Sowon
Luna Sangrienta
06-11-2024, 12:03 AM
La conversación entre ambas fluía con gran libertad, la mención del nombre volvió a traerle hermosos recuerdos de su hogar, en aquella isla donde la lucha y la sangre estaban a la orden del día. Su clan de Oni eran los más temibles mercenarios, siendo que desde pequeña había trabajado para muchas familias y entre ellas el nombre de Akari no le era desconocido. Conocía su significado pero le alegraba que ella también lo hiciera, en muchos lugares del mundo las familias, tradiciones y significados se habían perdido por completo. La rubia asintió con la cabeza ante la pregunta, era un nombre bastante bonito y que les relacionaba en cierta forma, las luces siempre estaban enfocadas en ella gracias a su imponente tamaño y ahora gozaba de la atención de la más brillante entre las mismas. Frenó mientras pensaba en la pregunta que ahora tenía frente a ella, su lugar de origen para algunos era un mito y para otros estaba tan lejos que no creían que una criatura hubiera sobrevivido el regreso de un mar tan traicionero y peligroso. Aunque, ella nunca mentía y esa era la realidad, quien no creyese en sus palabras simplemente no sabía reconocer el poder de la raza que corría en su sangre. Una tradición de varias generaciones que habían evolucionado hasta volverse guerreros cada vez más letales, con mil batallas en sus hombros y una gran capacidad para destrozar cualquier problema en solo un movimiento.
―Provengo de la tierra de Wano, más precisamente Onigashima donde mi familia trabaja como mercenarios, toda mi vida me he dedicado a ese trabajo cazar y cobrar por dinero. Pero lo que más me gusta en la emoción de cada misión, cada vez más peligrosas y que me instan a mejorar como pocas cosas en la vida. Mi nombre por su parte significa Deseo, supongo que era el deseo de mi familia una heredera fuerte y que se hiciera un nombre en el mar para regresar y tomar el negocio familiar cuando mi padre ya no pueda seguir.―
Comentó solemne antes de retomar el paso, la preocupación de la chica por la herida le resultó incluso tierna, para ella solo había sido un raspón e incluso había continuado su combate a pesar de que la herida se había abierto en el proceso. No era algo que le preocupase cuando estaba emocionada en medio de un encuentro que valiese la pena. Se acarició la venda mientras comenzaba a reír, podría quitarla al otro día y estaba segura que gracias al tratamiento del dojo no le quedaría ni una pequeña marca, siempre había terminado por sobrevivir a heridas peores y aquella poco o nada le molestaba.
―¡Bwahahaha! Gracias por preocuparte pero esta herida no es nada, de pequeña me caí en un ataque y me quebré algunos huesos, también me corté feo con una astilla que no vi venir. Mis padres decían que no podían catalogarme como alguien normal de tantas veces que me lastimé y a los pocos días estaba de vuelta en el trabajo. Supongo que los Onis funcionamos de manera diferente a los humanos y otras criaturas, siempre he sentido que cuanto más peligrosa sea la aventura más poderosa me vuelvo tras descansar... es algo que no puedo explicar ni probar pero es una sensación de progreso que no siento de otra manera.―
Explicó mientras la conversación giraba ahora en torno a la profesión y aficiones de su nueva conocida, los médicos y cocineros al principio le parecían debiluchos que no merecían pisar el mundo pero con el paso del tiempo les había llegado a apreciar. Eran un componente importante para que los que eran como ella pudieran seguir concentrados solo en el arte del combate. El doctor del dojo había sido muy eficiente con su tratamiento y las comidas que servían en el mismo no estaban nada mal. Su rostro miraba el de Akari al momento de notar ese brillo particular, la mujer parecía disfrutar en gran medida de ese modo de vida, algunas personas simplemente no nacían para luchar pero todas terminaban por mostrar sus garras en alguna ocasión. La defensa personal, al menos a ojos de la rubia, era importante para cualquier persona ya que no siempre podrían depender de otro más fuerte.
―Deberías practicar un poco, con tus conocimientos de medicina podrías desarrollar una forma de defenderte que se base en anular a los agresores o personas malvadas que busquen robarte o aprovecharse de ti. La defensa personal nunca viene mal y puedo ayudarte a mejorar si así lo deseas, no me gustaría que alguien te hiciera algo cuando no estuviera cerca para encargarme.―
Halagó con esmero, sus palabras reconocían la pasión de la joven a la vez que instaban a aprovecharlas para no ser más una dama en apuros si no que pudiese tomar las riendas de su vida. La mujer siempre buscaba brindar una visión positiva en cuanto al futuro, si Akari aprendía un poco de defensa personal no debería preocuparse nunca más por necesitar a un guardián y hasta podría ganar algo de dinero entregando a los criminales por su cuenta para cobrar un dinero extra que seguro ayudaría en ese pueblo tan peculiar.
―¿Entonces aceptas? Descuida, puedo parecer intimidante pero te trataré muy bien, me encanta sentirme como la más fuerte entre ambas aunque estoy segura que puedo sacar a la mujer ardiente que escondes. ¿Me indicas como entrar? Puedo agacharme y hacerme bolita, a lo mejor sea lo mejor para no golpearme contra la pared... en cuanto a la armadura, ya podrás encargarte cuando estemos en privado. Te sigo, no quisiera despertar a nadie...―
Susurró lo último en un suspiro, su leve sonrojo se había convertido en una sonrisa traviesa que incitaba a la contraria a guiar el camino, la diversión sería algo inolvidable teniendo en cuenta que Sowon no discriminaba en alturas siempre que resultasen un encuentro inolvidable y que ambas pudieran pasarlo bien. Sentía que debería tener cuidado, era una mujer bastante pequeña y que seguramente nunca había experimentado algo parecido, pero a la vez su mente le advertía que podía quedar sorprendida. Las hormigas solían ser muy buenas ocultando sus intenciones, esa chica tímida podría ser solo una fachada que en la intimidad se convirtiese en toda una bestia, era el tipo de mujer que Sowon más disfrutaba esas que podían desatarse en cualquier segundo y que ella se encargaba de recordarles que su altura no era solo para impresionar. Su corazón latía fuerte y emocionado, como un tambor vikingo que se estaba encendiendo frente a las infinitas posibilidades que aquella noche había desatado en solo unos segundos.
―Provengo de la tierra de Wano, más precisamente Onigashima donde mi familia trabaja como mercenarios, toda mi vida me he dedicado a ese trabajo cazar y cobrar por dinero. Pero lo que más me gusta en la emoción de cada misión, cada vez más peligrosas y que me instan a mejorar como pocas cosas en la vida. Mi nombre por su parte significa Deseo, supongo que era el deseo de mi familia una heredera fuerte y que se hiciera un nombre en el mar para regresar y tomar el negocio familiar cuando mi padre ya no pueda seguir.―
Comentó solemne antes de retomar el paso, la preocupación de la chica por la herida le resultó incluso tierna, para ella solo había sido un raspón e incluso había continuado su combate a pesar de que la herida se había abierto en el proceso. No era algo que le preocupase cuando estaba emocionada en medio de un encuentro que valiese la pena. Se acarició la venda mientras comenzaba a reír, podría quitarla al otro día y estaba segura que gracias al tratamiento del dojo no le quedaría ni una pequeña marca, siempre había terminado por sobrevivir a heridas peores y aquella poco o nada le molestaba.
―¡Bwahahaha! Gracias por preocuparte pero esta herida no es nada, de pequeña me caí en un ataque y me quebré algunos huesos, también me corté feo con una astilla que no vi venir. Mis padres decían que no podían catalogarme como alguien normal de tantas veces que me lastimé y a los pocos días estaba de vuelta en el trabajo. Supongo que los Onis funcionamos de manera diferente a los humanos y otras criaturas, siempre he sentido que cuanto más peligrosa sea la aventura más poderosa me vuelvo tras descansar... es algo que no puedo explicar ni probar pero es una sensación de progreso que no siento de otra manera.―
Explicó mientras la conversación giraba ahora en torno a la profesión y aficiones de su nueva conocida, los médicos y cocineros al principio le parecían debiluchos que no merecían pisar el mundo pero con el paso del tiempo les había llegado a apreciar. Eran un componente importante para que los que eran como ella pudieran seguir concentrados solo en el arte del combate. El doctor del dojo había sido muy eficiente con su tratamiento y las comidas que servían en el mismo no estaban nada mal. Su rostro miraba el de Akari al momento de notar ese brillo particular, la mujer parecía disfrutar en gran medida de ese modo de vida, algunas personas simplemente no nacían para luchar pero todas terminaban por mostrar sus garras en alguna ocasión. La defensa personal, al menos a ojos de la rubia, era importante para cualquier persona ya que no siempre podrían depender de otro más fuerte.
―Deberías practicar un poco, con tus conocimientos de medicina podrías desarrollar una forma de defenderte que se base en anular a los agresores o personas malvadas que busquen robarte o aprovecharse de ti. La defensa personal nunca viene mal y puedo ayudarte a mejorar si así lo deseas, no me gustaría que alguien te hiciera algo cuando no estuviera cerca para encargarme.―
Halagó con esmero, sus palabras reconocían la pasión de la joven a la vez que instaban a aprovecharlas para no ser más una dama en apuros si no que pudiese tomar las riendas de su vida. La mujer siempre buscaba brindar una visión positiva en cuanto al futuro, si Akari aprendía un poco de defensa personal no debería preocuparse nunca más por necesitar a un guardián y hasta podría ganar algo de dinero entregando a los criminales por su cuenta para cobrar un dinero extra que seguro ayudaría en ese pueblo tan peculiar.
―¿Entonces aceptas? Descuida, puedo parecer intimidante pero te trataré muy bien, me encanta sentirme como la más fuerte entre ambas aunque estoy segura que puedo sacar a la mujer ardiente que escondes. ¿Me indicas como entrar? Puedo agacharme y hacerme bolita, a lo mejor sea lo mejor para no golpearme contra la pared... en cuanto a la armadura, ya podrás encargarte cuando estemos en privado. Te sigo, no quisiera despertar a nadie...―
Susurró lo último en un suspiro, su leve sonrojo se había convertido en una sonrisa traviesa que incitaba a la contraria a guiar el camino, la diversión sería algo inolvidable teniendo en cuenta que Sowon no discriminaba en alturas siempre que resultasen un encuentro inolvidable y que ambas pudieran pasarlo bien. Sentía que debería tener cuidado, era una mujer bastante pequeña y que seguramente nunca había experimentado algo parecido, pero a la vez su mente le advertía que podía quedar sorprendida. Las hormigas solían ser muy buenas ocultando sus intenciones, esa chica tímida podría ser solo una fachada que en la intimidad se convirtiese en toda una bestia, era el tipo de mujer que Sowon más disfrutaba esas que podían desatarse en cualquier segundo y que ella se encargaba de recordarles que su altura no era solo para impresionar. Su corazón latía fuerte y emocionado, como un tambor vikingo que se estaba encendiendo frente a las infinitas posibilidades que aquella noche había desatado en solo unos segundos.