Había causado una buena impresión, eso seguro.
Luego de destrozarle las piernas y los brazos al hombre que asesinó a sangre fría al manifestante, el resto de guardaespaldas huyó del restaurante y abandonó a su suerte al empresario. ¿Debía darle una paliza? Después de todo, él era el culpable. De no ser por él, no habría ningún muerto ni tampoco un trabajador, que solo hacía su trabajo, completamente roto. Bueno, eso de hacer solo su trabajo... Quizás era un poco sádico, quizás tenía un dejo de asesino porque no había ninguna necesidad de matar a nadie.
Sintió la mano de Aletas en su hombro, lo que le sorprendió porque juraba que Aletas era bajita y tierna, no un pescado de ochorrocientos metros.
-No podemos permitir que esto quede en manos de la Marina -sentenció Lemon, tajante. Odiaba a los marines, no era un odio serio ni justificado, pero eran sus enemigos naturales. Cualquiera que estuviera del bando de los opresores era su enemigo-. Hemos liberado a esta isla de la tiranía de la Reina y la gente ha elegido a una nueva gobernante. Tenemos tres opciones, Aletas. Lo entregamos a la justicia local, lo llevamos a nuestra propia justicia que... Eh... Seguro que tenemos en algún lado, el mundo es grande, o le rompemos las piernas, los brazos y lo lanzamos al mar.
La última opción sonaba un poco medieval, pero es que los violentos solo hablan el idioma de la violencia. Una parte de Lemon quería confiar en que el gobierno democrático de Karina haría lo correcto -romperle las piernas y los brazos y lanzarlo al mar como castigo-, y de paso evitaría tomar justicia por mano propia, que no era ningún tipo de justiciero, solo un libertador. Lemon "El Libertador" Stone, a que sonaba bien, ¿no?
-Recuerda esto, Aletas: el Gobierno Mundial es nuestro enemigo y cualquiera que esté del lado de las Fuerzas Opresoras también lo es. Si no me crees, puedes echarle un vistazo al MANUAL. -Un montón de gente se giró a Lemon cuando gritó el nombre del libro sagrado, pero no le importó-. El único marine bueno es el marine convertido a la Armada. Estamos en una guerra constante, Aletas, y no podemos confiar en nuestro enemigo. En fin, me gustaría pie de limón de postre. ¿Comemos aquí o nos buscamos un lugar menos ruidoso?
Luego de destrozarle las piernas y los brazos al hombre que asesinó a sangre fría al manifestante, el resto de guardaespaldas huyó del restaurante y abandonó a su suerte al empresario. ¿Debía darle una paliza? Después de todo, él era el culpable. De no ser por él, no habría ningún muerto ni tampoco un trabajador, que solo hacía su trabajo, completamente roto. Bueno, eso de hacer solo su trabajo... Quizás era un poco sádico, quizás tenía un dejo de asesino porque no había ninguna necesidad de matar a nadie.
Sintió la mano de Aletas en su hombro, lo que le sorprendió porque juraba que Aletas era bajita y tierna, no un pescado de ochorrocientos metros.
-No podemos permitir que esto quede en manos de la Marina -sentenció Lemon, tajante. Odiaba a los marines, no era un odio serio ni justificado, pero eran sus enemigos naturales. Cualquiera que estuviera del bando de los opresores era su enemigo-. Hemos liberado a esta isla de la tiranía de la Reina y la gente ha elegido a una nueva gobernante. Tenemos tres opciones, Aletas. Lo entregamos a la justicia local, lo llevamos a nuestra propia justicia que... Eh... Seguro que tenemos en algún lado, el mundo es grande, o le rompemos las piernas, los brazos y lo lanzamos al mar.
La última opción sonaba un poco medieval, pero es que los violentos solo hablan el idioma de la violencia. Una parte de Lemon quería confiar en que el gobierno democrático de Karina haría lo correcto -romperle las piernas y los brazos y lanzarlo al mar como castigo-, y de paso evitaría tomar justicia por mano propia, que no era ningún tipo de justiciero, solo un libertador. Lemon "El Libertador" Stone, a que sonaba bien, ¿no?
-Recuerda esto, Aletas: el Gobierno Mundial es nuestro enemigo y cualquiera que esté del lado de las Fuerzas Opresoras también lo es. Si no me crees, puedes echarle un vistazo al MANUAL. -Un montón de gente se giró a Lemon cuando gritó el nombre del libro sagrado, pero no le importó-. El único marine bueno es el marine convertido a la Armada. Estamos en una guerra constante, Aletas, y no podemos confiar en nuestro enemigo. En fin, me gustaría pie de limón de postre. ¿Comemos aquí o nos buscamos un lugar menos ruidoso?