Octojin
El terror blanco
05-11-2024, 06:48 PM
(Última modificación: 06-11-2024, 10:14 AM por Octojin.
Razón: añadir resumen
)
Parecía que la decisión de separarse había surtido efecto. Habían formado rápido tres grupos. Por un lado, el tiburón y el espadachín sin akuma irían hacia el norte. Por otro, el grupo de tres iría al medio, y serían la oni, el fénix y la nueva. Y, finalmente, la abeja y el reparte estampitas. Sin duda la división había sido bastante acorde a los poderes y habilidades de cada uno de los componentes de la brigada.
Octojin avanzaba al lado de Takahiro con una sonrisa en el rostro. La verdad es que, en aquella misión, estaba bastante feliz de contar con él, como en las anteriores. Formaban un buen equipo, y al tiburón le divertía bastante ese salero que demostraba de vez en cuando, así que todo parecía ir encaminado a pasarlo bien, al menos hasta que llegara la acción. No le vendría nada mal un poco de relajación.
—¡Qué bien, Taka! Hace tiempo que no formábamos equipo los dos. Esto va a ser increíble, lo presiento —dijo, sonriendo con su típica confianza.
La pendiente descendía a medida que avanzaban, obligándolos a tomar cada paso con precaución. Los árboles se mecían con el viento, y el sonido de las hojas agitándose creaba una atmósfera extraña y desorientadora. De repente, una ráfaga más fuerte hizo que ambos se detuvieran y miraran alrededor, en alerta.
—Esta tormenta ha dejado todo peor de lo que imaginé —murmuró Octojin, mientras trataba de avanzar sin resbalar.
Tras un rato que pareció una eternidad, finalmente llegaron a una especie de claro. Octojin y Takahiro se detuvieron, observando su alrededor. Aquel espacio plano estaba completamente cubierto de lodo y rocas de todos los tamaños, desparramadas como si un terremoto las hubiera lanzado desde alguna edificación cercana. La pared de roca era tan alta que se perdía en la niebla, dando la impresión de que aquel era un callejón sin salida.
—Este sitio es una trampa —murmuró Octojin, observando la muralla y las rocas a su alrededor. Algo no terminaba de cuadrarle.
Sin embargo, no se daba por vencido. Sabía que en lugares como aquel, donde la naturaleza parecía haber tomado el control de todo, siempre había una manera de abrirse paso. Decidido a no regresar a la trifurcación sin haber explorado a fondo, tomó el Den Den Mushi que llevaba consigo y estableció comunicación con el resto de la brigada.
—Aquí Octojin. Taka y yo hemos llegado a lo que parece un claro, con una muralla de roca que nos imposibilita avanzar, en teoría. Está todo lleno de piedras, pero aún no hemos encontrado nada que parezca una entrada o un camino. Vamos a investigar más antes de decidir si volvemos. Cualquier cosa, mantengamos el contacto —informó, con la idea de que todos aceptaran ese requerimiento.
El tiburón propuso mover algunas piedras. No se quedaría satisfecho con retroceder sin antes explorar cada rincón del lugar, y compartía su inquietud visiblemente con el humano.
A medida que ambos inspeccionaban el claro, Octojin notó que algunas de las piedras parecían colocadas de una forma extraña, como si alguien o algo hubiera intentado ocultar algo. Se agachó y comenzó a retirar algunas de las rocas con cuidado, esperando descubrir alguna señal que indicara un camino oculto o una entrada. La niebla era tan densa que cualquier detalle podía pasar desapercibido si no lo miraban con atención, pero Octojin tenía la esperanza de que aquel esfuerzo diera frutos.
—Oye, Taka, ¿crees que alguien más estuvo aquí antes que nosotros? Este lugar está lleno de lodo y rocas, pero algunas de estas parecen… fuera de lugar, ¿no te parece? —comentó, mientras movía otra piedra a un lado.
Era posible que aquello les llevase a alguna entrada escondida, o quizá a una trampa. Pero para ello debían explorar. En caso contrario, jamás sabrían a qué se enfrentaban realmente. Las piedras pesaban bastante, pero no lo suficiente como para evitar que el tiburón las moviese de un lado a otro, como si de un perro buscando su hueso enterrado se tratase.
El escualo estaba decidido a encontrar una salida o alguna pista que los llevara más cerca de resolver el misterio de aquella isla. Mientras continuaban moviendo algunas piedras, el gyojin no pudo evitar pensar en sus compañeros de la brigada y en lo que podrían estar encontrando en sus propios senderos. Sabía que todos ellos eran fuertes y estaban más que capacitados para enfrentarse a cualquier obstáculo, pero aun así, no podía evitar la preocupación de que algo pudiera salir mal en aquel terreno incierto y traicionero. Al menos sabía, o quería creer, que ante cualquier peligro, se comunicarían con ellos.
Finalmente, tras mover varias piedras y no encontrar nada que indicara un camino, Octojin suspiró y miró hacia la muralla. La roca era sólida y alta, y estaba claro que escalarla sería una tarea titánica, incluso para él. Golpeó un par de veces por cada zona de la muralla, intentando ver si alguna zona estaba hueca, e instó a Takahiro a hacer lo mismo, si es que no estaba probando cualquier otra cosa.
—Pues no sé qué decirte, parece que aquí no hay mucho más. Pero aún queda la opción de escalar o… buscar otro camino desde abajo —murmuró Octojin, mirando de nuevo hacia la muralla—. Quizás podamos encontrar alguna abertura si seguimos explorando hacia los bordes.
Ambos continuaron inspeccionando los límites del claro, aún con la esperanza de encontrar algo que justificara el esfuerzo de aquella exploración. Octojin confiaba en que, tarde o temprano, el lugar cedería alguna pista que revelara su verdadero propósito o al menos les diera una dirección clara.
Mientras la neblina continuaba rodeándolos, el gyojin y su compañero no dejaban de buscar con tenacidad. ¿Encontrarían algo entre tanta oscuridad?
Octojin avanzaba al lado de Takahiro con una sonrisa en el rostro. La verdad es que, en aquella misión, estaba bastante feliz de contar con él, como en las anteriores. Formaban un buen equipo, y al tiburón le divertía bastante ese salero que demostraba de vez en cuando, así que todo parecía ir encaminado a pasarlo bien, al menos hasta que llegara la acción. No le vendría nada mal un poco de relajación.
—¡Qué bien, Taka! Hace tiempo que no formábamos equipo los dos. Esto va a ser increíble, lo presiento —dijo, sonriendo con su típica confianza.
La pendiente descendía a medida que avanzaban, obligándolos a tomar cada paso con precaución. Los árboles se mecían con el viento, y el sonido de las hojas agitándose creaba una atmósfera extraña y desorientadora. De repente, una ráfaga más fuerte hizo que ambos se detuvieran y miraran alrededor, en alerta.
—Esta tormenta ha dejado todo peor de lo que imaginé —murmuró Octojin, mientras trataba de avanzar sin resbalar.
Tras un rato que pareció una eternidad, finalmente llegaron a una especie de claro. Octojin y Takahiro se detuvieron, observando su alrededor. Aquel espacio plano estaba completamente cubierto de lodo y rocas de todos los tamaños, desparramadas como si un terremoto las hubiera lanzado desde alguna edificación cercana. La pared de roca era tan alta que se perdía en la niebla, dando la impresión de que aquel era un callejón sin salida.
—Este sitio es una trampa —murmuró Octojin, observando la muralla y las rocas a su alrededor. Algo no terminaba de cuadrarle.
Sin embargo, no se daba por vencido. Sabía que en lugares como aquel, donde la naturaleza parecía haber tomado el control de todo, siempre había una manera de abrirse paso. Decidido a no regresar a la trifurcación sin haber explorado a fondo, tomó el Den Den Mushi que llevaba consigo y estableció comunicación con el resto de la brigada.
—Aquí Octojin. Taka y yo hemos llegado a lo que parece un claro, con una muralla de roca que nos imposibilita avanzar, en teoría. Está todo lleno de piedras, pero aún no hemos encontrado nada que parezca una entrada o un camino. Vamos a investigar más antes de decidir si volvemos. Cualquier cosa, mantengamos el contacto —informó, con la idea de que todos aceptaran ese requerimiento.
El tiburón propuso mover algunas piedras. No se quedaría satisfecho con retroceder sin antes explorar cada rincón del lugar, y compartía su inquietud visiblemente con el humano.
A medida que ambos inspeccionaban el claro, Octojin notó que algunas de las piedras parecían colocadas de una forma extraña, como si alguien o algo hubiera intentado ocultar algo. Se agachó y comenzó a retirar algunas de las rocas con cuidado, esperando descubrir alguna señal que indicara un camino oculto o una entrada. La niebla era tan densa que cualquier detalle podía pasar desapercibido si no lo miraban con atención, pero Octojin tenía la esperanza de que aquel esfuerzo diera frutos.
—Oye, Taka, ¿crees que alguien más estuvo aquí antes que nosotros? Este lugar está lleno de lodo y rocas, pero algunas de estas parecen… fuera de lugar, ¿no te parece? —comentó, mientras movía otra piedra a un lado.
Era posible que aquello les llevase a alguna entrada escondida, o quizá a una trampa. Pero para ello debían explorar. En caso contrario, jamás sabrían a qué se enfrentaban realmente. Las piedras pesaban bastante, pero no lo suficiente como para evitar que el tiburón las moviese de un lado a otro, como si de un perro buscando su hueso enterrado se tratase.
El escualo estaba decidido a encontrar una salida o alguna pista que los llevara más cerca de resolver el misterio de aquella isla. Mientras continuaban moviendo algunas piedras, el gyojin no pudo evitar pensar en sus compañeros de la brigada y en lo que podrían estar encontrando en sus propios senderos. Sabía que todos ellos eran fuertes y estaban más que capacitados para enfrentarse a cualquier obstáculo, pero aun así, no podía evitar la preocupación de que algo pudiera salir mal en aquel terreno incierto y traicionero. Al menos sabía, o quería creer, que ante cualquier peligro, se comunicarían con ellos.
Finalmente, tras mover varias piedras y no encontrar nada que indicara un camino, Octojin suspiró y miró hacia la muralla. La roca era sólida y alta, y estaba claro que escalarla sería una tarea titánica, incluso para él. Golpeó un par de veces por cada zona de la muralla, intentando ver si alguna zona estaba hueca, e instó a Takahiro a hacer lo mismo, si es que no estaba probando cualquier otra cosa.
—Pues no sé qué decirte, parece que aquí no hay mucho más. Pero aún queda la opción de escalar o… buscar otro camino desde abajo —murmuró Octojin, mirando de nuevo hacia la muralla—. Quizás podamos encontrar alguna abertura si seguimos explorando hacia los bordes.
Ambos continuaron inspeccionando los límites del claro, aún con la esperanza de encontrar algo que justificara el esfuerzo de aquella exploración. Octojin confiaba en que, tarde o temprano, el lugar cedería alguna pista que revelara su verdadero propósito o al menos les diera una dirección clara.
Mientras la neblina continuaba rodeándolos, el gyojin y su compañero no dejaban de buscar con tenacidad. ¿Encontrarían algo entre tanta oscuridad?