venganza. Entonces cayó en la cuenta, aquel hombre no le había respondido nada sobre devolverle el Duck Duck Go nº1 y se había desvanecido en las sombras del pasillo a su frente, tenía que encontrarlo para que cumpliese su parte del trato.
La voz de la guerrera del mar apareció por su costado, con un ligero murmuro, dando por hecho que la “amenaza” lanzada por aquel hombre sería llevada a cabo. Y mientras el joven espadachín contemplaba los labios que había pronunciado aquella afirmación, comenzó a sentir en el pecho un extraño quemazón desde la boca de su estómago. La akuma no mi, se había adueñado de su cuerpo.
Por instinto, con ese ardor en el pecho, un saber recorría su mente, un conocimiento que antes no estaba ahí, y no sabía en qué momento podía haber aparecido, más se mostraba bien claro en su mente. Un ligero impulso a sus dedos, acompañado del firme latido de su corazón, y antes de que pudiera darse cuenta su semblante se vio iluminado, al haberse prendido en llamas las últimas falanges de su dedos índice y corazón de su mano izquierda. Un pequeño temblor en sus brazos, y una mueca que se transformó en una ligera sonrisa complaciente, mostrando algo de nerviosismo e incredulidad, pero sobre todo felicidad viendo el semejante poder que se presentaba ante él.
- Ahora entiendo por qué buscaba esto, es impresionante…- Dijo concentrándose para intentar apagar los dedos que ardían, escuchando el pequeño comentario de Sorvolo, haciéndole volver a la conversación. – Si… lo peor, es que estoy seguro de que se va a encargar personalmente de tocarme los cojones, todavía tiene que devolverme el barco.- Mientras se dedicaba a hacer aspavientos para intentar apagar su mano.
Komula se unió al intercambio, asintiendo el comentario del vaquero de cabellera canosa, mientras terminada de exhalar la última calada de su cigarro, para después comunicar al muchacho que le debía dos, pues su barco se encontraba en el muelle 3 gracias a él. Acompañó aquella frase, lanzándole una tarjeta, similar a la que ya tenía, pero con el dibujo de un koala, la agarró y no pudo evitar pensar si se trataba de otra organización a la que ya conocía, por el momento, creyó que era mejor guardarse esa información para él.
- Sorprendentemente eres buen tipo Komula hie hie hie, no dudes en contactar conmigo cuando necesites mis servicios.- Y giro alrededor de la mesa, hasta llegar finalmente al marco que lo devolvería “al mundo real”- Caballeros, señorita, volveremos a vernos.- Hizo una reverencia, y se marchó para buscar el Duck Duck Go n1.
Una vez de vuelta en el jaleo revoltoso y ambiente de desenfreno del casino, se acercó a la barra, pidió un trago que bebió de un golpe, y finalmente buscó la entrada del establecimiento para volver a “casa” y acabar con aquel día de locos.
POST DE CIERRE.