Asradi
Völva
06-11-2024, 12:05 AM
Asradi miró al problema principal de todo aquello en lo que Caretas le relataba las tres opciones que se le ocurrían que podían hacer con ese tipo. De todas maneras, cuando su camarada revolucionario expresó su opinión sobre la Marina, la sirena se quedó brutalmente en silencio. En realidad, ella no estaba ni a favor ni en contra de ellos. No era la Marina la que había, literalmente, marcado sus vida, sus últimos años. Y, no solo eso, sino que tenía a alguien especial, alguien a quien quería, en dicho lugar. No era algo que le hubiesen confirmado, y era verdad que, cuando había dejado atrás a Octojin, él todavía iba a presentarse al reclutamiento. Pero confiaba en que lo hubiese conseguido.
Al final, la sirena suspiró de manera leve.
— Es mejor que lo entreguemos a la justicia local. — Fue lo que propuso. Aunque, a decir verdad, lo de lanzarle al mar tampoco sonaba demasiado escabroso. No para ella en ese momento y después de lo que el tipo había hecho y le había llamado. O se había referido a ella. Pero era suficiente con entregarlo a Karina, quien ahora se ocupaba de la alcaldía de Oykot.
La sirena contempló en silencio como el resto de trabajadores no solo se encargaban de repartir las propinas que su explotador jefe les debía, sino también el dinero que tenía recolectado y guardado en una suerte de despacho en la parte trasera del restaurante.
— Creo que aquí hemos terminado. — Mencionó con una suave sonrisa. — Y sé que el Gobierno es nuestro enemigo. Aunque a veces hay cosas peores que ellos... — No pudo evitar murmurar lo último, desviando un instante la mirada hacia un costado. Había heridas que no terminaban de cerrarse. Pero no era el momento, tampoco, de pensar en esas cosas. — Sea como sea, todo esto me ha abierto el apetito.
Ya Lemon estaba pidiendo un dulce que se le antojaba. Y luego miró al lugar cuando él se lo preguntó.
— Busquemos otro lado, por ahora aquí tienen trabajo que hacer. Un par de botellas y algo para llevar e ir tomando de camino tampoco estaría mal. — Le sonrió, finalmente.
Al final, la sirena suspiró de manera leve.
— Es mejor que lo entreguemos a la justicia local. — Fue lo que propuso. Aunque, a decir verdad, lo de lanzarle al mar tampoco sonaba demasiado escabroso. No para ella en ese momento y después de lo que el tipo había hecho y le había llamado. O se había referido a ella. Pero era suficiente con entregarlo a Karina, quien ahora se ocupaba de la alcaldía de Oykot.
La sirena contempló en silencio como el resto de trabajadores no solo se encargaban de repartir las propinas que su explotador jefe les debía, sino también el dinero que tenía recolectado y guardado en una suerte de despacho en la parte trasera del restaurante.
— Creo que aquí hemos terminado. — Mencionó con una suave sonrisa. — Y sé que el Gobierno es nuestro enemigo. Aunque a veces hay cosas peores que ellos... — No pudo evitar murmurar lo último, desviando un instante la mirada hacia un costado. Había heridas que no terminaban de cerrarse. Pero no era el momento, tampoco, de pensar en esas cosas. — Sea como sea, todo esto me ha abierto el apetito.
Ya Lemon estaba pidiendo un dulce que se le antojaba. Y luego miró al lugar cuando él se lo preguntó.
— Busquemos otro lado, por ahora aquí tienen trabajo que hacer. Un par de botellas y algo para llevar e ir tomando de camino tampoco estaría mal. — Le sonrió, finalmente.